152 páginas, 17,90 euros.
BUÑUEL CONTRA PAPÁ NOEL
Un viejo chiste cuenta la historia de unas cabras que se encuentran en el campo. Una de ellas mordisquea un trozo de película y una compañera le pregunta: “¿Qué tal la peli?”. A lo que la primera responde “La novela era mejor”.
En este caso el origen de “Buñuel en el laberinto de las tortugas” no es una novela sino una novela gráfica, escrita y dibujada por Fermín Solís. Y no puede decirse que las viñetas originales fueran mejores que su adaptación cinematográfica. La presencia del también dibujante de comics José Luis Ágreda, en este caso como director de arte, aporta una estilización a los personajes principales de la película que rebaja agradablemente el grotesco tono del original. También se han suavizado las gamas de color y se ha reorientado el argumento. Por supuesto la historia inicial se mantiene.
Se cuentan los pormenores del rodaje de “Las Hurdes. Tierra sin pan”, el famoso documental que Buñuel rodó entre su primera etapa, surrealista y parisina, la de “El perro andaluz” y “La edad de oro”, y la mexicana comenzando con “Los Olvidados”, que rodaría muchos años después. La pregunta que subyace es porqué el director pasó del formalismo inicial a la agitación social que en teoría suponen “Las Hurdes”.
Lógicamente, la presencia del documental adquiere más importancia en el filme que en el cómic. Se entremezclan fragmentos de la película de Buñuel con recreaciones de su rodaje. Algunas se corresponden con las escenas más salvajes de la cinta, sobre todo aquellas que no serán del agrado de los animalistas, como la del burro masacrado por las abejas o la de las cabras.
Por el camino se dibuja un retrato del genial