viernes, 28 de febrero de 2020

KICK-ASS LA CHICA NUEVA DE MILLAR Y ROMITA JR.

KICK ASS: LA CHICA NUEVA Libro primero de Mark Millar y John Romita Jr.
Evolution-Panini. España, 2019.
160 páginas, 18 euros.


"TENÉIS QUE APRENDER..."
Tras las adaptaciones cinematográficas y varias secuelas, la saga de Millar y Romita Jr.  no parecía capaz de ofrecer nuevas alegrías. Sin embargo, esta última entrega resulta tan sorprendente como satisfactoria.


Primero un apunte para el buen estado de forma de Romita Jr. No lo tenía fácil. Su padre es una figura legendaria, un dibujante sólido al que asociamos con una de las etapas más brillantes de Spider-Man. A su lado el hijo siempre parecía más estilizado y blandito. Pero ha hecho de ese rasgo virtud, se ha concentrado en los personajes y sus emociones y con cada nuevo trabajo nos deslumbra. Resulta muy convincente y apropiado para el “Superman Año I” que está facturando con Miller. Y no se me ocurre un artista mejor para este nuevo “Quick-Ass”. Porque Romita Jr. es muy eficaz en las escenas de acción, que suele despachar en espectaculares y enormes viñetas, pero también expresa muy bien la poética, los sentimientos de sus actores. Y eso, en guiones como los del dúo Miller-Millar, es crucial.


Respecto al argumento lo más destacable es su protagonista. Millar abandona a Peter Parker y a todos los quinceañeros bienintencionados que aquel representa y desplaza su concepto hacia territorios muy diferentes. El “Quick-Ass” original partía de una idea muy simple: todos podemos ser héroes. Es una cuestión de convicciones y disciplina. Hay que tener la voluntad necesaria para enfrentarse al mal. En este caso la heroína es una suerte de “Teniente O’Neill” que cuando regresa de pelear en Oriente Medio descubre que su maridito artista la ha dejado colgada.

KICK ASS: LA CHICA NUEVA Libro primero de Mark Millar y John Romita Jr.Sus planes de volver a la universidad deben aplazarse ante la necesidad de encontrar un trabajo con el que alimentar a sus hijos. Esas primeras secuencias que sitúan los sucesos que se desarrollarán a continuación son especialmente eficaces. Millar describe a una auténtica heroína de clase trabajadora, esa veterana que ha de adaptarse a una nueva situación que para nada encaja con lo que tenía planeado. Se nos brinda una descripción muy objetiva de la vida de algunos ciudadanos no demasiado afortunados, al tiempo que se nos recuerda la escasa atención que los políticos prestan a sus problemas. Millar aprovecha para criticar a Trump, a quien retrata como la solución desesperada que buscan muchos de esos desgraciados abandonados por el sistema.

La protagonista de este nuevo “Quick-Ass” no es la Capitana Marvel, pero al final consigue ser una super-heroína mucho más empoderada que todas las pavas glamurosas que hemos visto desfilar últimamente por tebeos y salas de cine. Decide que los malos amasan mucha pasta y que ella tiene las habilidades necesarias para conseguir ese dinero. Se pelea con unos cuantos mafiosos y reparte sus ganancias entre los más necesitados, empezando por ella y su familia. Luego la cosa se complica cuando su cuñado, que trabaja para el jefe de una banda, está a punto de descubrirla. No quiero desvelarles mucho más. Tan solo apuntar que todo en el relato de Millar es emocionante, en un crescendo de violencia y acción sucia y trepidante que culmina en un final satisfactorio y que nos deja con ganas de más. Se presta especial atención a algunos problemas como el “ahí-te-quedas” o el maltrato, que queda reflejado en uno de los pasajes más intensos del álbum.

No es solo que esté bien escrito, es que se disfruta de principio a fin y además los malos reciben su merecido. ¿Qué más se puede pedir? ¡No se lo pierdan!







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viernes, 21 de febrero de 2020

WALLY WOOD EN MAD - GRANDES GENIOS DEL HUMOR

Wally Wood en Mad. Grandes Genios del humor, vol. 1, edita ECC
Mad. Grandes genios del humor. Vol. I
ECC Ediciones. España, 2017.
77 páginas, 9,95 euros.


En 2015 se publicó en USA un recopilatorio con las historietas de Wood para los primeros 23 números de “Mad”. Dos años después se tradujo aquí, disminuyendo innecesariamente el formato original y recortando el contenido. Se suponía que un segundo volumen, que no llegó a aparecer, incluiría el material restante.


Kurtzman (director de la publicación) y Wood nunca se llevaron muy bien. Habían colaborado en series bélicas y a Wood le irritaba la voluntad de controlarlo todo del editor-guionista. Él prefería trabajar a su aire y Kurtzman en cambio acostumbraba a no dejar nada al azar, facturando innumerables apuntes y bocetos que sus dibujantes debían seguir sin desviarse.

Para Wood Mad” constituía un nuevo desafío ya que se había especializado en un estilo más realista. Toda la plasticidad heredada de Eisner salió a la superficie, exageró el carácter caricaturesco de las caras y poco más. Su entintado, su volumétrica iluminación y su amor por los detalles permanecieron, al servició del humor. Aunque se ha insistido en su capacidad para cambiar de una clave seria a otra humorística, conviene recordar que no fue el único.

Le acompañaron los mismos tipos que, como él, firmaban sólidas historias de guerra en los otros títulos de Kurtzman. Severin y Elder sobre todo, también Jack Davis. Así como este último apenas disimulaba su inclinación hacia la distorsión más expresiva, a los dos primeros no se les notaba tanto. El dibujo de Severin era más estructuralmente serio y él también saltó al humor sin problemas. Costaría más imaginar a Al Williamson cambiando de registro. Pero Frazetta lo hacía sin pestañear. Como muchos dibujantes clásicos han afirmado, si se domina el dibujo realista, el giro hacia el humor no es tan complicado. El camino inverso, de la distorsión al realismo, parece más difícil. No se trata de quitarle méritos a Wood, solo situarlo en el contexto en el que su transformación cómica tuvo lugar.



Wally Wood en Mad. Grandes Genios del humor, vol. 1, edita ECC  comic
En los primeros números en color no había muchas sorpresas. Los guiones contenían historias similares a las que el dibujante facturaba para las revistas de ciencia-ficción, con un enfoque humorístico: “Blobs!” (“¡Masas informes!”) en el nº 1 (1952) y “Gookum!” (“¡Babamoco!”) en el 2 (1952). Luego parodiaron el horror en “V-Vampires!” en el 3 (1953) y a partir de ahí dio comienzo una larga serie dedicada a los más populares personajes de comic. Se abordaban asuntos que podían interesar a los jóvenes lectores, ya fueran películas, música o comics. Cualquier nicho cultural medianamente popular servía. Wood se especializó en satirizar otros tebeos y en la adaptación humorística de películas de éxito como “The Wild One” (1953), convertida en “Wild 1/2” en el nº 15 (1954) o “On the Waterfront” que en el 21 (1955) se transformó en la divertida e histérica “Under The Waterfront!”. Las convenciones narrativas fueron puestas a prueba: en “Julius Caesar!” en el 17 (1954) se interpelaba directamente al lector, en “3-Dimensions” en el 12 (1954) se “rompía” la página destruyendo las viñetas como espacio verosímil y en la antológica “Sound effects!” en el 20 (1955) las onomatopeyas alcanzaban el límite de sus posibilidades.

Cuando Kurtzman decidió largarse para fundar su propia revista, Wood se negó a acompañarlo. No estaba dispuesto a trabajar en exclusiva ni para él ni para nadie. “Mad” acabaría siendo la publicación en la que duró más tiempo. Cuando se transformó en un magazine en B/N todo cambió. Wood dejó las viñetas de lado y realizó espectaculares ilustraciones con las técnicas y los formatos más variados: lavados a la acuarela, papel dobletono, tramas adhesivas... Como el Comics Code había destrozado a las publicaciones de comics, el dibujante consiguió encargos para la revista de Ciencia-ficción “Galaxy” y también para otras editoriales. Así que a finales de los 50 pasó a trabajar casi en exclusiva como ilustrador.

De esa etapa normalmente se insiste en sus imágenes más elaboradas, composiciones con cientos de personajes, complejas perspectivas y cuidada realización. Los ejemplos son tan numerosos como apabullantes: “The New, Improved, Rotten Circus” en el nº 41 (1958), “Alfred E. Neuman’s Family Tree” en el 44 (1959) o “Museum of Madison Avenue” en el 70 (1962), entre otros. Pero, dejando aparte el sudor y las lágrimas, Wood también ofreció en “Mad” su cara más delicada, su faceta más artística y seductora. No olvidemos quién le acompañaba. Su competencia era feroz y debió de constituir un acicate para alguien tan competitivo como él. Muchas de sus piezas fueron de una calidad extraordinaria, comparable a la de los mejores ilustradores de los cincuenta.

La lista de obras interesantes sería muy extensa pero se pueden citar: “MAD’s Up-To-Date Version of The Night Before Christmas” en el nº 52 (1960), “New Movie Monsters From Madison Avenue” y “MAD Goes To An Alfred Hatchplot Movie” en el 53 (1960), tan modernas como divertidas, “Open Office Week” en el nº 67 (1961), otra maravillosa demostración de su habilidad para dibujar niños encantadores, etc.
Lo que llama la atención en muchas de ellas es la variación constante de la línea y la iconicidad de los dibujos. Wood tenía mil caras y en “Mad” las mostró casi todas. No se aprecian correctamente sus habilidades artísticas hasta que no se repasan con cuidado sus aportaciones a la revista. Y además, tenía gracia.


  • Algunas de aquellas imágenes han podido contemplarse recientemente en el Festival de Angouleme, en la expo “Los mundos de Wood”.


Casi hasta el final estuvo dibujando parodias sobre tiras de comic, donde primaba más la imitación del estilo original que su propia interpretación. También en ese género se pueden citar unos cuantos tour de force. Como “Comic Strip Heroes (Taken From Real Life)” en el nº 48 (1959), la alucinante y barroca “The MAD “Comic” Opera” en el 56 (1960), o “The Comic Strip Characters’ Christmas Party” en el 68 (1962).

Al final de su larga trayectoria en la revista ya estaba cansado y se nota. Pero la media de sus colaboraciones es de un nivel muy alto, por no mencionar la apabullante cantidad de material que llegó a facturar. Como él mismo reconoció años después, entre sus entregas para “Mad” se cuentan algunas de las mejores piezas de su carrera artística.



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