Algunos cómics nos demuestran que, en el mercado americano, hay vida más allá de los superhéroes. Cada vez son más los autores que intentan zafarse del monopolio de las máscaras y las capas, explorando los géneros más diversos.
DOMINIO PÚBLICO
Chip Zdarsky
Planeta Comic, España, 2024
128 páginas, 17,95 euros
En “Dominio público”, no nos alejamos mucho del tema ya que se aborda la lucha legal de un dibujante y creador de personajes enmascarados.
Chip Zdarsky
Planeta Comic, España, 2024
128 páginas, 17,95 euros
En “Dominio público”, no nos alejamos mucho del tema ya que se aborda la lucha legal de un dibujante y creador de personajes enmascarados.
El guión parece mezclar varios conflictos reales, que obligaron finalmente a algunas compañías a reconocer a los creadores originales y a restituirles sus derechos. Pero además se plantea algo inesperado. Más allá de la consabida lucha de David contra Goliat, lo mejor es cómo se describe a esa familia de herederos que, por azar, consigue un trato muy ventajoso con una gran compañía. El primer tomo de esta historia traslada al lector desde los terrenos ya conocidos de la explotación editorial, a tierras menos exploradas relativas al fenómeno de la creación, con sus recompensas pero también con sus riesgos. Una buena construcción de personajes y un dibujo funcional acompañan a un trabajo prometedor, un arranque que nos deja con ganas de más.
“Donde vi el cadáver” es lo último de Brubaker y Phillips, dos viejos conocidos de los lectores. Siguen buceando en casos de serie B, ofreciendo la cara más negra de la sociedad americana. Esta pareja siempre cumple, en ocasiones con obras estupendas como “Criminal”, y en otras con relatos más fríos. A Brubaker le gustan los protagonistas desagradables, tipos con los que resulta difícil empatizar. Eso supone todo un desafío para el narrador ya que los hechos se observan siempre desde la distancia. Cuesta entrar, emocionarse con lo que les está pasando a sus antipáticos héroes. Pero tanto la construcción del argumento, como el dibujo siempre realista o el excelente color, son todos irreprochables. Esta pareja nunca factura un mal tebeo, otra cosa es que consigan emocionarnos, hacernos partícipes de lo narrado. Aquí el nivel es el habitual y Brubaker se divierte dando vueltas alrededor de unos hechos que muestra desde distintas perspectivas, jugando con el clásico efecto “Rashomon”. Yo creo que quienes mejor emplearon ese recurso fueron Damon y Affleck en “El último duelo”. Allí conseguían extraer una verdadera fuerza dramática de esas visiones encontradas. Aquí se queda en un elegante juego narrativo.
La tercera obra