Kenia
Rodolphe y Leo
ECC Ediciones. Barcelona, 2015.
240 páginas, 25 euros.
Hace años el dibujante brasileño Leo nos deslumbró con su ciclo de Aldebarán, una espléndida saga de ciencia ficción. Ahora vuelve a hacerlo, acompañado por el guionista Rodolphe.
Kenia se compone de cinco álbumes que llegan agrupados en el formato de integral-mini, esto es, un poco más pequeño de lo que nos gustaría. Contiene muchos elementos de fantasía pero la acción no nos traslada a lejanas galaxias como en su otro trabajo, sino a un continente más cercano, África.
Lo que predomina es la mezcla. Hay extraterrestres, sí, pero también bestias prehistóricas, densas tramas de espionaje, pasiones desatadas en plena sabana africana, con un trasunto de Hemingway incluido, y no pocos apuntes sobre el colonialismo y las complejas relaciones entre blancos y negros. Los autores (Leo comparte la autoría del guión) completan su receta con innumerables componentes, como la elección de una época histórica muy interesante o el erotismo que ya puntuaba algunos pasajes de Aldebarán, para acabar de dar sabor a un plato realmente sabroso.
La historia habla de una serie de extraños sucesos que ocurren en un safari. Huellas de monstruos a los que nadie ha visto, cadáveres esparcidos por la sabana, hechos suficientes para despertar el interés del servicio secreto inglés, que envía a la zona a uno de sus mejores hombres, mujer en este caso. Pero los ingleses no son los únicos en investigar el asunto, lo que complica aún más las cosas. Se inicia una apasionante caza del monstruo que concluye con nuevos descubrimientos que podrían afectar al futuro de la humanidad si fueran revelados. Y hasta aquí puedo contar, sin arruinar mucho la lectura de un comic que se disfruta página a página.
La estructura del guión nos lleva de un lado a otro sin descanso, prestando especial atención a las sorpresas que se suceden atrapando al lector, a la construcción de personajes, con una protagonista de lujo, una aguerrida espía de fuerte personalidad, y abundantes secundarios, estrafalarios como el barón italiano y su castillo en medio de África o el escritor, un machista insoportable con una curiosa evolución y un trágico final. Todo da la sensación de estar bien pensado y mejor trabajado, es un producto refinado que no engaña ni decepciona al lector. También un gran disparate, una historia llena de fantasía cuyos componentes más alocados, sin embargo, se engarzan a la perfección sobre un entorno realista en el que la política más sucia juega un papel de primer orden.
La cuidada escritura se corresponde con la impecable realización gráfica. Leo mantiene su dibujo clásico al tiempo que personal y nos da incontables lecciones de narrativa. Atención a sus originales monstruos, a la expresiva actuación de sus personajes y a los claroscuros que emplea en algunos de sus fenomenales primeros planos. La única pega que podría poner se relaciona con el color de Scarlett Smulkowski, demasiado oscuro en general y que dificulta un poco la lectura. Pero dejando eso a un lado es una obra absolutamente recomendable.