88 páginas, 20 euros.
Dupuis
UNA NUEVA SINGLADURA
Nada mejor para rematar el año que zamparse el nuevo volumen de las aventuras del Gavilán. Resulta especialmente recomendable en estas fechas debido a su abultado precio.
Si el primer ciclo ya no estaba al alcance de todos los bolsillos, al menos allí se reunían un montón de álbumes que nos aseguraban una lectura prolongada. Este es sólo el primero de un segundo ciclo y en él encontramos el prólogo a lo que sin duda será una gran aventura. Así que aconsejo pedirlo como regalo navideño para disfrutarlo sin pensar en la dolorosa relación entre páginas y precio.
Superados estos lamentables y mundanos asuntos, recordemos que estos son días para hacer balance y valorar lo que realmente nos importa y aquello de lo que podemos prescindir. Sin duda nos han salido más caros todos aquellos tebeos de precio menor pero de calidad tan ínfima que rápidamente abandonaron el espacio que ocupaban en nuestras estanterías. El Gavilán, en cambio, es una obra clásica, un comic hecho con amor, a la antigua, cuidando el detalle y que nos brinda una diminuta obra de arte en cada viñeta. Y no hablo sólo del dibujo, cuya calidad está fuera de toda duda; con cierto parecido a Juillard pero mejor en el empleo del color y menos frío en los personajes. Pienso sobre todo en el guión, tan bien construido como en el primer ciclo. Con precisión y calma.
La historia comienza en Canadá donde un hombre consigue transmitir un mensaje justo antes de morir. Le arrancan un trozo de espalda y ponen la piel a curtir ya que en ella está grabada esa misiva para el rey de Francia. En Versalles, meses más tarde, el Gavilán recibe el encargo de completar esa misión en la que el anterior enviado ha fracasado, con trágicas consecuencias como ya sabemos. Antes de abandonar el lugar atentan contra su vida, algo que se repetirá en sucesivos intentos de abortar su viaje. Los conspiradores, algunos muy cercanos al rey, se reúnen en tenebrosos antros planeando diversas formas de acabar con el aventurero. Todo esto bajo esos grises cielos de Bretaña que ya conocíamos del anterior ciclo. También se repite el ambiente marino que delata la fascinación del autor por unos veleros que describe justamente como “catedrales del mar”.
En fin, el Gavilán arregla su nave y enrola a los hombres más adecuados para su tripulación, aunque algunos sean tan poco recomendables como ese Villéon al que saca de la cárcel. El volumen se cierra con el héroe flotando en el agua, la cabeza abierta por un disparo. Todavía respira, mientras nosotros contenemos la respiración hasta que se publique el siguiente episodio. Todo es sutil, realizado con esmero y respetuoso con el lector. Yo no sé ustedes, pero yo hacía tiempo que no me sentía tan bien tratado leyendo un tebeo. Ahora sólo falta que sea un éxito y le bajen el precio para alcanzar la perfección. ¡Feliz Año Nuevo! Leer más...