224 páginas, 15,95 euros.
NIEBLA Y PLOMO
Tex, el clásico personaje del oeste creado en Italia, está viviendo una segunda juventud gracias a algunos de los mejores dibujantes españoles. Ahora se edita una nueva muestra, otra vez con Font a cargo del dibujo y Boselli del guión.
Cabe recordar que estos volúmenes de Aleta recogen material publicado hace casi diez años. O sea que nos llega con un sorprendente retraso. Quizá ello se deba a la mala prensa del western, un género mal comprendido y que muchos consideran obsoleto. Soy de la opinión de que no existen géneros menores y que, como siempre, todo depende del talento de cada creador.
El primer Tex me parecía gratuitamente violento y un tanto pesado en sus desarrollos argumentales. Pero alguien tuvo la feliz idea de hacer especiales con estrellas tan notables como el americano Joe Kubert y todo cambió. Hasta el momento hemos disfrutado del arte de dibujantes extraordinarios como Font, Ortiz, Milazzo o Víctor de la Fuente, entre otros. Y de guionistas tan entretenidos como Segura o Nizzi. Hay aventuras mejores y peores pero la media se ha mantenido muy alta. Últimamente, raro es el tebeo de Tex que no leo con pasión o que no me apetezca comentar.
En esta última entrega se suman los talentos de dos artistas en estado de gracia. Por un lado el guionista Boselli, que firma un trepidante relato en con inteligencia con los tiempos. Se trata de una prolongada persecución: el hijo de Tex, intentando evitar problemas a un antiguo amigo, se mete con él en un tremendo lío cuando los confunden con una banda de maleantes. Mientras son acosados por un sheriff sin demasiados escrúpulos y de gatillo fácil, su padre lucha por alcanzarlo a tiempo de salvarle la vida. El escritor mantiene ambas acciones en paralelo y juega con los diversos momentos, con lo que el factor temporal ayuda a provocar tensión en el lector. Boselli se encarga de distribuir a lo largo de la historia un buen surtido de personajes que animan y vitalizan una trama con una estructura que funciona como un reloj, con muchas secuencias en las que parece que todo está perdido. Se incluyen algunos pasajes de redención, de transformación moral de protagonistas de comportamiento dudoso y cuya actitud va a cambiar mucho en el trascurso de la aventura, lo que aumenta nuestro interés en su destino.
Alfonso Font cumple con su deber y mucho más. Sus caballos son enérgicos y creíbles, lo mismo que sus paisajes, prolongadas panorámicas habitadas por un reparto dibujado con vigor y asegurándose de que cada actor se diferencia física y psicológicamente. Los fondos son maravillosos, tanto las ciudades y pueblos, perfectamente documentadas y realizadas, como los ambientes naturales, que constituyen casi un personaje más enmarcando a la perfección un relato siempre en movimiento, en el que los héroes no se detienen ni un segundo. Sobresale la vitalidad que sus acabados aportan, llenándolo todo de detalles pero sin parecer nunca agarrotado ni barroco. Su mancha negra está siempre bien situada y sus rallados son minuciosos y precisos.
En fin, que es otro Tex perfectamente recomendable. Y ya van…