viernes, 26 de enero de 2018

ZAP Nº 16: COMIC UNDERGROUND

Zap Comix nº16 comic underground
La Cúpula. Barcelona, 2017
114 páginas. 18 euros.

EL ÚLTIMO ZAP COMIX
En 1968 se publica el primer número de Zap Comix, con historietas firmadas exclusivamente por Robert Crumb. Luego invita a colaborar a algunos de sus amigos: S. Clay Wilson, Gilbert Shelton, Spain Rodriguez, Robert Williams, Victor Moscoso y Rick Griffin. Cuando este último murió en 1991, fue sustituido por Mavrides.


Quince números en casi medio siglo no es una gran producción, pero eso no evitó que la publicación se convirtiera en una de las más influyentes de la historia del comic. Lo fue desde el principio. A Shelton le llegó a Texas, donde gestionaba una head-shop y dibujaba carteles para una sala de conciertos, la Vulcan Gas.
Le sirvió de inspiración para publicar Feds’n’heads comics, un recopilatorio donde ya salían unos héroes cuyas aventuras había empezado a serializar en un periódico universitario local, The Rag. Con su revista se pagó el viaje a California y más tarde una prensa desde la que tiraría millones de ejemplares de sus Freak Brothers. Crumb le invitaría a participar en Zap Comix pero antes el propio Shelton animó a otros autores incipientes como Skip Williamson y Jay Lynch, los recientemente fallecidos creadores de Bijou Funnies, otra de las revistas en las que también participaría Crumb.


  Zap fue la publicación que señaló el inicio “oficial” del underground (sin olvidar ilustres precedentes como “God Nose” de Jaxon o “The adventures of Jesus” de Stack). Se caracterizaba por tres claves que pueden aplicarse a todo el movimiento: una absoluta libertad de expresión, que no evitaba los asuntos espinosos y se saltaba todas las prohibiciones; la propiedad de los autores sobre sus creaciones, sin mediaciones industriales; y una nueva distribución a través de las “head shops”, tiendas para fumetas donde, además de la habitual parafernalia hippie, también se vendían comics.

Zap Comix nº16 comic underground
A esa primera línea de distribución, que más tarde sería sustituida por las librerías especializadas en comics, se sumaba la de los periódicos universitarios, que acogían entre sus páginas las salvajes parodias alternativas. También numerosas páginas de saunas y contactos así como anuncios de estrenos de películas de destape que nos recuerdan que en España tan solo llegamos una década tarde a la famosa libertad sexual. No nos llevaban tanta ventaja, al menos en los USA.

El éxito de Crumb y de Shelton fue rápido, todo lo que ponían en la calle se vendía con facilidad. En ese sentido Zap Comix nunca fue tan popular como otras aventuras editoriales pero todo el grupo inicial permaneció fiel a una propuesta cuyo prestigio no hizo sino crecer con los años. Se juntaban y montaban indigestas jam sessions en las que resultaba difícil distinguir quién había dibujado qué en cada viñeta.

Por otro lado las aproximaciones al medio del heterogéneo grupo de artistas eran muy diversas. Algunos eran más narrativos, como Crumb, Shelton o Spain, también recientemente fallecido, que firman las partes más legibles de este volumen. En el caso de los dos primeros también las más divertidas, cada uno a su estilo. Y luego están los otros, ilustrativos y psicodélicos. Y Clay Wilson, que es como una categoría en sí mismo, más raro que un perro verde. El conjunto es como siempre, extraño y atractivo, el Zap te deja sin palabras. Lleva haciéndolo medio siglo, desafiando la censura y las autolimitaciones, en aumento en un mundo donde prima la corrección política y los espacios para la libertad individual son cada vez menores. El volumen viene con un subtítulo: “el último”. Sinceramente, espero que no sea así y que estos locos gloriosos sigan dando guerra unos cuantos años más.
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viernes, 19 de enero de 2018

UN REGALO PARA KUSHBU - COMIC REFUGIADOS


Un regalo para Kushbu historias que cruzan fronteras comic refugiados
Ayuntamiento de Barcelona / Astiberri
128 páginas, 20 euros.


CUANDO LAS BUENAS INTENCIONES  NO BASTAN
Esta es una obra colectiva que cuenta la historia de varios personajes reales a través de los cuales se pretende ofrecer un panorama amplio del problema de los refugiados. O mejor, de los problemas, ya que sus penalidades son muchas y variadas.


Las pretensiones programáticas quedan claras desde el inicio, estamos en el terreno de la agitación y la propaganda. Se desea agitar la conciencia de los lectores, que compartan las vicisitudes de todos esos otros a quienes olvidamos con facilidad.

Y también de hacer propaganda de las instituciones que se mueven para cambiar ese estado de cosas, empezando por Mescladís, una asociación de ayuda al refugiado que está en la génesis del proyecto. También Cáritas, la Cruz Roja y hasta el Ayuntamiento de Barcelona, que supongo es quien pone la pasta para que este libro vea la luz.

Tras entrevistarse con varios refugiados venidos de las más diversas partes del mundo y que conviven en la actualidad en Barcelona, el guionista Gabi Martínez fabrica pequeños relatos con sus historias y los entremezcla en el volumen, con arte de diferentes dibujantes.

Destaca el veterano Miguel Gallardo, que aporta su frescura habitual, aunque aquí lo veo funcionando un poco en automático. Más interés me despierta la participación de Sonia Pulido, que ilustra además una de las narraciones más cautivadoras, la del transexual colombiano Teresa-Camilo. Y es que como pronto deja claro el volumen las razones para huir del propio país son tan desgarradoras como cambiantes. Desde la pura miseria, la persecución religiosa, las deudas con la mafia o lo que se les ocurra.

Un regalo para Kushbu historias que cruzan fronteras comic refugiados
Asistimos a muchos sueños rotos y a muchos engaños y todo debería de ser enternecedor y emocionante. Pero no es así. En parte lo entiendo cuando leo la historia de Farida. Esta aguerrida chica tiene mucho en común con algunas de las protagonistas de Valerosas, el tebeo de Pénélope Bagieu. Pero mientras la francesa permanece centrada en sus personajes, contándonos sus vidas con chispa y mucho dinamismo, aquí el guión parece que se empeña en practicar la elipsis incómoda y el salto en el vacío.

Si a ello sumamos muchos dibujos que se esfuerzan para que lo que ocurre sea ininteligible, el resultado es que como lector me distancio. Lo leo, reconozco que lo que se explica debe ser interesante pero no entro en ello. Un buen ejemplo de esto son las planchas de los desesperados cruzando el estrecho en una barca de mierda. Todo está contado de una forma tan abstracta que más parece un fragmento de una ópera de Donizetti que una secuencia realmente dramática. Eso sí, bonitos dibujos. La planificación en plan infografía con pictogramas del relato de Raju supongo que también emocionará a los más modernos. Pero a mí me separa completamente de la tragedia humana que se supone me está contando.

En el álbum se mezclan muchas estéticas y me imagino que quienes disfrutan con esos jugueteos gráficos sabrán apreciarlas. Personalmente me quedo con aquellos que se centran en lo que están contando y entre ellos ya he comentado que destaca Sonia Pulido. A pesar de su dibujo simplificado y de colores chirriantes entiende al personaje que le ha tocado y lo explica bien, podemos seguir sus peripecias sin dificultad y al final ella sí que consigue que la complicada trayectoria vital de este Camilo nos alcance y nos conmueva. Con el resto tengo mis dudas.
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viernes, 12 de enero de 2018

UN AÑO DE EXPOSICIONES Y VIÑETAS

El pasado año 2017 fue pródigo en muestras dedicadas a tebeos. Lo más curioso es que además algunas de ellas tuvieron lugar en ámbitos poco proclives a este tipo de iniciativas, lo cual señala una tendencia interesante y que debería de mantenerse.



Museo Art Ludique Paris comic exposición superheroes
Comienzo por la que tengo más fresca, la exposición dedicada a la DC, que tuvo lugar en el museo Art Ludique y que se clausura estos días, tras una larga prórroga. Si no han podido verla tendrán una nueva oportunidad ya que en febrero se traslada a Londres. Y más tarde a Polonia. ¿Alguien se animará a traerla por aquí? Lo dudo.

Y eso que reunía un material realmente excepcional: esas planchas de Neal Adams para Batman en las que todos están pensando, incluyendo la increíble doble en la que Muhamad Alí y Superman se dan la mano, lo mejor de Tim Sale, de Infantino, de Kubert, Miller, Anderson, Bolland, etc.

Cada uno de los icónicos personajes de la casa venía además acompañado por abundante material perteneciente a las diferentes películas a ellos dedicadas, convirtiendo la visita en una experiencia realmente excepcional.

De regreso a Palma llaman la atención dos muestras ubicadas en espacios que no relacionaríamos con el comic.

Por un lado la exposición Apócrifos, que fue, como suele decirse “un gran éxito de público y crítica”, todo el mundo disfrutó con las relecturas que los dibujantes isleños hicieron de algunas de las piezas del Museo Diocesano.
Apocrifs en el Museu Diocesano de Palma comic expo



Lyonel Feininger en la Juan March
Por otro lado tuvimos la dedicada a Lyonel Feininger en la Juan March. Esta fundación nos tiene acostumbrados a muestras dedicadas a creadores de primer nivel, suelen ser pequeñas pero siempre fascinantes.

En este caso resulta que un afamado creador de vanguardia fue también un reconocido dibujante de comics. Este aspecto no estaba especialmente representado en la expo pero al menos pudimos disfrutar con algunas de sus maquetas de personajes en un montaje realmente encantador.

Lyonel Feininger en la Fundación Juan March (corto) from 93 Metros on Vimeo.

Sigo con museos “serios”. Aquí en Palma, el Baluard volvió a repetir la experiencia de mezclar sus obras con intervenciones de los creadores locales, en el marco de las jornadas Comic Nostrum.

Más sonado ha sido que el Reina Sofía abriera sus puertas a las viñetas dedicando una exposición a Krazy Kat. Tal y como se explicó en algunos medios parecía que debíamos ir de rodillas en procesión a verlo, para agradecer la generosidad de los gestores de tan importante institución, que se dignaban a mancillar sus salas con algo tan miserable como unas páginas de comic.

La verdad es que yo no he ido. Primero porque pienso que la normalidad es que haya exposiciones de comic en los museos, no lo contrario. Y segundo porque la gata loca nunca me ha gustado. No solo por su estructura de página, que me marea. También por la premisa argumental. Una gata está chiflada por un ratón, que le demuestra su cariño a base de ladrillazos. Cuanto más fuerte el golpe más enamorada está ella. ¿Dónde está el ministerio de asuntos sociales cuando se le necesita?

Quiero mencionar también el esfuerzo realizado en Porreres para incluir (por segundo año consecutivo) una muestra de comic en su TastArt (nit de l’Art). Este año con una excelente exposición dedicada a Pau.

Tan interesante como las que tradicionalmente acompañan al Comic Nostrum. Por un lado las dedicadas a los autores invitados y por el otro la monográfica de comic y periodismo. En esta última nos encontramos con algunos autores muy populares entre los aficionados. Si me dan a elegir, me quedo con la plancha de Crandall, a quien cuento entre mis dibujantes favoritos y sobre quien este año se publicó una densa monografía.

También en relación con la prensa el Palau Solleric ofrecía recientemente una muestra dedicada al humor gráfico en las Baleares, donde se repasaban todos los autores que en algún momento han dedicado su talento a la prensa diaria. Un proyecto pedagógico y bien planteado.

El mismo Solleric había abierto el año con la expo de Ditko, que nos llevó a las puertas del Eisner. No pudo ser. Pero quizás sí lo consigamos con nuestro próximo proyecto. ¡Y que siga la fiesta!







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viernes, 5 de enero de 2018

EMPRESS de MILLAR y IMMONEM

Panini Comics, 2017.
192 páginas, 19,95 euros

NUEVOS HÉROES EN LA GALAXIA
Mark Millar sigue produciendo a su frenético ritmo habitual. Recientemente pudimos disfrutar su Huck, una revisión del mito de Superman. Y no se me ocurre mejor manera de empezar el año que zambulléndonos en su Empress.


Se ha convertido en una figura muy popular gracias en buena medida a las adaptaciones cinematográficas de sus tebeos, algunas de tanta calidad como Kingsman. Otras no tanto como Kick-Ass (el tebeo era mejor).

Tampoco podemos olvidar que es su trabajo el que en buena medida inspira la primera de las películas de Avengers y Capitán América Civil War.

Recientemente saltaba a todos los medios la noticia de que Netflix compraba su compañía, Millarworld, quedándose con los derechos de adaptación de sus obras a otros medios. Así que es probable que se convierta en una de las figuras dominantes en los mundos de fantasía que devoraremos en los próximos años. Esto lógicamente no le ha granjeado muchas simpatías y aquí y allá leemos comentarios sobre la mediocridad de su trabajo, su falta de imaginación o su incapacidad para tener una idea original. Y además es un facha. Doy por supuesto que quienes tales cosas afirman son los mismos que llevan décadas proclamando las bondades de Warren Ellis, Grant Morrison y alguno más que me callo. Autores todos ellos que me parecen auténticos petardos. Así que olvidémoslos y concentrémonos en Millar.

En los últimos años he tenido muchas oportunidades de mencionarlo. Casi todo lo que hace me entretiene y me emociona a partes iguales. Y además, tiene una idea clara del bien. No se ha dejado llevar por esa corriente que ha arrastrado a tantos guionistas hacia los abismos anti-heroicos, seducidos por el convencimiento de que el bien es aburrido y, ya saben, “las chicas malas van a cualquier parte”. Olvidaron contarles que normalmente van directas a los brazos de idiotas que las maltratarán. En fin, que los que estamos convencidos de que es bueno que los niños crean en los Reyes Magos disfrutamos como enanos con los mundos de Millar.

Y con su Empress nadie va a sentirse decepcionado. De nuevo, sus enemigos ya están señalando los parecidos con Star Wars y la voluntad del guionista de hacer pasta, como si creara pensando solo en las posibilidades audiovisuales de sus productos. Me parece que todo eso no tiene ninguna importancia. Veo la superproducción que podría hacerse con este comic pero también lo disfruto como lo que es: una actualización muy dinámica de Flash Gordon.

Si ya su colaboración en Starlight con Parlov suponía una reescritura del héroe de Raymond, aquí notamos que más allá de los enredos políticos y los vericuetos sentimentales de sus protagonistas, lo que le interesa a Millar es la sucesión de escenarios. Los mundos se acumulan con extraordinaria rapidez y solo un dibujante tan dotado como Stuart Immonen podría mantener ese vertiginoso ritmo. Sin inmutarse visualiza una miríada de universos mientras el sanguinario emperador persigue a su espantada familia de un extremo de la galaxia al otro. La factura global del comic es buenísima, gran entintado y mejor color. Todo funciona como un mecanismo bien engrasado: la historia no se permite un segundo de descanso, los personajes están bien construidos, el malo es aterrador y el final es adecuadamente inesperado.

Si les gustan las heroínas fuertes y decididas, aquí encontrarán una que les asombrará. No lo duden y pídanselo a sus majestades los reyes de oriente. Si han sido buenos seguro que se lo traen.

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