En 2012 Andrew Stanton, director de Wall-E y Buscando a Nemo, firmó la adaptación cinematográfica de John Carter, la creación de Edgar Rice Burroughs cuya primera novela había aparecido exactamente un siglo antes.
Una princesa de Marte se serializó en la revista pulp All-Story Magazine y el paso del tiempo no ha afectado a su capacidad para fascinar a los lectores más dispares. En el terreno literario no extraña que Bradbury, Vance o Heinlein declarasen su amor por ella.
Wally Wood, uno de los padres de la moderna ciencia-ficción en el cómic, comentó que su lectura le había impactado de niño, en la década de los treinta. El evidente erotismo que recorre la serie marciana sin duda captó la atención del dibujante, aunque no era su único atractivo.
Décadas más tarde cayó bajo su influjo otro creador tremendamente personal, Corben. Su primer corto, que más tarde inspiraría su serie Den, remitía de manera directa a los conceptos de Burroughs. Sobre todo la idea del héroe que era trasladado a otra dimensión donde desafiaba innumerables peligros para salvar a su dama. En la versión de Corben, su desnudo protagonista saltaba no a otro planeta sino a una realidad donde era mejor, más poderoso y libre, y donde sus fantasías sexuales podían realizarse. En el original de Burroughs no había grandes diferencias entre el Carter de la Tierra y el de Marte. En Virginia el héroe era un cowboy, un aventurero. Al desplazarse a Marte se suponía que la atmósfera del planeta rojo le permitía dar grandes saltos y adquirir una fuerza que siempre sorprendía a sus incontables enemigos. Esas características, la capacidad para cubrir grandes distancias y la superfuerza, permiten hablar de su influencia sobre Superman. No debe olvidarse que, en sus primeras apariciones, el héroe de Kripton daba largos saltos en lugar de volar.
Numerosos ilustradores han dado vida a Carter, de Allen St. John a Frazetta pasando por Schoonover, Whelan, Jusko, Yeates, Crandall o, en España, Manolo Prieto, que dibujó varias sintéticas portadas para la serie, con su gracejo habitual.
Burroughs llegó a escribir once novelas sobre él, contando sus andanzas y las de sus familiares. En la última, formada por dos historias cortas, parecía dispuesto a iniciar una nueva saga ambientada en Júpiter. No conviene olvidar la habilidad del escritor para mantenerse fiel a conceptos que eran editorialmente rentables. De Tarzán, aparecido el mismo año que Carter, llegó a escribir 26 novelas. De su serie sobre Pellucidar, aquel maravilloso mundo interior, siete. Y cinco más de su saga venusiana.
Su selvático Tarzán ha sido constantemente adaptado al cómic, pero así como el cine se ha encargado de popularizarlo, en el caso de Carter su fallida traslación ha conseguido que todos nos olvidemos de un personaje que también ha transitado (y mucho) las viñetas. El primero en hacerse cargo de él fue el hijo de su creador, John Coleman Burroughs, que lo dibujó para prensa entre 1941 y 1943. Más interés tiene su aparición en Dell, en 1953, de la mano de Jesse Marsh, el sintético dibujante que ya había triunfado con Tarzán. Dibujó varias adaptaciones muy canónicas de la serie y en ellas sobresalen unas muy atractivas protagonistas femeninas y unos disparatados fondos. Marsh aprovechó cualquier ocasión para colar formas geométricas y elementos arquitectónicos que remitían directamente a la abstracción que dominaba el mundo del arte en aquel momento. Los ambientes de Marsh parecen sacados de los lofts más lujosos del Manhattan de los cincuenta y resultan muy llamativos en unos tebeos declaradamente populares. No hace falta insistir en que la adaptación de Dell tiene el mismo encanto que cualquier otra obra firmada por Marsh.
En 1972 fue la DC la que se hizo cargo del personaje. Apareció como complemento en la revista dedicada a Tarzán, donde reinaba Kubert. Luego lo desplazaron a Weird Worlds, junto con adaptaciones de Pellucidar, firmadas por Alan Weiss. Wolfman escribió los guiones y fueron varios los artistas que dibujaron a Carter, de Murphy Anderson a Gray Morrow, pasando por Sal Amendola. Son adaptaciones bastante respetuosas de las novelas, manteniendo el tono aventurero original y subrayando la sensualidad de Dejah Thoris. Creo que es la mejor aproximación al personaje hasta la fecha.
Los de Marvel lo intentaron años más tarde, entre 1977 y 1979. El éxito de Conan les llevó a probar fortuna con otros personajes desenterrados de las novelas pulp, como Doc Savage o Carter. Wolfman fue de nuevo el responsable de las historias. Pero, al contrario que en DC, aquí empleó el universo barsooniano como punto de partida y se tomó muchas libertades con el héroe. Le acompañaba otra figura importante, Gil Kane, aunque lamentablemente las tintas de Rudy Nebres empastaban sus lápices, restándoles fuerza. Kane aportó sus increíbles escorzos y su trepidante narrativa durante muchos números, y luego fue sustituido por otros dibujantes como Infantino o Simonson. Claremont continuó la serie al abandonarla Wolfman. En general se mantiene como un gran entretenimiento que nos permite disfrutar con los talentos de un sólido conjunto de creadores.
Dark Horse retomó el testigo con una miniserie en 1996 aunque lo que debemos agradecer a la editorial son los recopilatorios que ha ido publicando, agrupando las anteriores versiones de Dell, DC y Marvel. En los últimos años tanto Marvel como Dynamite han vuelto a tantear al héroe marciano, sin demasiado éxito. Es difícil, dado el fracaso de la película, que alguien vuelva a acercarse a Marte en los próximos años. Debo decir que, aunque se empastaba en el tramo final, la cinta de Stanton era una aproximación bastante razonable al universo de Barsoon. Personalmente el casting me parecía equivocado, con un Carter sin carisma y una Dejah Thoris tan políticamente correcta como decepcionante. La mezcla de elementos tomados de diversas novelas complicaba innecesariamente una trama que carecía de la frescura de los mejores argumentos de Burroughs.
En todo caso el virginiano que habitó el planeta rojo ya se ha hecho un hueco en el corazón de todos los aficionados al comic, gracias a sus sucesivas adaptaciones. Todas permanecen inéditas en español.
Sobre Edgar Rice Burroughs
La película
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