viernes, 25 de diciembre de 2015

ANTARES de LEO, COMIC CIENCIA FICCIÓN

Antares de Leo, edita ECC ciencia ficción planetas comic
ECC Ediciones. Barcelona, 2015.
310 páginas, 32 euros

Resumiré lo que pueden leer a continuación en una sola frase: dejen esto y salgan corriendo a comprarse Antares. ¿Ven qué fácil?


En realidad, es un aviso casi innecesario para los buenos aficionados. Leo, el autor brasileño afincado en Francia, nos llegó con algunos años de retraso. Trent, escrito por Rodolphe, comenzó a publicarse en 1991 y aquí se completó este año.

Con el mismo guionista inició Kenia en 2001, también recientemente traducido. Namibia, su segunda parte, todavía no ha alcanzado nuestras librerías, aunque su primer episodio es de 2010. En cuanto al ciclo de Aldebarán, arrancó en 1994. Su segunda etapa, Betelgeuse, dio comienzo en el 2000 y Antares en el 2007. Las dos primeras llegaron por aquí en 2009. Y ahora aparece la tercera, justo después de salir su último álbum en Francia.

Así que parece que nos vamos poniendo al día. Y es justo que así sea pues, como ya he comentado en anteriores ocasiones, Leo es un creador extraordinario. No hace falta que insista a quienes ya lo hayan leído. En este nuevo viaje a otro planeta desconocido volvemos a encontrarnos con su vigorosa protagonista, Kim Keller, una digna sucesora de anteriores heroínas espaciales como Laureline o Ripley. Viaja al encuentro de un destino incierto en un lejano lugar, acompañada de algunos viejos conocidos más ciertas sorpresas que no revelaré. Las fascinantes selvas a las que el dibujante nos tiene acostumbrados vuelven a estar repletas de bestias inmundas e indescriptibles, grandes y pequeñas y que nos dejan sin aliento.

Antares de Leo, edita ECC ciencia dicción futuro comic
El erotismo que se filtraba en anteriores entregas aparece enmarcado en un discurso contra la religión entendida como sumisión. Una secta intenta colonizar el nuevo orbe y su dirigente desea ser el primero en tomar contacto con las entidades extraterrestres. Pero Kim va a frustrar esos planes. Su mera presencia ya provoca una revolución entre los intransigentes compañeros de viaje, unos iluminados que rapan las cabezas de sus mujeres y les obligan a portar monos hinchables para ocultar sus curvas. Kim se enfrentará a esos fanáticos, defendiendo a una buena amiga a la que intentan violar. Pero pasan muchas más cosas en un viaje trepidante donde las explosiones de violencia irracional son constantes y las relaciones sentimentales e intelectuales aseguran diálogos jugosos y situaciones al límite.

Leo realmente no permite que sus lectores se tomen un respiro. Desde el inicio satura la trama de ocurrencias que van de lo divino a lo humano, del paisaje a la maquinaria, de las emociones a la defensa de la racionalidad y el sentido común frente a la intolerancia y la ambición. Hay ciertos matices ecologistas, especialmente las reflexiones sobre la voluntad humana de conquistar y explorar, que se compensan muy bien con una visión de la naturaleza como un espacio bello y sobrecogedor, pero también brutal y muy carnívoro, donde todo come o es comido, lo que facilita secuencias tan fascinantes como la de los gusanos come-flores gigantes. También se permite refrescantes pinceladas de humor, sobre todo respecto a la relación entre Kim y el dirigente religioso, a quien atiza en numerosas ocasiones para satisfacción del lector.

Es, por supuesto, un tremendo relato de ciencia-ficción, una clásica historia de primer contacto, narrada con pulso firme y con tanto realismo como cabría esperar. Y cuenta con el muy especial dibujo de Leo, un artista al que no se le resiste nada y que es especialmente afortunado con las caras y la caracterización de sus personajes. ¿Qué más podría añadir? Yo lo he disfrutado desde la primera a la última página, me parece el trabajo de uno de los grandes, un tebeo que releerán como yo pienso hacer ahora mismo con Aldebarán y Betelgeuse. ¡Queremos más! Autores como este son quienes realmente crean afición.
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viernes, 18 de diciembre de 2015

DUCHAMP y JOBS, BIOGRAFÍAS en NOVELA GRÁFICA

El boom de la novela gráfica parece estar entrando en una fase caracterizada por las biografías. Si en un momento anterior predominaron las autobiografías en las que autores de todo el mundo nos contaban sus desdichadas infancias, ahora la tendencia es más académica.


El comic vuelve a ser una herramienta pedagógica al servicio de nuestra instrucción. Algo que no es una novedad para los que crecimos con los tebeos de Novaro. ¡Cuántas vidas de santos nos tragamos! Ahora es lo mismo sólo que los beatos de la modernidad llevan vidas no tan ejemplares como las de sus ancestros. O quizás sí, de una manera nueva.


Marcel Duchamp de François Olislaeger Editorial Turner, comic, biografía novela gráfica
François Olislaeger
Marcel Duchamp, un juego entre mi y yo
Editorial Turner de México, 2015

Desde Francia nos llega una curiosa edición, otro acordeón que debe leerse por un lado y por el contrario, aunque no encuentro mayores desafíos palindrómicos en él. Eso de las palabras que se leen al derecho y al revés parece fascinar a muchos modernos pero en este caso se cita sin apenas afectar a la narración.

La fórmula es poco habitual, todas las escenas se encadenan en un continuo que desgrana los momentos más importantes de la vida de Duchamp. A pesar de la aparente complejidad del procedimiento se sigue sin problemas y hasta con fluidez. Creo que el texto está más bien pensado para fans del artista. En su momento a mi me fascinó el texto de Octavio Paz sobre él, La apariencia desnuda, uno de los ensayos críticos más importantes del XX, en mi opinión. De allí pasé al Duchamp de signe, que había editado Gustavo Gili, y al libro de entrevistas con Cabanne, entre otros. Así que gran parte de los datos que maneja el volumen me sonaban. Sin embargo lo considero muy entretenido, un honrado esfuerzo por ordenar datos biográficos y pensamientos de un autor oscuro y normalmente mal explicado. No profundiza mucho en los misterios de “La mariee” ni de “Etant Donne”, pero se agradece el tono divulgativo y ligero, con un humor que el personaje se merece. Una aproximación seria y más que razonable.

Steve Jobs, Jessie Hartland  la biografía ilustrada Espasa Libros comic biografía
Jessie Hartland
Steve Jobs, la biografía ilustrada
Espasa Libros. Barcelona, 2015.

Lo mismo ocurre con la biografía en viñetas de Jobs. Cabía la posibilidad de convertirlo en un nuevo santo laico, ¡el tipo que creó el i-phone, oh, dios mío!

De nuevo, se evitan las exageraciones optando por presentar la información de forma clara y sintética, acompañada por un dibujo básico y directo. Se nos habla de la genialidad del joven empresario pero también de sus manías y de su difícil carácter, de sus escapadas a la India y de su perfeccionismo. De sus disputas con Gates y su vistazo a Xerox. Resultan muy llamativas las páginas en que se nos sitúa tecnológicamente en cada etapa. El salto que va de los gadgets que nos rodeaban a finales de los setenta a los actuales es abrumador. Y en gran medida Jobs es responsable de ese cambio. Más allá de las discusiones en torno a sus capacidades científicas, creo que lo que realmente valoran sus seguidores son precisamente esas otras facetas suyas, las que atañen a la estética y al puro marketing, su indudable capacidad de seducción.
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viernes, 11 de diciembre de 2015

LO PEOR DE MAITENA

Lo peor de Maitena, edita sudamericana
Sudamericana, 2015.
250 páginas, 18,90 euros

¡MUY ALTERADAS!


Si usted es partidario de los regalos poco convencionales, sin duda esta es una buena opción para sorprender a sus allegados. Conocíamos a Maitena por su humor gamberro y desinhibido. Esto la lleva a otro nivel.


Básicamente nos recuerda que todo el mundo tiene un pasado. El volumen agrupa la primera producción de la humorista argentina, que no tiene mucho que ver con lo que sabíamos de ella, o quizás sí. Si entre sus Mujeres alteradas abundaban las separadas sin complejos ni pelos en la lengua, lo que aquí se nos muestra es algo así como su prehistoria. Ya saben, “de aquellos polvos…”. En sentido literal.

Llaman la atención los grafismos, ochenteros a más no poder. A veces tienen algo de la limpieza de Altan pero sobre todo recuerdan las mejores etapas de El Víbora, El Cairo o el Madriz. Una línea muy morbosa, un rotring que se emborracha con los detalles del escenario pero que busca la limpieza en los personajes, todo ello sazonado con manchas negras de alto contraste. Recuerda a no pocas dibujantes de la época, como Ana Miralles cuando comenzaba, que también dibujó relatos demasiado calientes como para enseñárselos a su familia. Pues esto es muy parecido, con chicas que recorren la noche y se pasean de un garito al siguiente mientras retozan con ellos y ellas apurando unos placeres siempre un tanto decadentes. Hay pinceladas de serie negra pero nadie se las toma muy en serio. Lo que cuentan son las pollas y los coños, que se muestran con esquiva elegancia. Todo es tan sutil como la deprimente adaptación de Historia de O, para entendernos. Tiene mucha gracia por su torpeza y evidente falta de madurez.

Lo peor de Maitena, edita sudamericana,
En realidad lo que más sorprende del volumen no son esas historietas iniciales en las que Maitena se parece más a otras autoras que a ella misma. Eso rápidamente se asume como producto de una época y listo, pecados de juventud perfectamente comprensibles y hasta divertidos. Lo que resulta más chocante son las planchas de “La Fiera”, una de sus series para la revista Sex Humor, donde el estilo ya recuerda y mucho al que luego se convertiría en el “oficial” de la autora. Línea abierta, aspecto humorístico, sin viñetas y con la gestualidad facial y corporal que la caracteriza. Pero en lugar de contársenos anécdotas con la compra o con los deberes de los niños se nos relatan las andanzas de una ninfómana, cuyas puertas siempre están abiertas. La primera plancha es brutal. La protagonista nos explica que se dio cuenta de que era fea desde la infancia. Nadie le hacía caso hasta que un día descubrió que estaba muy buena. Desde entonces se dedica a tirarse a todo lo que se mueve. Y de eso van todas las historias, repasando los infinitos tópicos erótico-masculinos, del soldado al marciano pasando por el fantasma o el adivino. Más allá del planteamiento inicial, lo cierto es que la dibujante mantiene la simpatía que la caracteriza y los episodios tienen una indudable gracia. En fin, es una rareza, pero si le gusta Maitena, debería de echar un vistazo a sus orígenes. Déjese la gabardina puesta.
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viernes, 4 de diciembre de 2015

NEPTUNO de DELITTE, VIAJE STEAMPUNK

Neptuno de Jean-Yes Delitte edita Yermo Ediciones Steampunk Viajes
Yermo Ediciones. Barcelona, 2015.
216 páginas, 42 euros.

VERNE EN EL SIGLO XXI


El gran problema con los integrales es que si se comete un error el precio a pagar es muy alto. En realidad, 42 euros por cuatro álbumes correctamente editados es una cantidad muy razonable. Pero no lo parece tanto si el relleno carece de interés.


No es el caso. Delitte no defrauda. Su rotunda carcasa “steampunk” asegura un entretenimiento sostenido a lo largo de las más de doscientas páginas que componen el volumen. Ciertos rasgos de su dibujo pueden recordar a Hermann o a Francq, con algo del trazo nervioso y sucio de Pope, por ejemplo.

Pero es un artista sólido, con mucha habilidad para imaginar máquinas y escenarios y solvente con los personajes. Especialmente impresionantes son sus planos generales, vistas marinas o descripciones de arquitecturas y paisajes. Todo ello acompañado por un color que transmite bien las sensaciones de esos variados territorios que transitan los protagonistas. En las cuatro aventuras que se incluyen en el Integral da un repaso o actualiza algunos de los mundos que asociamos con Verne. Parte de un entorno realista, un siglo XIX industrioso y abierto a las novedades, y lo sazona con un trepidante conjunto de submarinos, máquinas voladoras y civilizaciones perdidas, representado todo ello con rigor y verosimilitud.

El asunto es un poco menos convincente en el terreno de los protagonistas. Hay un polvo gratuito en las primeras páginas que hace temer lo peor, una de esas actualizaciones cargadas de multiculturalidad, feministas y Nemos indús. Pero afortunadamente el autor no entra en los delirios de Alan Moore, cuya corrección política puede alcanzar extremos grotescos. Delitte se olvida de esas veleidades y se entrega a unas correrías que llaman la atención por su sabor tradicional.

Neptuno de Jean-Yes Delitte edita Yermo Ediciones Steampunk Viajes Odisea
Hay un inevitable aroma a Cothias o Dufaux en el talante general del relato, esa crueldad que caracteriza a muchos de los modernos narradores, con una gran capacidad para describir el mal y sin imaginación para el bien. Así que no faltan las escenas de matanzas y las bromas con las desdichas bélicas y los caníbales.

Pero al mismo tiempo el grupo que compone la tripulación del Neptuno está muy bien descrito. Una pandilla de tíos, con el típico personaje desagradable dando siempre la lata, que consigue sobrevivir mientras los amables fallecen. Un clásico del que hacía tiempo que nadie parecía acordarse. El autor lanza a este grupo de improvisados compañeros de viaje de un lugar al otro del globo y el resultado es una odisea ligera y espléndidamente dibujada. Maneja muy bien las interacciones entre machotes de personalidades diversas y contradictorias.

Neptuno no es una obra maestra, ni mucho menos. Es un trabajo realizado con mimo y atención al detalle y que consigue ser entretenido. Su gran debilidad radica en los protagonistas, que apenas desbordan su condición de arquetipos. Pero los marcos por los que se desplazan son convincentes y sus andanzas interesantes. Si ya se han leído Trent o las obras completas de Mitton, de quien recientemente se editaba el fantástico final de su Atila, pueden darle una oportunidad a este Integral.
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viernes, 27 de noviembre de 2015

TRENT de LEO, POLICÍA DEL CANADÁ

Trent de Leo y Rodolphe, edita Ponent Mon policía de Canadà western
Ponent Mon, 2015.
128 páginas, 26 euros.


¡AL NORTE!


De pequeño, no puedo decir que el Madelman policía montada del Canadá se contara entre mis favoritos. Su rígida chaqueta roja y su atildado aspecto le restaban mucho atractivo. Quizás por eso en su momento pasé por alto estos volúmenes de Trent.


Comparado con el modernísimo Madelman astronauta o el simpático Madelman safari, el estirado policía norteño quedó archivado en mi memoria en la categoría de héroe prescindible. Cuando más tarde tuve ocasión de leer algunas aventuras protagonizadas por sus compañeros de cuerpo, mi opinión no cambió mucho. Al contrario que en los USA, todo lo que pasaba en Canadá parecía aburrido y gélido. Era un país incómodo y sin personalidad. Así que cuando vi un chaqueta roja en la cubierta de Trent pasé de largo.

Últimamente abundan los integrales de series franco-belgas prescindibles, con precios que provocan taquicardias. Eso no se aplica al tercer integral de Tanguy y Laverdure o a cualquiera de Aquiles Talón o de Bernard Prince. Se han publicado auténticos clásicos de enorme calidad cuya lectura es un verdadero placer. Pero han llegado mezclados con muchos productos digamos inferiores. Así que, como no son precisamente baratos, en más de un caso dejo que mi intuición me ayude a seleccionar. Y a veces me equivoco. De forma notable en esta ocasión.

Hace siete años se publicaba la saga Aldebarán, del dibujante brasileño afincado en Francia Leo. Recomendé vivamente aquella salvaje aventura de ciencia-ficción. Recientemente editaron Kenia, otra serie apabullante en la que el autor mezclaba elementos del género de espías, citas a la colonización y, nuevamente, abundantes dosis de fantasía y ciencia-ficción. El resultado volvía a ser impresionante. Fue entonces cuando corrí a comprobar si no había nada más de Leo en España. ¡Casi nada! Ocho álbumes (más un extra) agrupados en tres tomos en torno a un sobrio personaje, Trent. Recordé las sencillas portadas, que habían llamado mi atención en las estanterías, pero no lo suficiente como para superar mis prejuicios anti-canadienses. Obviamente ahora ya lo veía con otros ojos. Le acompañaba nuevamente Rodolphe, su guionista en Kenia. La única pega era que la historia parecía realista y hasta el momento siempre había visto a Leo en relación con la ciencia-ficción. Me preguntaba cómo funcionaría en otros ámbitos. Pronto mis dudas se disiparon, siendo sustituidas por el entusiasmo que espero anime estas líneas.

Trent de Leo y Rodolphe, edita Ponent Mon
Primero un inciso biográfico. Leo nació en Brasil pero tuvo que abandonar su país por razones políticas. Durante años se desplazó por varios estados sudamericanos: Chile, Argentina y otra vez Brasil. En 1981 emigró a Francia. Le costó entrar en el mercado del comic pero finalmente contactó con el guionista Rodolphe y en 1991 publicaron su primer álbum de Trent. A esa serie le siguieron otras dos: Kenia y Namibia. Al mismo tiempo, desde 1994 Leo empezó a escribir y dibujar el ciclo de Aldebarán. También facturó guiones para otros dibujantes así que su producción empieza a ser realmente monumental.

Y por lo visto hasta ahora, todo lo que hace tiene una gran calidad. Vayamos a Trent. Rodolphe titula “Un hombre íntegro” su introducción al primer integral. Proclama su voluntad de describir a un héroe antiguo, sin dobleces ni ambigüedades morales, un tipo correcto que hace su trabajo y tiene una idea muy clara del bien y del mal. Esto es así y el protagonista no cambia mucho de un álbum al siguiente. Trent también tiene un lado oscuro, que aflora ante el delincuente poeta o con su amante anarquista. Pero básicamente es un hombre de ley, decente y sin fisuras, que corre en defensa de la mujer maltratada y al rescate del bebé abandonado en la nieve.

 Agnes, una dulce muchacha que se interna en el árido norte en busca de su hermano perdido. Al final del relato ella promete que le esperará. Da así comienzo un amor que deviene casi imposible, como veremos. El segundo episodio es excelente, con un nuevo y atractivo personaje, una suerte de Billy el niño que recita a Rimbaud mientras desafía a muerte a todos los que se cruzan con él. Un auténtico maldito de destino fatalmente marcado y que desarrollará una curiosa relación con el noble policía. En el último capítulo del primer tomo Trent intenta reunirse con Agnes y descubre que se ha casado con otro. Eso le lleva de cabeza a un pueblo donde acaba convertido en borracho y metido en una extraña guerra contra unos desalmados bandidos. Tres álbumes excelentes, sin pega alguna.
Trent de Leo y Rodolphe, POnent Mon, Canadà, policía, norte
El primer álbum nos lo presenta, duro pero capaz de enamorarse de la bella

Aquí ya debe citarse el maravilloso dibujo de Leo. Tiene deudas con no pocos dibujantes realistas, de Giraud a Spiegle pasando por Morrow. Pero consigue encontrar su propio estilo, que aflora a través de caras angulosas y alargadas, bocas desencajadas, una línea precisa y un sombreado muy expresivo. Tanto bajo la desnuda luz solar como entre las sombras más amenazadoras, Leo es grande. Sus personajes, característicos y diferenciados, sus paisajes precisos y su narrativa variada y tremendamente animada. Todos los lectores disfrutaran con sus viñetas panorámicas o sus series de alargadas en vertical. Además, viene acompañado por un agradable color que realza las volumetrías de los rostros. Personalmente, destacaría sus escenas nocturnas y sus secundarios. Un aspecto más: por primera vez se puede disfrutar de su dibujo a un tamaño apropiado ¡y no vean cómo se agradece!

El tomo dos se inicia con una trepidante historia de horror. Un monstruo liquida a los componentes de un campamento y Trent debe descubrir qué es lo que ha ocurrido. Se suceden los pasajes de miedo, con cadáveres congelados en la nieve y un oso gigante que habla y acecha en la oscuridad. Trent acompaña con resignación a Agnes, ya que su marido era uno de los ingenieros desaparecidos. Al pobre hombre ya supondrán que no le va muy bien, ya que el siguiente álbum vuelve aRodolphe relata con no poca ironía la muerte del “hombre más rápido de Canadá”, un Wild Bill muy diferente al del OK Corral. El volumen se cierra con otro episodio maravilloso que nos cuenta la trágica vida de un blanco entre indios y sus desgraciadas andanzas. Leo describe los paisajes helados con exuberante delicadeza, convirtiéndolos en otro personaje más. De paso vuelve a demostrar que nada se le resiste: razas, edades o géneros, resuelve un problema gráfico tras otro con envidiable facilidad.
juntar al policía con su “novia eterna”, ya sin el impedimento del esposo. De paso,

Finalmente, en el tercer y último volumen, Trent consigue casarse con Agnes. Pero entonces conocemos a Helen, una atractiva morena de pelo a lo garçon, lectora de Proudhon y que fue amante del héroe en un pasado no muy lejano. Ahora vuelve para chantajearle obligándole a abandonar su recto camino. El final es inevitablemente trágico. Atención a las expresivas facciones de todos los personajes. Leo transmite muy bien las emociones, de la alegría al duelo o la frustración. El último episodio gira en torno a otro viaje, el que realiza Trent acompañando a una mujer y su hijo, acosados por un marido abusador. Mientras, el policía montado fantasea con la idea de tener un hijo propio. En casi todas las aventuras Rodolphe y Leo se las apañan para que los deseos, las aspiraciones, los sueños del protagonista, puntúen de forma delicada la acción, consiguiendo así una mayor profundidad y complejidad de lo narrado.

Los integrales se completan con un cuento largo profusamente ilustrado y un episodio breve pero delicioso. Leo y Rodolphe abandonaron a su personaje hace ya quince años, pero permanece vivo en cada una de las páginas de estos volúmenes. Ha sido una de las lecturas más estimulantes de un año que comienza a declinar. No lo duden y háganse con ellos, me lo agradecerán.
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viernes, 20 de noviembre de 2015

VIRTUAL HERO de EL RUBIUS

Virtual Hero de El Rubius
Editorial Planeta. Barcelona, 2015.
56 páginas, 15,90 euros.

DE PUDRIDERO A EL RUBIUS


Este es un comic diseñado por una “personalidad” que proviene de un mundo cercano al de la historieta, pero que en general puede decirse que está sustituyendo a ésta en las preferencias de lectores cada vez más “gamers” (y, por tanto, menos lectores).


Según lo que puedo observar en mis propios retoños de cinco y ocho años respectivamente, la lectura es un rollo, da igual que se trate de cuentos o tebeos. Cualquier producto audiovisual es más entretenido en comparación, ya sea una serie de animación o un videojuego.

Supongo que todo esto cambiará con el paso de los años, pero por el momento nada parece sustraerlos de la fascinación que les provocan los vídeos en los que otros jugadores proclaman con sonoridad sus hazañas. A mis críos parece gustarles un tal Vegeta777, que también ha publicado algún libro y cuya vocecilla incansable está a punto de acabar con mis nervios. Pero si alguien sobresale entre todos los jóvenes héroes del ciberespacio ese es sin duda El Rubius, un tipo con millones de seguidores dispuestos a reírle las gracias y a quien las compañías adoran hasta permitirle convertir en una forma de vida lo que no dejaba de ser una afición, un divertimento.

Este “yutuber” acumula tal número de fans que lógicamente no podía tardar en dar el salto a otros medios. Se rumorea que se han lanzado cien mil ejemplares de su comic, una cifra realmente brutal en un mercado en el que rara vez se superan los mil de tirada. Ciertas mentes se escandalizarán ante un éxito que considerarán despreciable. A mi no me cabe duda de que se va a vender como churros (¡es de El Rubius!), más cuando compruebo que mis niños, a quienes ya he dicho que les cuesta leer, lo han devorado y esperan por el siguiente. Así que ahí se encuentra la primera clave que no debe ser olvidada.

Virtual Hero de El Rubius, EL Torres, Lolita Aldea
El Rubius habla un lenguaje que muchos jovencitos comprenden y aborda temas que les interesan y que ocupan gran parte de su tiempo. Básicamente chicas y videojuegos. Y no necesariamente por ese orden. La trama es una excusa para que el héroe, convertido en personaje virtual, se pasee por diversos mundos digitales, todos fácilmente reconocibles por los lectores. La acción se salpimenta con unos cuantos chistes y el humor grueso que caracteriza los vídeos de El Rubius y el resultado es un álbum que se lee de un tirón y que llega a provocar más de una sonrisa.
Otro cuyo nombre artístico empieza por “El” firma el guión. El Torres es un profesional y aquí vuelve a demostrarlo. No sé si se avergüenza o se enorgullece de asociar su talento a esta aventura, pero seguro que el cheque merecerá la pena. Del dibujo se encarga Lolita Aldea, que resuelve con un estilo manga muy adecuado a lo narrado. Los diversos videojuegos se reconocen con facilidad y emplea con eficacia la gestualidad desmesurada típica de los nipones.

Mi sensación es que la aventura es positiva para el medio. Algunos autores se quejan de la ausencia de lectores pero cuando estos regresan atraídos por productos como este, también protestan. Es más probable que un lector salte de un comic popular a otro más alternativo que al contrario. Y, además, en los tiempos posmodernos que vivimos, el mismo concepto de lo popular no es tan ingenuo como antes. El Rubius basa su fama en la parodia, trasteando con los universos digitales en una operación que agradaría a cualquier intelectual. Se trata de desmontar las claves sobre las que funciona el juego, para seguir jugando con él. Hay muy poca inocencia en eso. Quienes disfrutaron con las aventuras autoirónicas de “Pudridero” deberían de engancharse a El Rubius. Aquí se ha cuidado más el dibujo pero la intención conceptual es similar, una descerebrada vuelta a la infancia, sin complejos. ¡Pimentel, este se te ha escapado!
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viernes, 13 de noviembre de 2015

COMIC DE WESTERN: TEX, MUERTE EN LA NIEBLA

TEX Muerte en la niebla con dibujo de Font y guión de Bonelli, edita Aleta
Aleta Ediciones. Valencia 2015.
224 páginas, 15,95 euros.

NIEBLA Y PLOMO 


Tex, el clásico personaje del oeste creado en Italia, está viviendo una segunda juventud gracias a algunos de los mejores dibujantes españoles. Ahora se edita una nueva muestra, otra vez con Font a cargo del dibujo y Boselli del guión.


Cabe recordar que estos volúmenes de Aleta recogen material publicado hace casi diez años. O sea que nos llega con un sorprendente retraso. Quizá ello se deba a la mala prensa del western, un género mal comprendido y que muchos consideran obsoleto. Soy de la opinión de que no existen géneros menores y que, como siempre, todo depende del talento de cada creador.

El primer Tex me parecía gratuitamente violento y un tanto pesado en sus desarrollos argumentales. Pero alguien tuvo la feliz idea de hacer especiales con estrellas tan notables como el americano Joe Kubert y todo cambió. Hasta el momento hemos disfrutado del arte de dibujantes extraordinarios como Font, Ortiz, Milazzo o Víctor de la Fuente, entre otros. Y de guionistas tan entretenidos como Segura o Nizzi. Hay aventuras mejores y peores pero la media se ha mantenido muy alta. Últimamente, raro es el tebeo de Tex que no leo con pasión o que no me apetezca comentar.

En esta última entrega se suman los talentos de dos artistas en estado de gracia. Por un lado el guionista Boselli, que firma un trepidante relato en con inteligencia con los tiempos. Se trata de una prolongada persecución: el hijo de Tex, intentando evitar problemas a un antiguo amigo, se mete con él en un tremendo lío cuando los confunden con una banda de maleantes. Mientras son acosados por un sheriff sin demasiados escrúpulos y de gatillo fácil, su padre lucha por alcanzarlo a tiempo de salvarle la vida. El escritor mantiene ambas acciones en paralelo y juega con los diversos momentos, con lo que el factor temporal ayuda a provocar tensión en el lector. Boselli se encarga de distribuir a lo largo de la historia un buen surtido de personajes que animan y vitalizan una trama con una estructura que funciona como un reloj, con muchas secuencias en las que parece que todo está perdido. Se incluyen algunos pasajes de redención, de transformación moral de protagonistas de comportamiento dudoso y cuya actitud va a cambiar mucho en el trascurso de la aventura, lo que aumenta nuestro interés en su destino.
cia con los tiempos. Se trata de una prolongada persecución: el hijo de

TEX Muerte en la niebla con dibujo de Font y guión de Bonelli, edita AletaAlfonso Font cumple con su deber y mucho más. Sus caballos son enérgicos y creíbles, lo mismo que sus paisajes, prolongadas panorámicas habitadas por un reparto dibujado con vigor y asegurándose de que cada actor se diferencia física y psicológicamente. Los fondos son maravillosos, tanto las ciudades y pueblos, perfectamente documentadas y realizadas, como los ambientes naturales, que constituyen casi un personaje más enmarcando a la perfección un relato siempre en movimiento, en el que los héroes no se detienen ni un segundo. Sobresale la vitalidad que sus acabados aportan, llenándolo todo de detalles pero sin parecer nunca agarrotado ni barroco. Su mancha negra está siempre bien situada y sus rallados son minuciosos y precisos.

En fin, que es otro Tex perfectamente recomendable. Y ya van…
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viernes, 6 de noviembre de 2015

CORTOMALTÉS Y ASTERIX 2015

Muchos suponen que en los USA los comics se fabrican industrialmente mientras que en Europa sólo se producen obras de autor. La realidad está refutando esa idea.


Asterix. El papiro del César Jean-Yves Ferri y Didier Conrad Salvat
Asterix. El papiro del César
Jean-Yves Ferri y Didier Conrad
Salvat. Barcelona, 2015.
48 páginas, 12,90 euros

Antes de que los creadores originales de Blueberry falleciesen, el personaje ya había sido reinterpretado por otros autores. Spirou ha pasado por innumerables dibujantes y guionistas, con desigual fortuna. Podemos admirar el talento de Franquin y considerar que su etapa es inigualable, pero no por ello El pequeño Spirou de Tome y Janry deja de ser tronchante. Al contrario, a mi siempre me deprimió la plomiza narrativa de Jacobs, el alumno que no aprendió nada con Hergé, pero sin embargo sus personajes funcionan muy bien en manos ajenas. Especialmente en las de Sente, que se ha ido convirtiendo en el especialista en relanzar series en declive o abandonadas por sus creadores. Ha escrito formidables guiones para Las Aventuras de Blake y Mortimer, excepcionalmente dibujados por Juillard. Recientemente se publicaba “La vara de Plutarco”, que quizás no alcanzaba la calidad de otros episodios anteriores, pero que sigue siendo tan bueno ¡que hasta dan ganas de leer a Jacobs!

Volvemos a encontrar al mismo escritor al frente del legado de Van Hamme. Por un lado en Thorgal pero sobre todo en XIII, una franquicia de cuyos enrevesados argumentos parecía imposible extraer más jugo dramático. Sente demuestra que siempre puede ir más allá, de nuevo acompañado por el sólido Jigounov, en “XIII. El mensajero del mártir”. Por cierto, a ver si alguien se anima a publicar más capítulos de Janitor, su colaboración con Boucq. No me volvió loco el primer volumen, pero en Francia ya van por el quinto y aquí no llegó ninguno más. Seguro que ha ido a mejor.

XIII. El mensajero del mártir de Sente y Jigounov
Así como en los USA se entiende que los personajes pertenecen a las compañías, lo que facilita que pasen de una mano a otra con irregulares resultados, en Europa se extendió progresivamente la idea de que eran propiedad de sus creadores. Ambas realidades han ido cambiando con el tiempo. Los dibujantes americanos han conseguido mayores derechos sobre sus creaciones, llegando a casos como el de Mignola, que es el dueño de Hellboy, o Sakai con Usagi Yojimbo y tantos otros. Si alguien desea hacer algo con sus personajes, debe pedir permiso o pasar por su autor. En Europa ha ocurrido lo mismo, pero en sentido contrario. Cada vez más autores ansían poner sus manos sobre creaciones de prestigio, o tan populares que su publicación resulta extremadamente rentable. ¿Cómo negarse a dibujar Spirou o Asterix? Los beneficios son notablemente superiores a los que se conseguirían con un personaje desconocido.

Hay que reconocer que Asterix se resistió. Al contrario que otras creaciones de Goscinny, como Lucky Luke o Iznogud, que ya han pasado por los pinceles de diversos dibujantes, Uderzo mantuvo un férreo control sobre el pequeño galo. Hasta que finalmente alguien debió de decirle que sus guiones no estaban a la altura del bueno de René, o quizás necesitaba calderilla para comprarse otro Ferrari. El caso es que cedió lápiz y tinta a otros creadores, que recientemente han publicado un segundo álbum del galo. Aquí es donde yo debería de escribir algo ingeniosos sobre “El papiro del César”. Pero me cuesta. El personaje me fascinó en mi infancia: primero leí “Asterix gladiador” y más tarde fueron cayendo uno tras otro, camuflados entre las revistas de Bruguera. Fue una de mis ventanas al mundo. Asterix nos enseñaba a ser menos provincianos, demostrando una entrañable curiosidad hacia la maravillosa diversidad de paisanos que poblaban las regiones que visitaban los alegres galos. ¿Cómo olvidar a los susceptibles corsos? ¿O a los eficientes suizos o a los orgullosos hispanos? A golpe de estereotipos Goscinny y Uderzo construyeron un universo cómico tan divertido como próximo, era fácil identificarse con aquellos pequeños pueblerinos que osaban plantarle cara a todo un imperio. También me vacunó contra todo “hecho diferencial”; las exóticas costumbres tan sólo sazonaban un variopinto pero muy similar conjunto de seres humanos. Luego crecí y me avergoncé de aquellas lecturas infantiles. Después crecí un poco más y pude recuperar la magia conjurada por Asterix y Obelix y ahora siento que el respeto y la admiración por esta saga me acompañarán hasta mi último día, o eso espero.

¿A qué viene todo este rollo? Simplemente, creo que Ferri y Conrad lo hacen lo mejor que pueden. La copia del dibujo de Uderzo es más que razonable. También el duplicado de las estructuras argumentales de Goscinny, con el extraño que llega al pueblo provocando la reacción de los héroes y sus enemigos. En esta ocasión se trata de un trasunto de Julián Assange, un periodista que osa desafiar la censura imperial. Todo es correcto y está bien realizado, pero… Echo en falta personajes como el arquitecto de “Asterix y Cleopatra” o el de “La residencia de los dioses”. Y no cito más. De alguna manera Goscinny tenía la habilidad de insuflar verdadera vida en sus creaciones, consiguiendo personajes humanos, próximos y diferenciados. Y eso es muy difícil de imitar. Con todo, el trabajo de Ferri y Conrad es respetable y yo me compraré el siguiente volumen.

Corto Maltés. Bajo el sol de medianoche
Juan Díaz Canales y Rubén Pellejero
Norma Editorial, 2015
96 páginas, 19,50 €

Termino con uno de los pastiches más sonados de los últimos años, la resurrección de Corto Maltés. Al contrario que muchas de las sagas anteriores, cuya popularidad las alejaba del purísimo cielo autoral, desoladas cumbres a las que las masas no suelen asomarse, Corto siempre ha gozado de un sorprendente prestigio. Eso era comic de autor y lo demás cuentos. Así que resulta paradójico que los herederos de Pratt permitieran esta operación. ¿Quién será el siguiente? ¡Tiembla, Tintín! Lo primero que llama la atención es el dibujo. Pellejero es un dibujante con mucho estilo así que no cabía esperar que esa personalidad se desvaneciera para ajustarse al modelo original. En cierta medida esta decisión se explica en las planchas de prueba que se adjuntan al final del álbum. Cuando se ve ese Corto “a la Pellejero” se entiende por qué no lo hizo así. El resultado habría sido demasiado parecido a Dieter Lumpen, héroe cuyas aventuras Zentner y Pellejero contaron durante años y con indudables referencias al maltés. Ambos compartían ciertas actitudes post-heroicas y una decidida animadversión hacia los valores tradicionales. Así que el dibujante reserva su estilo para su personaje y aquí imita con cuidado las formas de Pratt. Lo que ocurre es que como su dibujo es más eficiente (no voy a decir mejor) enseguida se aprecia cierta contención, sobre todo en los fondos y algunos sombreados, con una calidad que Pratt evitaba. Pero en general copia con asombrosa tozudez las líneas desmañadas del maestro y hasta su extraña estructura de página, con viñetas apaisadas llenas de huecos que yo no pillo.

Díaz canales, guionista de Blacksad, hace lo mismo con el guión. No intenta, como Sente, mejorar el modelo original ¡A nadie se le ocurriría, tratándose de Pratt! Y ese es el problema. Duplica a la perfección una de esas laberínticas estructuras que tanto le gustaban al creador de Corto Maltés, un viaje a ninguna parte que permite al escritor lucirse introduciendo pintorescos secundarios entre los que sobresale el imprescindible London. Hay un tipo que protagoniza una de las secuencias más interesantes, el ciudadano Ulkurib, una parodia del indígena subyugado por las proclamas revolucionarias, que difícilmente encontraríamos en cualquier relato de Pratt, siempre cómplice con cualquier tipo de violencia y proclive a hacer chistes mientras se fusila al enemigo del pueblo de turno. Pero, desviaciones pequeñoburguesas aparte, el guión consigue plenamente su propósito realizando una muy acertada réplica del “tono” de Corto. Nos paseamos con parsimonia por bellos parajes canadienses mientras se nos recuerdan algunos de los grandes problemas de la humanidad: el racismo, los abusos cometidos con el medio ambiente, la trata de blancas… En resumen, que es un perfecto tostón.

¿Mi sugerencia para los autores? Olviden el original la próxima vez e intenten fabricar un buen tebeo. A lo mejor todavía podremos leer una aventura interesante de Corto Maltés, algún día.
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viernes, 30 de octubre de 2015

MANGA: KEI de KOIKE y KOJIMA

Kei #1 crónica de Juventud  Koike y Kojima, edita ECC manga samurais
ECC Ediciones. Barcelona, 2015.
336 páginas. 13,95 euros.

CARA DE BARRO


A la hora de elegir un manga reconozco que me cuesta salir de tres autores: Taniguchi, Tezuka y la pareja formada por el guionista Kazuo Koike y el dibujante Goseki Kojima. Sus obras tienen tanta calidad que resulta casi imposible dar con otros creadores a ese mismo nivel.


No sólo eso, he disfrutado tanto con su trabajo que cada vez que se recupera alguna de sus series me lanzo sobre ella porque sé que no queda margen para la decepción. Ha vuelto a pasar. Tras la imprescindible Lobo solitario y su cachorro, la fenomenal Asa el ejecutor, la brillante Hanzo el camino del asesino y, más recientemente, la muy peculiar El hombre sediento, ahora llega una nueva demostración del talento siempre sorprendente de esta extraordinaria pareja. Como es habitual en ellos el protagonista es un samurái de habilidad excepcional que recorre un camino de venganza y sangre, movido por unas razones que el relato va desvelando lentamente y con gran inteligencia narrativa.

Los seguidores de estos dos tremendos autores ya saben a qué atenerse: guiones para adultos, que no esquivan asuntos problemáticos como la violencia, el sexo o la lucha de clases en el contexto de un tebeo de samuráis; todo ello servido por el arte de un monstruo del dibujo, como era Kojima, sin la limpieza que ha caracterizado a los comics europeos y americanos en el pasado siglo y armado con una plumilla que no teme saturar las viñetas en aras de una expresividad siempre desbordante; sus caras contienen mucha verdad y transmiten sentimientos que podemos compartir; por supuesto, la narrativa tiene todo el dinamismo y la acción que tradicionalmente caracteriza a los mangas.

En este caso, además, el relato invade un territorio no muy transitado en la cultura japonesa: el de las mujeres. Más concretamente el de las mujeres que padecen por culpa de los hombres, que las venden como esclavas, las golpean o las violan para luego despreciarlas por su falta de virtud. Que un caballero andante acuda en ayuda de una damisela en apuros no es una novedad. Pero sí el enfoque que adopta Koike, centrando su atención en los sufrimientos de las féminas y haciendo que su heroico protagonista empatice con ellas y llore por sus desdichas.

Kei #1 crónica de Juventud  Koike y Kojima, edita ECC manga samurai japón
Ya en el primer episodio Kei, un samurai que esconde sus habilidades para encontrar a su esposa, debe enfrentarse a un noble que abusa de la mujer que le ha ayudado. Insiste en el mismo tema en el segundo capítulo, donde Kei lucha a muerte con toda una banda que ha violado a una chica. Su destino parece casi inevitable: entrar a servir en un burdel. Pero el héroe la ayuda, cubriendo su cara de barro para que ella no pueda recordarlo y olvide esos atroces sucesos. Luego hay mucha sangre y decapitación pero el tono que predomina en muchos de los relatos es dulce, casi melancólico, un auténtico pesar por todas las mujeres que cargan con el dolor físico de la violencia y la angustia psicológica de la vergüenza.

No pocas de las historias giran en torno al descubrimiento de esa angustia o a la idea de redención, el alivio al dejar atrás una culpa que no les corresponde. Por supuesto algunos personajes, como la borracha del capítulo cuarto, ya no tienen curación posible y es impresionante la mirada compasiva que sus creadores dirigen hacia ella, a través de los ojos de Kei. Aparecen otras mujeres, que habitualmente serían presentadas como villanas, mujerzuelas devoradas por sus pasiones, que aquí son descritas como víctimas de unas circunstancias que nunca les son propicias. El clímax ´se alcanza en el último episodio, cuando Kei debe enfrentarse a las burlas de un ejército de putas. Como piensa su madame: “Un hombre que entiende tan bien el corazón de las mujeres que hasta le duele”. Por supuesto el capítulo se cierra con tanta inteligencia como sensibilidad.

Es el trabajo más feminista que he leído en años, una serie increíble que no deben perderse.
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viernes, 23 de octubre de 2015

EL FANTASMA DE GAUDÍ

El fantasma de Gaudí -El Torres y Jesús Alonso Iglesias
El Torres y Jesús Alonso Iglesias
Dib•Buks. Madrid, 2015.
124 páginas, 22 euros.

ROMPECABEZAS SANGRIENTO


No extraña que El Torres, un guionista que habitualmente escribe pensando en públicos masivos, firme un trabajo de encargo a partir de una idea de su editor. ¿Qué tal algo sobre Gaudí? ¡Perfecto, claro que sí!


Como el propio escritor confiesa en el epílogo, tras esa aceptación inicial tardó más de dos años en dar con un concepto alrededor del cual construir el álbum. Empleó sus propias dudas respecto al personaje y al proyecto para dar forma a la figura del villano que es, ya lo adelanto, el punto más débil del relato. La cuestión es que finalmente se puso manos a la obra acompañado como acostumbra de un dibujante joven pero talentoso. En este caso se trata de Jesús Alonso Iglesias que, como tantos otros autores de comics en los últimos años, proviene del mundo de la animación. Se le nota en lo enfático de sus puntos de vista y en el carácter un poco caricaturesco de sus figuras, que lo emparentan con creadores como Rubén del Rincón, por ejemplo. Pero es un correcto narrador, ha hecho sus deberes en cuanto a la representación de los edificios de Gaudí (un asunto no menor en esta obra) y aplica una gama de color muy ajustada a lo que cuenta, quizás un poco más oscura de lo necesario, supongo que a causa del papel elegido, mate y poroso.

En general el apartado gráfico no decepciona, permitiendo que el lector pasee por algunos de los edificios más emblemáticos de Gaudí, subrayando su particular simbolismo, su expresividad y hasta su sugerente surrealismo, anticipo de otros delirios a los que el arte se abandonaría con posterioridad. Y que la arquitectura dejaría de lado para encerrarse en el árido mundo del minimalismo y las formas más despojadas.

Sobre ese marco tan atractivo El Torres construye una historia de asesinatos en serie, cajeras videntes, juezas insatisfechas, excéntricos expertos en arte e inspectores que intentan hacerse perdonar anteriores fracasos. Un conjunto de elementos que maneja con aparente facilidad y evitando los innumerables tópicos que rodean estas ficciones. No es sencillo, en tiempos del C.S.I., abordar asuntos como estos sin resultar ridículo o caer en el cliché de polis duros y brillantes psicópatas. El Torres se las apaña para esquivar muchos de los errores habituales confirmando su posición como uno de los guionistas más interesantes de este país.

La trama avanza sin desmayo, los personajes son creíbles y hablan con naturalidad y los escenarios, una parte fundamental del conjunto, se integran en la narración sin que nada chirríe. Porque al final de eso se trata: emplear una excusa que lleve al lector de una obra de Gaudí a la siguiente, intercalando por el camino datos e ideas que permitan comprenderlo mejor. Ese objetivo se consigue sin duda y con creces. No sólo se adopta el lenguaje de la serie negra, el asesino viene acompañado por fantasmas que susurran a los protagonistas desde el más allá, un guiño coherente con la espiritualidad de Gaudí. El gran problema, la mayor debilidad y probablemente único defecto del álbum es el villano, como ya he adelantado.
El Torres trata, a través de él, de mencionar un asunto peliagudo, como ha sido la relación de amor y odio que el mundo del arte ha mantenido con el genial arquitecto. Despreciado durante años, arrinconado, con la ciudad avergonzándose de unas excentricidades que no tenían cabida en el proyecto moderno, delirios de un católico y conservador, han sido finalmente los turistas, también menospreciados, quienes primero reivindicaron la obra de Gaudí, hasta alcanzar el respeto del que disfruta hoy en día. Nada nuevo, quienes acudan a la Casa-Museo de Víctor Horta en Bruselas, otro extraordinario arquitecto, podrán admirar en el sótano la maqueta de su Casa del Pueblo. El original fue derribado en los sesenta para erigir alguna mierda más moderna. Y todos conocemos casos cercanos de edificios o monumentos cuya presencia molesta a algunos rabiosos iconoclastas.

Esa incomodidad hacia un creador al que por otro lado se admira es encarnada por El Torres en la figura de su malo. Pero como es sabido no todas las buenas ideas construyen buenos personajes. Lo que no impide que este sea un trabajo que se puede disfrutar por muchos motivos y muy recomendable.
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viernes, 16 de octubre de 2015

CIENCIA FICCIÓN Y ESPIONAJE JURÁSICO

Kenia de Rodolphe y Leo, edita ECC ciencia ficción Kenia
Rodolphe y Leo
ECC Ediciones. Barcelona, 2015.
240 páginas, 25 euros.

Hace años el dibujante brasileño Leo nos deslumbró con su ciclo de Aldebarán, una espléndida saga de ciencia ficción. Ahora vuelve a hacerlo, acompañado por el guionista Rodolphe.


Kenia se compone de cinco álbumes que llegan agrupados en el formato de integral-mini, esto es, un poco más pequeño de lo que nos gustaría. Contiene muchos elementos de fantasía pero la acción no nos traslada a lejanas galaxias como en su otro trabajo, sino a un continente más cercano, África.

Lo que predomina es la mezcla. Hay extraterrestres, sí, pero también bestias prehistóricas, densas tramas de espionaje, pasiones desatadas en plena sabana africana, con un trasunto de Hemingway incluido, y no pocos apuntes sobre el colonialismo y las complejas relaciones entre blancos y negros. Los autores (Leo comparte la autoría del guión) completan su receta con innumerables componentes, como la elección de una época histórica muy interesante o el erotismo que ya puntuaba algunos pasajes de Aldebarán, para acabar de dar sabor a un plato realmente sabroso.

La historia habla de una serie de extraños sucesos que ocurren en un safari. Huellas de monstruos a los que nadie ha visto, cadáveres esparcidos por la sabana, hechos suficientes para despertar el interés del servicio secreto inglés, que envía a la zona a uno de sus mejores hombres, mujer en este caso. Pero los ingleses no son los únicos en investigar el asunto, lo que complica aún más las cosas. Se inicia una apasionante caza del monstruo que concluye con nuevos descubrimientos que podrían afectar al futuro de la humanidad si fueran revelados. Y hasta aquí puedo contar, sin arruinar mucho la lectura de un comic que se disfruta página a página.

Kenia de Rodolphe y Leo, edita ECC espionaje
La estructura del guión nos lleva de un lado a otro sin descanso, prestando especial atención a las sorpresas que se suceden atrapando al lector, a la construcción de personajes, con una protagonista de lujo, una aguerrida espía de fuerte personalidad, y abundantes secundarios, estrafalarios como el barón italiano y su castillo en medio de África o el escritor, un machista insoportable con una curiosa evolución y un trágico final. Todo da la sensación de estar bien pensado y mejor trabajado, es un producto refinado que no engaña ni decepciona al lector. También un gran disparate, una historia llena de fantasía cuyos componentes más alocados, sin embargo, se engarzan a la perfección sobre un entorno realista en el que la política más sucia juega un papel de primer orden.

La cuidada escritura se corresponde con la impecable realización gráfica. Leo mantiene su dibujo clásico al tiempo que personal y nos da incontables lecciones de narrativa. Atención a sus originales monstruos, a la expresiva actuación de sus personajes y a los claroscuros que emplea en algunos de sus fenomenales primeros planos. La única pega que podría poner se relaciona con el color de Scarlett Smulkowski, demasiado oscuro en general y que dificulta un poco la lectura. Pero dejando eso a un lado es una obra absolutamente recomendable.


En su momento había dejado escapar otra saga de los mismos autores, Trent. Corro ahora mismo a comprarla. Ya les contaré.
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viernes, 9 de octubre de 2015

DRAWINGCIRCUS: COMIC NOSTRUM 2015

Manifiesto del macho dominante - Jerónimo Puchero #5 de François Boucq
Manifiesto del macho dominante.
Norma Editorial. Barcelona, 2014.
88 páginas, 18,50 euros.

Este año los miembros del Cluster de Comic de las Baleares han decidido maridar su medio de expresión con el circo. El resultado no es apto para todos los públicos.


Pere Joan, el padre de una idea aceptada con entusiasmo por los comiqueros locales, insistió desde el inicio en que había que despegar el concepto “circo” de sus connotaciones familiares, aproximándolo al cabaret, al teatro experimental y a las manifestaciones más canallas y alejadas de los tiernos infantes. Así que mi primer consejo es, si piensan ir acompañados por sus hijos, antes de que traspasen las puertas de la carpa instalada en Sa Feixina asegúrense de que el espectáculo será adecuado para ellos.

El sábado 10 o el domingo 11 sí que se han programado actividades dirigidas a los críos, las tardes son algo más salvajes. No esperen tampoco grandes transgresiones, pero sí shows picantes y una voluntad general de ofrecer espectáculos inteligentes y adultos. En medio se incluirán algunas breves charlas con los autores invitados. Si desean verlos hablar y dibujar con más calma resulta aconsejable acudir a las masterclass de las mañanas. El aforo más amplio de la carpa del Circ Bover permite una asistencia mayor que la de años anteriores.

Comic Nostrum 2015: Drawing Circus
En fin, de lo que se trata es de romper con los modelos tradicionales de Salones del Comic y explorar nuevas fórmulas. Sonia, directora del evento, parecía muy preocupada ante la posibilidad de que no todos los números fueran perfectos o de, en pocas palabras, hacer el ridículo. Al fin y al cabo hablamos de dibujantes que han construido micro-espectáculos y se enfrentan a la pista del circo y a un público en directo en muchos casos por primera vez. Las posibilidades de que todo salga mal son muchas.

O ninguna, en mi opinión. Esos pequeños shows saldrán mejor o peor pero al menos habrán demostrado las ganas del colectivo de reinventarse, de no acomodarse en fórmulas con las que no es posible competir con los grandes núcleos, al menos mientras los presupuestos que se manejan sean tan limitados como aquí. Así que, si no se puede traer a tantos autores como en La Coruña o Madrid, ni montar las expos de Barcelona, lo mejor es salirse por la tangente ideando algo como la chifladura circense que les ha atacado este año. No faltan las estrellas invitadas: Boucq, Cruchaudet o Acuña entre otros, ni muestras de tanto interés como la de Transits, inaugurada la semana pasada, o la de Boucq que se abría ayer. Pero lo importante es el salto sin red que el Cluster ha dado este año, su apuesta por lo diferente, lo freak, la diversión y el desbarre que el circo asegura. En este caso no importan los resultados, el espectáculo ya ha comenzado y nada puede pararlo.

El macho dominante


Dentro de la programación quiero destacar la presencia de Boucq, uno de los grandes autores del comic europeo, un maestro que álbum a álbum ha generado eso que se llama “un mundo propio”. En ocasiones solo y otras acompañado. Desde el principio de su carrera llamó la atención su dibujo siempre al borde de la caricatura, realista sí, pero al tiempo grotesco, distorsionado, sus tipos con espaldas como armarios, la fealdad de sus mujeres, sus espléndidas perspectivas, su capacidad para convertir lo habitual en extraordinario y su tremendo y surrealista sentido del humor. Esas características se mantenían incluso cuando, colaborando con otros guionistas, adoptaba tonos más serios. Tanto en La mujer del mago como en Boca de diablo, escritas por Charyn, podía sentirse cómo Boucq refrenaba sus tendencias más disparatadas para ajustarse a los dramas que contaba. Sin embargo, algo de la irrefrenable expresividad que define su trazo permanecía en la superficie, aportando unos acabados inimitables y muy adecuados a las sórdidas historias. En ambas brillaba su habilidad para la representación de amplios espacios, perspectivas naturales o arquitectónicas, casi imposibles para otros autores y que él resolvía con naturalidad.

François Boucq expo en Palma de Mallorca 2015 Comic Nostrum CAC Ses Voltes
A ese lado más serio él sumaba su obra personal, de un humor irónico e intransferible, con cierta influencia de la revista Mad. Episodios breves entre los que destacaba la inimitable secuencia del beso, ¡ningún lector que la haya visto podrá olvidarla jamás!. De aquellas anécdotas también surgió un héroe incierto, el gran Jerónimo Puchero, un apacible burgués, padre de familia y aparentemente tranquilo que escondía sin embargo una fiera en su interior. Con el tiempo sus aventuras ocuparían álbumes completos.

Luego llegó Jodorowsky, con quien trabajó en la enloquecida Cara de Luna, una bizarra metáfora ambientada en una dictadura a la que se enfrentaban diversas facciones, con los típicos episodios de crueldad que le gusta incluir al chileno. Boucq refinó aún más su ya excelente dibujo para su siguiente colaboración con él, Bouncer, un western lleno de venganzas y personajes irrepetibles que se extendió por seis álbumes. Mientras el guión se recreaba en los pasajes de violencia y destrucción, el dibujante añadía nuevos tramados a su ya barroco grafismo, maravillando a sus lectores con sus panorámicas del oeste más salvaje. No contento con esto, inició nuevas series.

En el registro humorístico, lo intentó con Rock Mastard, una fallida parodia de Indiana Jones. Tampoco resultó muy convincente su participación en Janitor, donde volvía a su vertiente más seria y contenida. Más calidad tuvo otro intento en la misma dirección, un episodio de la saga XIII Mystery: Coronel Amos. Un buen guión le permitió lucirse con una entretenida aventura de agentes dobles y en la que los muchachos de la CIA intentaban descubrir a un agente del Mossad infiltrado al más alto nivel. ¿Adivinan quién era? Boucq volvía a dar toda una lección de dibujo aunque también permitía apreciar los límites de un artista prodigioso al que aparentemente no se le resiste nada. Es grande en el dibujo de espacios, de la figura humana y animal y todo lo que hace comunica bien, va cargado de expresividad. Pero sus personajes tienden a no tomarse a sí mismos demasiado en serio. Su tendencia humorística, sus juegos metalingüísticos en los que los protagonistas son conscientes de actuar en un comic, parecen contagiar a sus historias serias, de forma que las actuaciones, cuando se trata de verdadero drama, siempre chirrían un poco. Cuando la cosa se pone grandilocuente no hay problema, pero nunca es del todo convincente en las distancias cortas. Lo suyo siempre es “más grande que la vida”.

Pecata minuta, defectillos sin importancia en el conjunto de una obra extraordinaria, fruto del esfuerzo de uno de los grandes. Un último apunte para un episodio de una de sus últimas obras publicada en España, ese Manifiesto del macho dominante protagonizado nuevamente por Puchero. Aunque es evidente el cariño que siente por ese personaje, que comienza siendo una parodia del buen burgués y sus repetitivas costumbres, con el paso de los años se ha acentuado una sensación, la de que Boucq realmente envidia a su héroe, como si las bromas apenas ocultasen una rendida admiración por las costumbres de ese buen salvaje urbano. Si no me creen relean el capítulo dedicado a la monogamia, con Puchero rechazando las ofertas de todo tipo de hembras, humanas y animales, anoréxicas y voluptuosas. Es enternecedor y tronchante. Mañana Boucq y Cruchaudet “actuarán” en Sa Faixina, a los pies de ya-saben-qué-monumento. No se lo pueden perder.
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viernes, 2 de octubre de 2015

LA ESCUELA BRUGUERA: ANACLETO

Anacleto agente secreto de Vázquez

El estreno de la película sobre Anacleto, el clásico personaje de Vázquez, es una excusa tan buena como cualquier otra para reflexionar sobre la popular “Escuela Bruguera”.


Cuando se habla del legado de la editorial tiende a hacerse recurriendo a algunas oposiciones básicas. La primera sería la que la enfrentaba con su gran competidor de la época, el TBO. En el discurso que ha quedado establecido Bruguera aportaría un mayor realismo, una visión crítica, frente al conformismo burgués del TBO. Es cierto que había violencia y muertos de hambre en las historietas de Bruguera. Pero no lo es menos que La familia Ulises permanece como el gran retrato de la clase media de este país.

El problema reside en la idea de “realismo” que se defiende. El que se centra en lo negativo y desvela las contradicciones del capitalismo es buen realismo. El que aplaude sus aciertos y describe a gentes de bien, compasivas y decentes, malo. Bruguera asienta así un modelo que con el tiempo se ha convertido en conducta habitual de los protagonistas de nuestras series de ficción. Los bondadosos habitantes del TBO no tienen herederos. En cambio los rastreros, pelotas, chapuzas y miserables antihéroes de casi todas nuestras sagas televisivas llevan en sus genes la marca de Bruguera.

Por supuesto, estoy simplificando. En Bruguera participaron muchos y variados autores que no encajan con facilidad en esta descripción. Pienso en el noble Raf o en Segura y tantos otros. Pero el tiempo ha reducido la aportación de la editorial a dos nombres, tan opuestos como similares: Ibáñez y Vázquez. Ambos se parecían porque los dos trabajaron con personajes poco ejemplares.

Curiosamente, Vázquez, que hizo de la trampa un arte, supo insuflar más brío a sus creaciones. Sus héroes tienen una vitalidad contagiosa y hasta sus quejas son simpáticas. Hace unos años rodaron una película sobre él y también Paco Roca lo empleó como personaje en una de sus novelas gráficas. Allí era presentado como un desclasado que traicionaba a sus compañeros dibujantes. Mientras aquellos intentaban editar una revista para liberarse de la opresión de Bruguera, Vázquez los engañaba e Ibáñez se ofrecía a sustituirlos a todos, como el perfecto esquirol.

Anacleto agente secreto de Vázquez
Mi visión de Vázquez se resume en una anécdota de la que fui testigo. Hace años le invitamos al Salón del Cómic de Gijón y allí se le alojó en un hotel. Era un tipo alegre, bromista y amante de la farra. Así que una noche llegó a las tantas al hotel, donde le esperaba la policía. Parece ser que había dejado una cuenta sin pagar en otro establecimiento, nada raro tratándose del “tío Vázquez”. Según nos contó la recepcionista, a los pocos minutos ya estaba bromeando con los agentes, haciéndoles dibujitos y consiguiendo que se olvidaran de los cargos. Durmió tranquilamente en su cama. Vázquez era un genio que tenía mucho peligro.

También tengo otra anécdota para definir a Ibáñez, en otro certamen gijonés. Como saben, y él no se cansa de repetir, fue empleado de banco. Durante años compatibilizó su trabajo como contable con sus tareas como dibujante. Sus lectores recordamos cómo se autorretrataba atado a la mesa de dibujo, incluso en vacaciones, con el editor siempre exigiéndole planchas que faltaban. Él sí ha tenido un éxito prolongado, con Mortadelo y Filemón traducidos a innumerables lenguas y también con adaptación cinematográfica. Cabe decir que en persona no tiene ninguna gracia, repite una y otra vez los mismos chistes y acaba siendo cargante, al contrario de Vázquez que era un caradura muy simpático. Los lectores de Ibáñez siempre le recuerdan El sulfato atómico, el álbum donde demostró que podía dibujar tan bien como Franquin (a quien ha “citado” en muchas historietas de Sacarino por ejemplo). Ibáñez explicaba que no había vuelto a dibujar de manera tan laboriosa porque, en el tiempo que había empleado en hacer aquel álbum, más cuidado, podía dibujar dos o tres de los “normales”. No se había vendido más así que ¿para qué esforzarse? Esa era la lamentable actitud que tenía hacia su propia obra.
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viernes, 25 de septiembre de 2015

EDAD MEDIA Y CÓMIC

La Crónica de Leodegundo - el cómic de la Edad Media Gaspar Meana España Medieval

Las imágenes con que visualizamos la Edad Media hacen honor a su apelativo de época oscura. En sus representaciones cinematográficas y tebeísticas la evolución ha consistido en una progresiva incorporación de roña. 


De El Príncipe Valiente a Las torres de Bois-Maury lo primera diferencia que el ojo encuentra es la suciedad. Se acabaron las capas impecables de la corte del rey Arturo, bienvenidos los trapos hechos jirones y manchados de barro.

El realismo nos habla de una sociedad en la que unos pocos amos deciden el destino de muchos siervos en régimen de esclavitud. El Renacimiento supone el fin de la anomalía medieval, el triunfo de la razón sobre la superstición cristiana y su reinado de terror. En ese universo oscuro llaman nuestra atención los coloridos vikingos. Basta mentarlos para que acuda a nuestra memoria la imagen de un Kirk Douglas tuerto en la clásica película de Fleischer. ¡Ah, los vikingos, que tíos tan brutos, pero qué simpáticos, cuánto entusiasmo!

Repasando con Gaspar Meana los álbumes que componen el cuarto volumen de su magna obra La Crónica de Leodegundo (el mejor comic histórico que yo recuerdo), que la UIB lanzará a finales de año, le expresé mi admiración por las secuencias protagonizadas por los vikingos. Por supuesto, ya no pasean sus tradicionales cascos con cuernos. Hermann incluyó uno en su saga y tuvo que ponérselos argumentando que si no nadie lo reconocería como vikingo.

Gaspar, siempre fiel a la verdad histórica, prescindió de tan llamativo complemento pero se arriesgó a cometer un error aún mayor. Según me comentaba, no existen pruebas concretas de una incursión vikinga en Gijón como la que él relata. Pero lo hizo basándose en dos razones. Una era, si se quiere, argumental. Las convulsiones que se suceden tras la muerte de Alfonso II, que culminan con la aniquilación de sus seguidores, no podían explicarse sin la aparición de un factor externo, un suceso dramático que generase el clima necesario para las revueltas. Él supone que el ataque vikingo fue aquel factor. Pero además se apoya en ciertos textos que mencionan un ataque “crudelísimo”. Me explicó que los astures estaban acostumbrados a las incursiones de los moros, que eran tan numerosas que apenas aparecían en las crómicas. Que una en concreto se detallase y además expresando sorpresa por su crueldad, delataba, en su opinión, que no había sido lo habitual. Los hombres del norte se habían dejado caer.

La Crónica de Leodegundo - el cómic de la Edad Media Gaspar Meana España Medieval
Hay una serie televisiva que aborda el tema, una recreación terriblemente veraz de los usos y costumbres de los vikingos. Yo había visto secuencias sueltas de la primera temporada y encontré especialmente horrorosa la escena de los sacrificios humanos. De una manera muy inteligente el guión oponía la fe de un monje cristiano capturado por los bárbaros y temeroso por su vida, frente a la convicción arrogante de uno de los vikingos que sonreía mientras era degollado para complacer la sed de sangre de Odín y compañía. Gaspar coincidía conmigo en que el cristianismo, con todos sus excesos, al menos había traído cierta compasión frente a las prácticas anteriores, cierta humanidad. Cada vez más nos rodean muestras de neopaganismo, se recuerda que Todos los Santos ocultaba una anterior celebración de los muertos y que cada festividad cristiana es una suerte de engaño, frente a la romería original. Todo eso está muy bien, pero no olviden en que consistían aquellas fiestas.

Este verano tuve ocasión de zamparme, casi por sorpresa, la que supongo es la segunda temporada de Vikingos. Una noche se pusieron a echar un episodio tras otro, hasta dejarme sin aliento. Me admira la inteligencia del guión, al graduar la mirada del espectador, dándole pistas y preparándole para la gran escena. El héroe es acompañado por su hijo, todo un mocetón al que se le permite el honor de degollar a un enemigo capturado. Ahí se nos recuerda la importancia del valor, de no quejarse ante la adversidad. Si lloriqueas ante el verdugo no entras en el Valhalla, se siente. Se percibe la angustia en los ojos del joven, que teme no estar a la altura cuando el momento supremo llegue. De hecho, todos los personajes padecen ese mismo miedo existencial, dada la extrema dureza de su código ético.

Incursiones vikingas en la España del Medievo
El caso es que capturan a un reyezuelo con engaños y deciden sacrificarlo. Como “honor” le anuncian que le practicarán la ceremonia del “águila que despliega sus alas” (cito de memoria). El protagonista explica a su hijo en qué consiste: con un cuchillo se abren dos grandes huecos en la espalda del sujeto, se le parten las costillas con un hacha y, finalmente, se extraen los pulmones y se depositan sobre sus hombros, para que parezcan un par de alas desplegadas. Todo esto, por supuesto, con la víctima viva. Y, por supuesto también, sin que ésta se queje ni lloriquee, so pena de perder el acceso a la residencia de los dioses. Como el mismo condenado dice: “aseguran que es muy entretenido, sobre todo para el que lo padece”. En fin, el proceso se estira todo lo posible para que vayamos visualizando la salvajada, hasta que llega un momento en que apenas necesitamos verla para imaginarla en toda su crudeza. Como vuelta de tuerca final engañan al preso haciéndole creer que un traidor le ayudará a escapar. Cuando llega al patio están todos esperándole y él acepta con orgullo el suplicio.

El resto es casi insoportable. El realizador no se entrega a un delirio gore ni nada por el estilo. Pero como nos ha hecho partícipes de la angustia de la víctima, apenas necesita un poco de sangre o el ruido del hacha destrozando huesos para helarnos la sangre en las venas. El condenado aguanta hasta el final, y todavía tiene tiempo de exhalar un último suspiro cuando los pulmones ya han sido arrancados de su pecho. ¡Eso sí que eran fiestas!
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