162 páginas, 25 euros
LA MIRADA DE LOS OTROS
No deberían de dejar escapar esta extraña obra. Es una fábula para adultos servida con un dibujo casi infantil de engañosa apariencia, que revela crueles verdades sobre la naturaleza voraz del deseo.
Como todo buen cuento empieza con una enseñanza. Hedionda, una pescadera que está harta de ser maltratada por su fealdad, solicita a un hada que la vuelva hermosa. Su petición es concedida de manera paradójica: no adquiere belleza pero sí resulta increíblemente guapa a los ojos de los demás. Esto provoca una innumerable sucesión de problemas. El deseo es contagioso e incendiario. Pronto la desvalida protagonista debe abandonar su casa para refugiarse en los brazos de quien puede protegerla, su señor feudal.
Pero el guión no abandona las sendas clásicas así que Hedionda no se vuelve sabia con la misma rapidez con la que ha conseguido su peligroso atractivo. Muy al contrario, su nuevo poder dispara los peores aspectos de su personalidad. Se comporta de forma mezquina y arrogante y pronto el noble es poco para ella. Salta a la corte donde por un lado los problemas se multiplican y por el otro conocemos a nuevos personajes, entre quienes destaca la hermana del rey. Es la única que parece tener algo de sensatez entre un océano de imbéciles. Pero nadie le hace caso, no es bonita y no está interesada en los hombres.
A pesar de toda la atención que despierta, Hedionda no es feliz. Tampoco quienes la rodean. El rey enferma de celos, cuando tiene un niño sospecha que no es suyo, inflamado por el deseo otro monarca le declara la guerra… En fin, que la hermosura acaba siendo un auténtico imán para un cúmulo de desgracias que se suceden a un ritmo trepidante. Curiosamente, una de las víctimas de ese amor no correspondido, el primer noble que acoge a Hedionda, recorre su propio camino de mejora y maduración, que acaba llevándole a establecer una relación con la intrépida y lista hermana del rey.
Pero salvo esta excepción el libro plantea una crítica radical hacia la belleza y la fascinación que provoca. Nada bueno puede salir de esa absoluta adoración que despierta un personaje vacío cuyo única (y aparente) virtud es su atractivo exterior. Pero el argumento no se detiene en reflexiones pedagógicas.
Notamos que esa guapura superficial es peligrosa y dañina mientras suceden un montón de cosas, sin descanso. Hay celos, asesinatos, guerras, nacimientos, envidias y risas. Y hasta se nos cuenta una historia sobre las hadas y sus trifulcas. La narración no ofrece un descanso al lector, que agradece la voluntad épica de un divertimento que sin perder su ligereza consigue construir todo un elenco de personajes muy convincente.
Sumen a esto un dibujo, firmado por una pareja de artistas, de lo más agradable. Su sencillez es engañosa. Sacan un excelente partido de la segunda tinta plana, como puede apreciarse sobre todo en algunos paisajes. Los personajes, que son muchos, se distinguen con facilidad. Resuelven con limpieza los constantes saltos de la fealdad real de Hedionda a la imagen que los demás tienen de ella. La ambientación es sólida y discreta, pasamos de los pueblos más miserables a magníficos palacios con naturalidad. En fin, todo es expresivo y bonito y no se puede pedir más de la parte gráfica.
No es un tebeo para niños. Es una parábola pensada para lectores adultos que puedan disfrutar con las reacciones y contradicciones que la maldición de la belleza provoca.
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