viernes, 29 de noviembre de 2019

VIDA EN MARTE - JOHN CARTER BURROUGHS COMIC

John Carter de Marte de Edgar Rice Burroughs

En 2012 Andrew Stanton, director de Wall-E y Buscando a Nemo, firmó la adaptación cinematográfica de John Carter, la creación de Edgar Rice Burroughs cuya primera novela había aparecido exactamente un siglo antes.


Una princesa de Marte se serializó en la revista pulp All-Story Magazine y el paso del tiempo no ha afectado a su capacidad para fascinar a los lectores más dispares. En el terreno literario no extraña que Bradbury, Vance o Heinlein declarasen su amor por ella.

Wally Wood, uno de los padres de la moderna ciencia-ficción en el cómic, comentó que su lectura le había impactado de niño, en la década de los treinta. El evidente erotismo que recorre la serie marciana sin duda captó la atención del dibujante, aunque no era su único atractivo.

Décadas más tarde cayó bajo su influjo otro creador tremendamente personal, Corben. Su primer corto, que más tarde inspiraría su serie Den, remitía de manera directa a los conceptos de Burroughs. Sobre todo la idea del héroe que era trasladado a otra dimensión donde desafiaba innumerables peligros para salvar a su dama. En la versión de Corben, su desnudo protagonista saltaba no a otro planeta sino a una realidad donde era mejor, más poderoso y libre, y donde sus fantasías sexuales podían realizarse. En el original de Burroughs no había grandes diferencias entre el Carter de la Tierra y el de Marte. En Virginia el héroe era un cowboy, un aventurero. Al desplazarse a Marte se suponía que la atmósfera del planeta rojo le permitía dar grandes saltos y adquirir una fuerza que siempre sorprendía a sus incontables enemigos. Esas características, la capacidad para cubrir grandes distancias y la superfuerza, permiten hablar de su influencia sobre Superman. No debe olvidarse que, en sus primeras apariciones, el héroe de Kripton daba largos saltos en lugar de volar.

Manolo Prieto portada para Los Dioses de Marte
Numerosos ilustradores han dado vida a Carter, de Allen St. John a Frazetta pasando por Schoonover, Whelan, Jusko, Yeates, Crandall o, en España, Manolo Prieto, que dibujó varias sintéticas portadas para la serie, con su gracejo habitual.

Burroughs llegó a escribir once novelas sobre él, contando sus andanzas y las de sus familiares. En la última, formada por dos historias cortas, parecía dispuesto a iniciar una nueva saga ambientada en Júpiter. No conviene olvidar la habilidad del escritor para mantenerse fiel a conceptos que eran editorialmente rentables. De Tarzán, aparecido el mismo año que Carter, llegó a escribir 26 novelas. De su serie sobre Pellucidar, aquel maravilloso mundo interior, siete. Y cinco más de su saga venusiana.

Su selvático Tarzán ha sido constantemente adaptado al cómic, pero así como el cine se ha encargado de popularizarlo, en el caso de Carter su fallida traslación ha conseguido que todos nos olvidemos de un personaje que también ha transitado (y mucho) las viñetas. El primero en hacerse cargo de él fue el hijo de su creador, John Coleman Burroughs, que lo dibujó para prensa entre 1941 y 1943. Más interés tiene su aparición en Dell, en 1953, de la mano de Jesse Marsh, el sintético dibujante que ya había triunfado con Tarzán. Dibujó varias adaptaciones muy canónicas de la serie y en ellas sobresalen unas muy atractivas protagonistas femeninas y unos disparatados fondos. Marsh aprovechó cualquier ocasión para colar formas geométricas y elementos arquitectónicos que remitían directamente a la abstracción que dominaba el mundo del arte en aquel momento. Los ambientes de Marsh parecen sacados de los lofts más lujosos del Manhattan de los cincuenta y resultan muy llamativos en unos tebeos declaradamente populares. No hace falta insistir en que la adaptación de Dell tiene el mismo encanto que cualquier otra obra firmada por Marsh.

Comic John Carter de Murphy Anderson
En 1972 fue la DC la que se hizo cargo del personaje. Apareció como complemento en la revista dedicada a Tarzán, donde reinaba Kubert. Luego lo desplazaron a Weird Worlds, junto con adaptaciones de Pellucidar, firmadas por Alan Weiss. Wolfman escribió los guiones y fueron varios los artistas que dibujaron a Carter, de Murphy Anderson a Gray Morrow, pasando por Sal Amendola. Son adaptaciones bastante respetuosas de las novelas, manteniendo el tono aventurero original y subrayando la sensualidad de Dejah Thoris. Creo que es la mejor aproximación al personaje hasta la fecha.

Comic John Carter of Mars - Warwols of Mars Edgar Rice Burroughs Los de Marvel lo intentaron años más tarde, entre 1977 y 1979. El éxito de Conan les llevó a probar fortuna con otros personajes desenterrados de las novelas pulp, como Doc Savage o Carter. Wolfman fue de nuevo el responsable de las historias. Pero, al contrario que en DC, aquí empleó el universo barsooniano como punto de partida y se tomó muchas libertades con el héroe. Le acompañaba otra figura importante, Gil Kane, aunque lamentablemente las tintas de Rudy Nebres empastaban sus lápices, restándoles fuerza. Kane aportó sus increíbles escorzos y su trepidante narrativa durante muchos números, y luego fue sustituido por otros dibujantes como Infantino o Simonson. Claremont continuó la serie al abandonarla Wolfman. En general se mantiene como un gran entretenimiento que nos permite disfrutar con los talentos de un sólido conjunto de creadores.

Dark Horse retomó el testigo con una miniserie en 1996 aunque lo que debemos agradecer a la editorial son los recopilatorios que ha ido publicando, agrupando las anteriores versiones de Dell, DC y Marvel. En los últimos años tanto Marvel como Dynamite han vuelto a tantear al héroe marciano, sin demasiado éxito. Es difícil, dado el fracaso de la película, que alguien vuelva a acercarse a Marte en los próximos años. Debo decir que, aunque se empastaba en el tramo final, la cinta de Stanton era una aproximación bastante razonable al universo de Barsoon. Personalmente el casting me parecía equivocado, con un Carter sin carisma y una Dejah Thoris tan políticamente correcta como decepcionante. La mezcla de elementos tomados de diversas novelas complicaba innecesariamente una trama que carecía de la frescura de los mejores argumentos de Burroughs.

En todo caso el virginiano que habitó el planeta rojo ya se ha hecho un hueco en el corazón de todos los aficionados al comic, gracias a sus sucesivas adaptaciones. Todas permanecen inéditas en español.

    

Sobre Edgar Rice Burroughs


La película
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viernes, 22 de noviembre de 2019

CENTAURUS DE LEO, RODOLPHE Y JANJETOV

Centaurus 1 Tierra Prometida de Leo, Rodolphe y Janjetov comic scify
ECC, Barcelona, 2019.
48 páginas, 10,95 euros

NUEVAS FRONTERAS
Los brillantes Leo y Rodolphe, que ya habían colaborado antes en Trent o Namibia, crean una nueva odisea espacial, dibujada en esta ocasión por Janjetov, conocido por sus trabajos con otro de los grandes, Jodorowsky.


El resultado, por supuesto, no decepciona. Ya saben que soy un fiel seguidor de Leo y que lo único que podría echarle en cara es que no sea él quien dibuje este relato. Este creador de origen brasileño es muy grande en la descripción de personajes y la creación de nuevos mundos, sobre todo en lo que atañe a esas faunas y floras alienígenas, tan terribles como bellas en sus manos.

Para el gusto de algunos, peca de cierta rigidez pero ese es un pecado menor, atendiendo a sus muchas virtudes. Hay una sensualidad implícita en toda su obra, que difícilmente consiguen otros dibujantes.



En fin, lo primero que conviene recordar en este nuevo trabajo es que Leo tan solo firma el guión, junto con su socio habitual, Rodolphe. Los acabados, a cargo de Janjetov, son sólidos y se ajustan bien al argumento. Jodorowsky siempre ha elegido bien a sus colaboradores, así que el hecho de que este serbio haya dibujado algunos de sus comics es toda una garantía. Al principio puede apreciarse cierto exceso de rayados, que no casan bien con el color digital. Pero pronto todo eso se olvida. Su narrativa es correcta y sus personajes están bien caracterizados. Y no falla en la construcción de los complicados ambientes de ciencia-ficción que la pareja de guionistas es capaz de imaginar.

Se trata de una situación clásica, con toda una civilización embarcada en un arca espacial que busca un planeta donde aterrizar. Recientemente el filme “Passengers”, con Jennifer Lawrence y Chris Pratt, nos permitía volver a una situación que ya ha sido reelaborada en otras ocasiones en cine y comic.

Weird Sciece Fantasy Al Williamson
En los cincuenta, en una de las revistas de ciencia-ficción de la EC aparecía un relato espléndidamente dibujado por Al Williamson que jugaba con el mismo concepto. Una nave viaja hasta un lejano planeta.

La única forma de realizar tan complicada travesía es mediante la hibernación. Así que toda la tripulación se echa a dormir hasta la llegada a destino. En el comic, la pareja protagonista decide levantarse antes para dominar a los demás. Pero luego él se lo piensa mejor y va despertando bellas señoritas, una tras otra. Cuando se cansa de sus encantos las liquida. Hasta que comete el error de despertar a su socia, que había planeado antes deshacerse de él. Así que en cuanto la despiertan, ella revive a otro maromo que se hace cargo del desalmado novio inicial.

En la película, la aventura se transforma en una fábula moral. El héroe se despierta por accidente y parece condenado a una vida de soledad, ya que faltan décadas para que la nave alcance el planeta. Mientras, puede contemplar cómo todos duermen un plácido sueño. Despertar a alguien supone aplicarle la misma pena. En esas estamos cuando entra en escena Jennifer Lawrence, bellísima en su eterno letargo. Después de darle muchas vueltas decide abrir su cápsula, sin confesarle su responsabilidad en el asunto. Con el tiempo se enamoran pero sobre él pesa la culpa por la situación a la que ha conducido a la mujer a la que ama. La cinta juega muy bien con la ambigüedad entre la falta inicial y la amabilidad posterior. Se enamoran sí, pero todo está teñido por la presencia de esa gran mentira original. Por otro lado, conviene recordar que él pasa de una vida de soledad y desesperación a un estado mucho más confortable, al lado de la atractiva Lawrence. Así que nos cuesta condenarlo sin más. No les cuento el resto. La peli no es redonda y pronto deriva hacia la aventura trepidante, dejando un poco de lado los problemas de relación que dan sentido a la historia. Pero el balance es tan interesante como sugerente y nos hace pensar.



Centaurus 1. Tierra Prometida de Leo, Rodolphe y Janjetov, edita ECC Ediciones
Leo y Rodolphe eligen otros caminos. La tripulación no está dormida sino que ha desarrollado toda una sociedad en el interior de la nave. Una buena parte ignora su destino y no es consciente de que en algún momento deberá abandonar ese entorno habitual, para desembarcar en una tierra desconocida.

El relato se inicia justo en ese momento. El planeta está ya a la vista y toca bajar para enfrentarse a sus muchos misterios y amenazas.

Se nos presenta a un nutrido elenco de personajes, encabezados por una pareja de gemelas con poderes. Pueden conectar con otras realidades y anticipar breves fragmentos de un futuro siempre intrigante. Las acompaña un noble bruto, un muchacho de su aldea tan corto como fuerte y que sin duda nos deparará muchas sorpresas. Luego encontramos a los clásicos políticos, miembros de las fuerzas de seguridad, científicos y demás. En este primer volumen apenas hemos visto algunas de las bestias que pueblan esa nueva tierra. Pero ya están apuntadas muchas de las tramas que se desarrollarán en futuras entregas. Todo bien hilvanado a la eficaz manera de estos creadores. En resumen, la aventura apenas ha comenzado y yo ya estoy deseando leer la continuación.





Entrevista a Leo




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viernes, 15 de noviembre de 2019

EL TESORO DEL CISNE NEGRO de PACO ROCA y G. CORRAL

El tesoro del cisne negro de Paco Roca y Guillermo Corral, edita Astiberri
Astiberri, Bilbao, 2018.
216 páginas, 20 euros


EL ELOGIO DEL BURÓCRATA
Paco Roca une sus fuerzas con el diplomático Guillermo Corral para contarnos cómo fue la batalla legal por los restos del “Cisne Negro”, nombre bajo el que se ocultaba el barco “La Mercedes”, hundido por los ingleses en 1804.


En 2007 la empresa Odyssey anunció haber encontrado un tesoro por valor de 500 millones de dólares. El Ministerio de Cultura se embarcó en un largo proceso judicial, argumentando que lo habían sacado del mar sin los permisos correspondientes. En 2012 las monedas volvieron a España.

Los autores apuestan por una actualización de Hergé. Si en “El secreto del unicornio” y “El tesoro de Rackham el rojo” se adoptaba un tono expansivo y aventurero aquí la acción se traslada a museos, bibliotecas y salas de justicia. Haddock, convertido en Frank Stern, pasa a ser un pirata movido solo por la codicia y sin respeto alguno por el pasado, el patrimonio, la cultura y todas esas cosas tan importantes. Hay una secuencia en la que el álbum podría haberse medido con los clásicos de Hergé, pero hace justamente lo contrario. Como todo lector sabe, uno de los pasajes más fascinantes de la historia del comic es el flash-back del antepasado de Haddock, que el capitán actualiza en pleno delirio alcohólico en “El secreto del Unicornio”. El diálogo entre los sucesos pasados y su interpretación en el presente es cómico y eficaz, tan dramático como conciso y narrativamente perfecto. Cuando Roca llega al momento en que debe contar la historia del barco hundido desiste de enfrentarse a Hergé, adoptando la solución menos visual posible: ilustraciones a toda página acompañadas de gruesos textos. Quizás lo que cuenta es demasiado serio como para explicarlo en forma de comic.

Como siempre, el realismo lo justifica todo. Tintín y compañía son una fantasía. En el mundo real los burócratas se baten en luchas heroicas de las que nadie es testigo. Entiendo la voluntad de actualizar los relatos de piratas, pero esa intención choca con algunos componentes.
El tesoro del cisne negro de Paco Roca y Guillermo Corral, edita AstiberriLo primero, el aire propagandístico que recorre la historia: Zapatero hace un cameo, el ministro es un tío muy enrollado, la Junta de Andalucía (cuando todavía era “buena”) se enfrenta a los piratas y, al final, cuando el tesoro vuelve a España, como ha habido cambio de gobierno tal parece que en lugar de conservar las monedas van a fundirlas y hacer lingotes con ellas. Hay más detalles, como lo de las razones de la protagonista para estudiar arqueología. No piensen que fue porque en su infancia vio muchas veces “Quo Vadis” o “Ben Hur”. No, le vino la afición para sacar a su abuelo de una cuneta. Esa reducción de lo real a unos esquemas que dividen el mundo en buenos y malos, con un maniqueísmo muy superior al de los menospreciados tebeos de superhéroes, se aplica también al villano de la historia. Comprendo algunas de la razones que se aportan, como que las empresas cazatesoros destrozan los restos que exploran, que solo les interesa el oro y los objetos de valor y que no respetan el patrimonio. Pero no se discute algo incontestable: que los que investigan y encuentran los restos son ellos, la empresa “Odyssey” en la realidad, “Ithaca” en esta obra. Se hacen loas a la serenísima labor del estado pero es la iniciativa privada la que paga una exploración costosa y llena de incertidumbres. Además el libro modifica de forma llamativa un episodio real del director de “Odissey”, Greg Stemm, Frank Stern en la ficción. Parece ser que en su niñez sobrevivió a un naufragio en el que murió su abuelo. Ese incidente se transforma en otro muy diferente en el que Stern deja morir a un familiar del abogado que lucha con él, James Goold en la realidad, aquí solo Gold. Comprendo que los autores se tomen todas las licencias necesarias para salpimentar su relato. Pero algunas decisiones no dejan de chocarme. Como el ataque con hummers al camión blindado al final, un momento de acción que más parece una ocurrencia que un suceso real. Quizás lo fue, pero tal y como se cuenta resulta bastante increíble. No quiero decir con esto que tendrían que haberle dado la razón a “Odyssey” pero sí que se les presenta desprovistos de matices y se les hace cargar con todos los pecados del universo progre. Hasta se les relaciona con los vuelos de la C.I.A. que paraban en Palma. ¡Malditos yanquis! Al otro lado de la balanza todos los funcionarios son gente trabajadora, cumplidora y servicial y los entes públicos un modelo de eficacia. Risas.

En conclusión, esta es una novela gráfica que puede llegar incluso a disfrutarse, si el lector se abre paso entre los elementos propagandísticos que la recorren. Los juicios y las pesquisas son entretenidos, la relación sentimental entre los protas se presenta con naturalidad y el desarrollo de las diferentes fases del proceso es ameno. Por debajo de la maraña ideológica hay algo parecido a un buen guión. Por si alguien al acabar la lectura se pregunta qué hizo el maléfico gobierno (de derechas, se supone) con las monedas recuperadas, puede respirar tranquilo. Se restauraron, se comprobó que su valor era muy inferior al anunciado por Mr. Stern, se montaron con ellas exposiciones que recorrieron la geografía española y recientemente el Odyssey Explorer, el barco con el que rescataron el tesoro, ha sido malvendido en Letonia.







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viernes, 8 de noviembre de 2019

FELIZ 80 CUMPLEAÑOS BATMAN

¡FELIZ BATCUMPLEAÑOS!

El primer episodio de Batman se publicó en Detective Comics nº27, en mayo de 1939. Como este año se cumplen 80 de su “nacimiento”, los aficionados se han visto bombardeados por un auténtico “Bat-tornado” de novedades que intentaré enumerar.

Disculpen el chiste malo pero ayer vi en la tele “Sharknado 3” y todavía estoy recuperándome. Antes había estado en el cine enfrentándome al “Joker” y para rematar el día me tragué el piloto de “Batwoman”, una aproximación muy inclusiva a la mitología batmaníaca, que me pareció prescindible. Consigue ser tan mala como “Supergirl”, otra teleserie fallida. La diferencia es que aquí la bat-heroína es lesbiana y acude al rescate de su ex-novia afroamericana. Ya lo he comentado en otras ocasiones. Bienvenidos sean los relatos que normalicen etnias, géneros o actitudes que habitualmente quedan fuera de las historias más populares. Pero cuando lo único que se ofrecen son buenas intenciones, la trama cojea. En cambio, cuando esa normalización se ajusta a una voluntad narrativa es más efectiva. Un ejemplo cercano: el personaje que interpreta la hija de Uma Thurman en la tercera temporada de “Stranger Things” (y ahora voy a desvelar uno de los giros del guión, se siente): cuando uno de los protagonistas está a punto de expresarle unos sentimientos que hemos visto crecer de un episodio al siguiente ella desvela su condición sexual, que imposibilita esa relación que nunca llegó a ser. El cruce entre esas emociones enfrentadas es dramático y creíble, y va mucho más allá de “este personaje es homosexual porque eso es lo normal”. Nos gustan las historias donde pasan cosas, a ser posible interesantes. No es el caso de “Batwoman”.



A lo largo de estos 80 años son muchas las aventuras, los giros de guión, los personajes, las muertes y hasta los renacimientos que han pasado por la vida del hombre murciélago. Por un lado, es inevitable recomendar algunos de los grandes clásicos, permanentemente reeditados y fáciles de conseguir.

Yo pondría en primer lugar el “Batman año 1” de Miller y Mazzuchelli, seguido muy de cerca por Batman Dark Knight” de Miller. Luego deberían buscar el crossover “Batman-Hulk”, extraordinariamente dibujado por García-López. Y los episodios de Neal Adams con guión de Dennis O’Neill. Algunas de las historias de Loeb Tim Sale son interesantes. “Batman la broma asesina” cuenta con el dibujo del gran Brian Bolland, pero el guión de Moore es tan flojo que cuesta recomendarlo.

Detective Comics 80 años de Batman Edita ECC DC
Varios autores.
80 años de Batman.
ECC, Barcelona, 2019.
416 páginas, 39 euros

Si se han quedado con ganas de más, el recopilatorio que conmemora estos ochenta años es estupendo.

No solo por las piezas que agrupa, con estupendos episodios de Carmine Infantino, Bryan Hitch o Simonson, también por la selección de textos, donde aparecen senadores y hasta la jefa de policía de San Diego, una señora que confiesa haberse sentido inspirada por Batman, mientras invita a los lectores a alistarse al cuerpo de policía. Ya saben: servir y proteger. También se han recuperado para la ocasión episodios de otros personajes que aparecieron en “Detective Comics”, de los que actualmente nadie se acuerda.





Conmemorando el nº 1000 de la revista se ha editado otro volumen con relatos escritos y dibujados por los autores que actualmente están a cargo de Batman. Destacaría uno entre ellos: el español Álvaro Martínez Bueno, que lleva años colaborando con el mercado americano y exhibe un dibujo estupendo, con un aire que recuerda a Alan Davis. La otra presencia española es más cercana, se trata del mallorquín Tomeu Morey, que firma el color de “El mejor caso de Batman”, con su calidad habitual.


Batman caballero Blanco Sean Murphy y Matt Hollingsworth 80 aniversario Batman
Sean Murphy y Matt Hollingsworth
Batman Caballero Blanco
ECC, Barcelona, 2019.
232 páginas, 25 euros

En general, así como al repasar historias antiguas siempre aparece algún aspecto interesante, por ejemplo la atractiva estructura de página de Infantino, echo en falta argumentos más novedosos en las últimas aportaciones. Lo que me lleva a “Batman, caballero blanco”, una de las miniseries más aclamadas de la actualidad, que se publicó originalmente hace dos años y de la que ahora ha llegado el recopilatorio. Insiste en un asunto al que los creadores llevan dándole vueltas desde los ochenta, en cierta medida “La broma asesina” iba de eso. Me refiero al salto moral que implica considerar a Batman el bueno y al Joker el malo para contemplar la escena desde la posición opuesta. Con el Joker como la víctima y Batman como el verdugo. En “Caballero blanco” una medicina “cura” al Joker, que denuncia a Batman por violencia para-policial. La ciudad se pone paulatinamente del lado del antiguo psicópata mientras Batman intenta demostrar que se equivocan, empeorando cada vez más su situación y consiguiendo que hasta sus amigos duden de su cordura. Tengo que decir que el cómic va de menos a más. Tanto respecto al argumento como al dibujo. Empieza lleno de tics, con figuritas que sobreactúan y un expresionismo mal entendido que empacha y no facilita la lectura. El dibujante parece más interesado en dibujar variantes del bat-móvil que al propio Batman, al que caracteriza casi como una fondona vieja gloria. Por otro lado el Joker siempre aparece desvalido y cada vez más simpático.

En general la mitología alrededor del personaje supone una carga muy pesada. Esperamos determinados comportamientos, hemos visto muchas veces las mismas situaciones… Así que cuesta asumir que esta vez sí, el Joker se ha reformado y es sincero y solo desea hacer el bien. Eso lastra mucho el argumento principal.

Sin embargo, en su segunda parte el relato se inclina hacia una versión de “Marty”, aquella película en la que un deficiente mental recibía un tratamiento que le permitía llevar una vida normal hasta que la medicina empezaba a fallar y el desgraciado protagonista era testigo de su regreso a los infiernos de la incomunicación social. Aquí, desde el momento en que el Joker empieza a luchar con su otro yo psicópata porque las pastillas ya no hacen efecto, la cosa se anima. Yo diría que hasta el dibujo mejora, volviéndose más vigoroso y recordando (por momentos) a García López. Salvando las distancias, claro está.



Esa ambivalencia respecto al Joker está presente en su última adaptación fílmica que cuenta, como sin duda ya sabrán, con el trabajo extraordinario de Joaquín Phoenix. Creo que como en el caso del comic de Snyder, lo mejor son esos momentos de titubeo, cuando el personaje es consciente de su enfermedad, de su desconexión con la realidad. Ahí sí que, en gran medida gracias al sensible trabajo del actor, sentimos compasión por un desgraciado que de manera casi irremediable se ve impulsado a la locura y la violencia más desatada. Pero cuando el asunto se traslada del plano individual al social, político, la cosa empieza a desbarrar. Y cuando pasa de “Taxi Driver” al “Rey de la comedia” a mí me despista por completo. Con todo, admirable el payaso final que compone el actor. Su aparición en la tele es una imposible mezcla del Nicholson del primer Batman y Michael Jackson. Da mucho miedo.

Batman especial detective comics número 1000 80 aniversario Batman
Nacho Vigalondo, el director de cine, firma un texto en la edición española del nº 1000 que nos da algunas claves para entender el cambio de paradigma que se está produciendo alrededor de Batman. En su texto describe al héroe como un villano, un Luthor disfrazado que simula solucionar unos problemas que podría fácilmente enmendar a golpe de chequera. Cuestiona radicalmente su superioridad moral y aunque confiesa disfrutar con sus aventuras, las define como un eterno “baile de disfraces”. El concepto es el mismo que aparece en la película. El padre de Batman es culpable por rico. Un rico que como Trump se quiere dedicar a la política. Algo esconde, que le peguen un tiro. Esto es nuevo. Tradicionalmente el padre de Bruce Wayne era un médico, un filántropo, un señor educado que acudía al cine a ver “El Zorro” con su mujer e hijo. La elección del film con el espadachín enmascarado no era gratuita ya que representaba un eslabón más de una larga cadena de héroes aristócratas, como Robin Hood o La Pimpinela Escarlata. Nobles que desde su posición de privilegio eran conscientes de las penalidades del pueblo y luchaban por mejorar la situación de los desheredados. Como por ejemplo reflejaba muy bien el Batman en la revolución francesa dibujado por García López. En ese contexto los malos eran psicópatas con ganas de hacer daño y sus coloridos disfraces suponían un adecuado contrapunto a la seriedad y la contención del traumatizado héroe-cruzado. Ahora ya no. Instalados en la lógica binaria del “aprobé - me suspendieron”, ya no hay honradez en la pobreza, las masas aplastadas tiene el derecho a convertirse en payasos asesinos. O algo así. Puedo entender que el humillado se tome la justicia por su mano. Me cuesta algo más suponer que todos los ricos son culpables.


 Ya metidos en el terreno de los ajustes de cuentas conviene recordar a un autor que durante años escribió Batman y del que nadie tenía noticias hasta ahora. Ha empezado a aparecer en los créditos de series y películas relativas al personaje, al lado del creador “oficial”, Bob Kane. Me refiero al guionista Bill Finger, que creó para Kane algunos de los elementos y personajes más populares de la serie. Pero el dibujante nunca acreditó su trabajo. En los últimos años algunos historiadores han luchado por su reconocimiento y finalmente los familiares han llegado a un acuerdo con la DC. Recientemente se emitía un documental donde se explicaba esta historia, que es muy emocionante. No solo porque el investigador Marc Tyler Nobleman pelea por conseguir lo que considera justo. Es que su investigación fue digna del mismísimo Batman. Cuando creía que Finger había muerto sin descendencia encontró noticias de su hijo. Cuando descubrió que era gay y que murió joven a causa del S.I.D.A., apareció su hija, la nieta de Finger. La acompañó por festivales y montó una campaña para reivindicar el legado del abuelo. Cuando finalmente les dieron la razón les aseguro que fue un momento especialmente emotivo.

En fin, a quienes no nos gusta que los psicópatas ganen y se adueñen de las calles, aquí seguimos.
De parte de Batman.



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viernes, 1 de noviembre de 2019

KAMANDI de KIRBY, BOYER y BERRY

KAMANDI de Jack Kriby, Boyer y Berry el último chico de la Tierra edita DC ECC
ECC Comics, Barcelona, 2019.
464 páginas, 38 euros

HUMANO ENTRE ANIMALES
Pocos años después de que se estrenara la primera película del “Planeta de los simios”, Jack Kirby lanzó una serie claramente inspirada por el film pero que no se detenía en una única especie de animales parlantes.


Habiendo tigres, leones, perros o serpientes ¿por qué quedarse solo con los monos? Esa fue la pregunta que debió hacerse el dibujante. Él, por supuesto, no limitó en absoluto su fantasía así que por “Kamandi” desfila una tremenda variedad de bichos antropomórficos y hasta un maravilloso saltamontes gigante, que hace las funciones de caballo. Leí la serie prácticamente cuando salió, a principios de los setenta, en la versión de Novaro. Y me fascinó.
Reconocía sus deudas con la peli de Charlton Heston pero eso nunca me importó. Kirby ocupaba un territorio que le era propio y donde reinaba. Aunque Kamandi, ese último hombre-chico sobre la Tierra heredaba algo de la melancolía del astronauta original, ese rasgo no dejaba de ser un matiz sin demasiada importancia en un relato donde primaba la acción. En “Kamandi” nunca dejan de pasar cosas, los personajes corren, saltan, se pelean, se asombran ante sucesos siempre cambiantes y abrumadores, hay buenos y malos, robots y piratas, gangsters y esclavos…

Kirby, creador de Los Cuatro Fantásticos y una buena parte del universo Marvel, se había trasladado a la DC, la compañía rival. Para ellos había creado nuevos héroes y villanos tan tremendos como Darkseid. Pero toda su labor permanecía bajo sospecha, dando por supuesto que no conseguiría igualar sus anteriores éxitos en Marvel.
Por otro lado, para una buena parte de la crítica Kirby es el responsable de mantener al medio en un estado casi infantil. Frente a la seriedad de los primeros comics en prensa, los grandes clásicos de los años veinte y treinta, los comic-books donde Kirby reinó supusieron una marcha atrás. Se abandonaba al público adulto para dirigirse a una audiencia adolescente y descerebrada, más atenta a la acción que a la reflexión. Los comics respetables son aquellos que desprecian el puro entretenimiento y hacen que el lector sea consciente de los asuntos más sesudos. Hasta el mismo Eisner, en su momento jefe y mentor de Kirby, participó de esa idea. El comic puede ser un medio tan sofisticado como el que más y para ello debe dejar de dirigirse solo a niños y teens.

KAMANDI Jack Kriby, Boyer y Berry el último chico de la Tierra edita DC ECC
Lógicamente Kirby no estaba por esa labor y no deben leerse sus comics desde esa perspectiva. Es una equivocación. Admitir la frivolidad, la ligereza del autor, desde una posición de superioridad intelectual constituye también un error. Partiendo de ese supuesto, Moore sería maravilloso y profundo y Kirby un tarado que factura fantasías para gente sin sensibilidad. La clave está en la diferencia entre la lectura infantil y lecturas posteriores. Personalmente, ya he alcanzado esa edad en la que se empiezan a saborear los recuerdos comprobando que la intensidad que permanece en la memoria en escasas ocasiones es alcanzada por experiencias más próximas. Pienso en aquella primera vez que leí “Kamandi” y vienen a mi cabeza las sensaciones ante secuencias como la de la transformación en robots de los compañeros del héroe, o la brutalidad de las luchas contra los gorilas o la huida con el submarino entre los restos de la ciudad. Me sumergí totalmente en aquellos pasajes. ¿Recuerdan cuando en “Arrebato” explicaban el concepto a través de cromos de “Las minas del rey Salomón”? Pues eso: el tiempo se detiene, estamos arrebatados. Nunca he tenido esa sensación con Moore. Pero sí con Kirby. Y no estoy defendiendo una simple operación nostálgica. Él se centra en lo esencial, en lo que maravilla, en los conflictos básicos, en la amistad, en la lucha contra la injusticia. Cosas importantes para niños de doce años, que deberían de ser importantes para todos nosotros. Y lo cuenta de manera visual y directa. Otros, con muchos artificios y procedimientos muy complicados, apenas tienen nada que aportar y disimulan su vacío con juegos de manos que al final no encuentran apenas respuesta en los lectores. Kirby es crudo, popular y sencillo. Y permanecerá. ¡Disfruten con “Kamandi”!



Entrevista con Kirby en 1990
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