viernes, 24 de junio de 2011

STEPHEN KING: APOCALIPSIS

Stephen King: Apocalipsis - Pesadillas americanas de Aguirre Sacasa, Mike Perkins y Laura Martin
Aguirre-Sacasa, Mike Perkins y Laura Martin
Panini Comics. Barcelona 2011.
144 páginas. 17,95 euros.

OTRO BUEN GUIONISTA


Entre los últimos títulos superheróicos publicados, apenas puede destacarse alguno de interés. La excepción la marca un guionista a quien ya habíamos apreciado en trabajos anteriores: Roberto Aguirre-Sacasa.


Como siempre, no se fíen de los dibujos. Han llegado a las librerías especializadas diferentes volúmenes firmados por dibujantes respetables. Pero sus esfuerzos son baldíos, al no estar apoyados por un buen guión. Es el caso del español Daniel Acuña en Viuda Negra. Su lápiz y la forma en que aplica el color son agradables, pero de nada sirven si la historia es ininteligible y soporífera. Algo parecido le ocurre al gran Steve Dillon en Punisher: Kingpin. Al menos consigue que el relato de Jason “Scalped” Aaron se entienda, pero sólo para que apreciemos mejor el abismo que le separa de Ennis, a quien con terrible torpeza intenta imitar. Por último, Frank Cho pone toda la carne en el asador en Nuevos Ultimates y Jeph Loeb nunca decepciona del todo, pero tampoco convence. Un arranque confuso para un relato que no consigue hacernos olvidar a Millar y Hitch. Le falta convicción, garra.

Un pequeño paréntesis. Doy por supuesto que siguen la serie The Boys, donde Ennis nos demuestra su buena forma y que su visión del mundo no excluye una idea muy clara de la inocencia. Algo que muchos otros guionistas parecen haber olvidado. Cierro paréntesis.

Llegamos así a Aguirre-Sacasa a quien conocíamos por una saga de los Cuatro Fantásticos que nos había dejado un buen sabor de boca.

Viñeta de Stephen King: Apocalipsis - Pesadillas americanas de Aguirre Sacasa, Mike Perkins y Laura Martin
Ahora firma Marvel Divas, aventuras protagonizadas por unas cuantas enmascaradas de segunda división. Le acompaña Tonci Zonjic, que dibuja con precisión, frescura y una sencillez sólo aparente. El tono de la historia es bastante frívolo lo que permite a quien firma el prólogo la inevitable cita a Sexo en Nueva York, una teleserie cuyo éxito nunca podré entender. Soy admirador confeso de otras ficciones catódicas como Friends, que podría ver de rodillas. Pero en cuanto veo aparecer a la Sarah Jessica Parker me pongo de los nervios. Por no hablar de los diálogos y demás. Así que aviso para navegantes: esto tiene poco que ver con aquello. Precisamente la habilidad de Aguirre-Sacasa consiste en escribir un arranque que parece de comedia de solteras salidas, para bruscamente girar hacia el drama cuando una de las protagonistas descubre que tiene cáncer. No se asusten, el guionista no se solaza con la tragedia y las lágrimas. Sin abandonar la seriedad que el asunto requiere, consigue mantener un tono ligero y resolver la aventura con una mirada positiva y esperanzada. Una historia difícil que pocos habrían sido capaces de sacar adelante con tal habilidad.

Así que como seguramente después de esto querrán más, yo les recomiendo la adaptación que Aguirre-Sacasa está escribiendo de la novela de King, Apocalipsis. No he tenido el placer de leer el original literario pero su plasmación en viñetas está muy bien. Perkins, el dibujante, es de estilo más realista que Zonjic, un poco en la línea de Neal Adams o Brent Anderson. A veces se pasa con la gestualidad pero realiza en general una buena labor en la que destacan su tratamiento de las arrugas y sus generosas masas negras. El relato nos cuenta la clásica plaga que azota los Estados Unidos matando a gran parte de la población. Hay un escasísimo grupo de supervivientes, en quienes se centra la acción y parece que se prepara un gran enfrentamiento entre las fuerzas del bien y del mal. Y es que, pese a su planteamiento básicamente “realista”, también entra en escena un personaje que más parece una pesadilla que otra cosa. Veremos. En sus dos primeros volúmenes Apocalipsis presenta el escenario de la historia y a algunos de sus personajes. Según parece serán muchos más, todos llenos de matices y sorpresas. Todo lo que ofrece hasta el momento es bueno y no faltan los momentos de puro terror, como esa travesía bajo el túnel en la oscuridad. No puedo, sin haber leído la novela, determinar qué parte del guión ha sido la aportada por Aguirre-Sacasa, pero desde luego su calidad es muy alta. Y me compraré el próximo tebeo que venga firmado por él.
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viernes, 17 de junio de 2011

Por el imperio. Merwan y Vivès

EL CAMINO A NINGUNA PARTE

Por el imperio
Merwan y Vivès
Diábolo Ediciones. Madrid 2011.
64 páginas, 15,95 euros.

Vivès se dio a conocer con unas peculiares historietas en las que lo cotidiano se transformaba en maravilloso gracias a su personal grafismo. Ahora nos sorprende con un relato épico en tres partes.

Con La fortuna se cierra esta aventura en la que un grupo de exploradores, aparentemente romanos aunque no se precisa, buscan por el mundo nuevos territorios que ofrecer a su emperador. El tono de la historia recuerda a ciertas películas del descubrimiento de América. No sé ustedes pero yo siempre me he preguntado porqué los americanos del norte han creado un género espléndido y vital a partir de sus complejas relaciones con los nativos americanos, mientras que en el sur todos los intentos de explicar la epopeya de la conquista de América se saldan con truños del calibre del Dorado de Saura o el Aguirre de Herzog. La cuestión es que tal y como se nos cuenta, aquello fue un pestiño, un latazo insufrible, con el clásico grupo de aventureros adentrándose en selvas siempre inescrutables, rodeados por tribus a las que nunca vemos y condenados irremediablemente a la locura y la autodestrucción.

Pues bien, más o menos eso es Por el imperio. Pero debo admitir que no carece de cierta fuerza. Los autores imaginan lugares legendarios, del país de las amazonas a una suerte de biblioteca universal plagada de monstruos y gigantes. Esa sensación de enfrentarse a lo desconocido, de pisar tierra ignota más allá de todo límite, resulta sobrecogedora y creíble. Y además va acompañada de buenas dosis de crueldad, de un tono empeñado en dejar atrás anteriores aproximaciones más estilizadas. Aquí la gente mata y muere sin remordimientos, algo por otro lado característico de las últimas aproximaciones televisivas a una antigüedad despojada de los filtros cristianos. De la un poco más seria Roma a la zarrapastrosa Spartacus, si en algo coinciden estas nuevas ficciones es en la ausencia de piedad y en la violencia que domina todas las relaciones.

Así que las sensaciones son ambivalentes. Por una parte sabemos desde el principio que no vamos a ninguna parte. El grupo protagonista está condenado de antemano al fracaso o la muerte. Pero por otro lado se nos cuentan andanzas entretenidas y paseamos por lugares sorprendentes. La gran baza es el dibujo de Vivès, que sigue en buena forma. Recientemente recibía en mi blog un comentario anónimo que calificaba una de las obras de este dibujante como “lo más baboso que había leído en años”. Y es cierto que su trabajo oscila entre lo blando y lo sugerente, con cierta tendencia al efectismo. Pero…

Aquí sorprende con una línea mínima, casi miserable, que apenas esboza un conjunto de personajes al borde siempre de la desaparición. Maneja bien las planos generales y llama la atención la grandiosidad que consigue con dibujos tan pequeños. Su grafismo ya de por sí raro, resulta aún más extraño debido al color que le acompaña, cargado de sugerencias y texturas. En contra, cierta indefinición general que nos impide reconocer bien a todos los personajes y una tendencia a que el color oscurezca en exceso situaciones ya confusas. Todo ello, por supuesto, nos distancia de lo narrado, acentuando su carácter onírico, como de pesadilla.

En fin, como en anteriores entregas de Vivès, un conjunto agridulce. No es un tebeo redondo ni mucho menos. Pero sensorialmente es interesante y explora territorios formales poco habituales en el comic.
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viernes, 10 de junio de 2011

Nocilla experience. La novela gráfica.

EL AZAR Y LA NECESIDAD

Nocilla experience. La novela gráfica.
Pere Joan y Agustín Fernández Mallo
Alfaguara. Madrid, 2011.
192 páginas. 18 euros.


El año pasado Pere Joan escribía el guión de Duelo de caracoles, que era transformado en imágenes por Sonia Pulido. Este año cambia de papel, dibujando una adaptación de la novela de Fernández Mallo.

Curiosamente, aunque toda su obra puede calificarse “de autor”, con unas características temáticas y formales muy particulares, Pere Joan nunca ha tenido problemas en colaborar con otros guionistas o dibujantes. Consigue apropiarse de esas historias que no son suyas o llevar a los demás a su terreno. En este caso, aunque realiza una adaptación muy fiel a la novela original, quitando sólo los textos que repetían lo que sus imágenes ya mostraban, sentimos cómo nos transporta a sus asuntos habituales. Esas geografías de la ambigüedad, como esas rocas batidas por el mar donde los personajes de los percebeiros buscan su fortuna y lo blando da forma a lo duro. Pere Joan siempre ha investigado las transiciones, los cruces, las intersecciones, espacios donde una cosa se transforma en su contrario. Por eso su rechazo a las estructuras, a cualquier tipo de rigidez. Fiel a sus intereses, su dibujo avanza en dirección contraria a esa perfección geométrica que subyuga a tantos creadores actuales. Él investiga una blandura servida por un trazo convulso, en el que un conjunto de aristas y esquinas levantan configuraciones aparentemente fofas y con tendencia a la desintegración.
En fin, aquí realiza un buen trabajo, convirtiendo en imágenes textos no tan sencillos de visualizar. Para ello recurre a un lenguaje que ya se había paseado por su monumental Azul y ceniza. Me refiero a esos pictogramas tan personales que intercala con naturalidad en su ya simplificado dibujo. La historia se deja leer gracias a una sabia combinación de imágenes y textos y, a pesar del peso de estos últimos, no puede hablarse de una obra pesada, desde el punto de vista narrativo.

Otra cuestión es el argumento. En sus solapas los editores nos dan algunas pistas de lo que vamos a encontrar: “Harold acaba su última caja de cereales, deja conectada su primitiva videoconsola y decide recorrer Norteamérica durante un lustro. Un tipo que maneja las grúas del puerto de Nueva York diseña una casa para suicidas. En Basora, un marine se enamora de una irakí en el instante en que la encañona. Un tal Julio da forma a una Rayuela alternativa..." Hay muchas otras, de los ya citados percebeiros al tipo que pinta chicles por la calle, pasando por la que viaja en un coche de madera. Fernández Mallo construye un puzzle gigantesco, con sucesos de aquí y de allá, buscando aportar un aire global y cosmopolita a su narración. Todo este rollo collage, transgenérico o, si lo desean, afterpop, según se describe en la contra, es más viejo que el hambre. Hace ya mucho que asistimos a pruebas con relatos no lineales, con mezclas espaciales y temporales donde el protagonismo se divide entre un montón de personajes. No tengo problemas con el procedimiento. Pero sí con sus resultados.

Por un lado, por razones puramente narrativas, de entretenimiento. Al abandonar una estructura convencional y dispersar la atención entre varios protagonistas, el interés corre el peligro de disiparse. Considero que se necesita mucho talento para fabricar una de esas composiciones corales en las que surge un orden entre un montón de voces que se alzan al mismo tiempo. Casos como Plácido del gran Berlanga, o el Tiovivo 1950 de Garci, una película excepcional que funcionaba por acumulación de fragmentos y de la que sorprendentemente nadie habla. Cuando falta esa capacidad para construir un todo a partir de la variedad, como lector pierdo interés y me distancio de lo narrado.
Con esto llegamos a un segundo tipo de razones, aun más preocupantes que las anteriores, puramente formales. No se llega a esta construcción porque sí. A lo largo de toda la narración se insiste en dos conceptos aparentemente opuestos: por un lado la idea del azar que gobierna nuestras vidas. Y por otro una reducción de lo humano a sus términos biológicos y hasta atómicos. Somos parte de un todo y, por tanto, no somos nada. A partir de semejantes premisas, lógicamente, no puede haber relato. Y no lo hay. Sólo una acumulación de anécdotas, de situaciones chispeantes, sorprendentes o excéntricas. Pero nada que pueda interesarnos. Los humanos somos amebas en el microscopio del autor, que narra divertido una sucesión de hechos chocantes. Pues que lo disfrute otro, yo soy incapaz.
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viernes, 3 de junio de 2011

Fernando Vicente. Universos.

EL DIBUJO COMO PROFESIÓN

Fernando Vicente. Universos.
Ilustraciones 1984-2011.
Casal Solleric. Palma.
Del 20 de abril al 7 de agosto de 2011.

Desde hace ya más de un mes puede verse en Palma una gran muestra dedicada a Fernando Vicente, conocido entre los aficionados al cómic por su participación en la revista Madriz.

El autor casi no ha vuelto a aproximarse al mundo de las viñetas. Resulta curioso que una revista tan mitificada por la crítica apenas produjera creadores que continuaran en el medio. Tres de los más conocidos han colgado su obra en el Solleric en los últimos años: Javier de Juan en 2003, Ana Juan en 2006 y ahora Vicente. Los tres han disfrutado de carreras muy fructíferas… al margen de los tebeos. En todo caso son grandes ilustradores y cualquier aficionado al dibujo puede apreciar su trabajo.

Vicente es sobre todo conocido por su colaboración con un periódico de tirada nacional. Paseando por esta retrospectiva inmediatamente quedan claros sus puntos fuertes: una enorme capacidad de producción y una técnica impecable, que destaca especialmente en su tratamiento de la pincelada, muy fresco y directo. El suyo es el trabajo de un maestro, que resuelve con aparente facilidad cualquier encargo. Su gama de color y el particular balanceo de sus figuras son característicos. Comparte con sus compañeros en el Madriz otro aspecto, como es la mejora de sus imágenes cuando abandona la publicación. En su caso tiene una explicación muy sencilla ya que se pasó un porrón de años curtiéndose en una agencia. Período en que su labor permanecía en el anonimato y su habilidad mejoraba. Por eso el “nuevo” Vicente resulta tan llamativo.

No me cuento entre sus fans. Reconozco su capacidad pero adolece de cierta frialdad que me distancia. Donde algunos (muchos) ven elegancia, yo percibo un amaneramiento poco convincente. La exposición confirma algunos de mis prejuicios, especialmente en la serie de las pin-ups, muy poco sexys y casi masculinas. Por otro lado, debo admitir que no tengo reparos ante sus caricaturas, sin duda lo mejor de la muestra, sólidas y perfectamente ejecutadas. O su serie de mapas, un capricho gráfico muy seductor. Un último apunte para sus excelentes vistas de Mallorca, que se enseñan con más detalle en el catálogo. El proyecto ha sido comisariado por Juan Roig, que incrementa así su larga lista de trabajos relacionados con el mundo del cómic y la ilustración. Tuve el honor de colaborar con él en el pasado y sigue en plena forma. Escribe una breve pero intensa presentación del autor y luego el libro se completa con una larga entrevista realizada por Álvaro Pons.

Recordar también el breve paso por Palma de la exposición dedicada a Joan Escandell, con motivo de las jornadas Comic Nostrum de este año. Venía de Ibiza acompañada por un digno librito donde el veterano profesional desgrana algunas de las claves de su carrera. Es casi obligado prestar atención a creadores que han dedicado toda su vida al dibujo y apenas son conocidos por el público. En este caso la coordinación corre a cargo del esforzado Juanmi Morey, responsable de las jornadas.

Además, hace algunas semanas se presentaba como proyecto fin de carrera en la Escuela Superior de Diseño de Palma (rechace imitaciones), el catálogo para la expo que Max ha abierto en Valencia. Otro libro excelente, diseñado por su hija Aina, que aglutina imágenes de todas las etapas del autor, reproducidas con esmero. Comisariado por la incombustible Marta Sierra, edita Kalandraka.

Cierro esta crónica adelantando la exposición que preparo para el Solleric: Josep Mª Blanco Ibarz, uno de los grandes dibujantes del TBO. Si todo va bien el autor nos acompañará en septiembre. Constituirá un gran homenaje no sólo a un creador extraordinario y muy divertido sino también a una revista mágica que injustamente va cayendo en el olvido.
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