Astiberri. Bilbao, 2021.
376 páginas, 29 euros.
EL LARGO ADIÓS
Javier de Isusi se hacía con el Premio Nacional de Historeta el pasado año con esta recreación de los últimos días de Oscar Wilde en París. Una cuidada reconstrucción por la que se pasean personajes tan famosos como los hermanos Machado o Frank Harris.
Reconozco que me resistí a leer este grueso volumen. Como todo lector sabe, con los años se desarrolla un infalible sentido arácnido que zumba cuando nos acercamos a algún tostón. Y cada vez que hojeaba la obra de Isusi mi instinto vibraba cual satisfyer desbocado. Pero me debo a mi público así que finalmente le he hincado el diente. Vaya por delante que me parece un trabajo muy respetable, una obra que será recomendada por bienintencionados profesores de secundaria, que la añadirán a la reducida lista de comics consagrados, aquellos dignos de pertenecer a los más prestigiosos parnasos culturales. Como “Maus” o “Persépolis”. Comics que abordan temas profundos como éste. Ya se pueden imaginar: Wilde tras pasar por su experiencia carcelaria, apurando sus últimos días en París, entre deudas, chavales de la calle similares a los que acabaron con la vida de Passolini, amigos, videntes, patrocinadores y todos los poetas franceses que puedan recordar. Cada cierto tiempo, por si acaso tuviéramos la sensación de que los personajes hablan poco, se incluyen una suerte de entrevistas con algunos de los “actores” más relevantes. Hablan en plano fijo una página tras otra.
En realidad Isusi muestra sus cartas desde el principio. La acción arranca en un teatro y en ningún momento nos quitamos de encima esa sensación de asistir a una representación, con contados cambios de escenario y sin grandes sorpresas visuales. Todo discurre con tranquilidad y sosiego, salvo alguna secuencia de delirio onírico un tanto fuera de lugar. La documentación es rigurosa y no dudo que los seguidores de Wilde se sentirán complacidos con esta recreación. En cuanto al jurado que eligió esta novela gráfica como la mejor del año, son evidentes las razones de su veredicto. Wilde es un auténtico