416 páginas, 41,75 euros
MÁS PEQUEÑO, MÁS GRANDE
Siguen llegando nuevos recopilatorios de Ditko que nos permiten revisar etapas poco conocidas de su carrera. Ahora se han agrupado sus primeras historias para Marvel, que pertenecen a dos periodos de tiempo bien diferenciados.
PRIMERA ETAPA EN MARVEL
Ditko: “Estuve fuera de la escena del cómic durante un año y medio. Volví a finales de 1955 para trabajar con Stan Lee en Marvel”. En 1956 trabajó casi en exclusiva para Marvel. Todavía un veinteañero, tras un año en la profesión había caído enfermo, probablemente a causa de sus interminables jornadas laborales. ¿Qué sintió en aquella vuelta a casa? ¿Tuvo dudas respecto a la profesión a la que había decidido dedicar su vida? Sumen a ello la crisis industrial, con muchas editoriales al borde de la desaparición. El regreso a la gran ciudad debió de constituir un duro desafío para el joven Ditko. Lo habían tumbado en el primer asalto pero estaba de nuevo en pie, dispuesto a seguir luchando, en las peores condiciones.
Sus primeras entregas demostraron que tenía muchas ganas de dibujar. “Habrá algunos cambios” en Journey Into Mystery nº 33 (Abr. 1956) parecía un trabajo de Wally Wood, por su saturación y detallismo. “¡Los que desaparecen!”, en el nº 38 (Sep. 1956) era algo más contenida, pero iba cargada de líneas en comparación con obras posteriores. “Marzo tiene 32 días” en Mystery Tales nº 40 (Abr. 1956) contaba con viñetas barrocas y muchas sombras proyectadas.
La sencillez regresó acompañada por unos precisos sombreados. Tanto en “El visitante nocturno” en Journey Into Unknown Worlds nº 45 (May. 1956) como en “El mayor experimento” en Strange Tales nº 46 (May. 1956) donde mantenía sus deudas con Wood al tiempo que señalaba sus propios territorios, sobre todo en cuanto a la arquitectura futurista y los vehículos. Sus diseños siempre eran orgánicos, con citas al expresionismo de Hermann Finsterlin, Erich Mendelsohn o Bruno Taut. Como puede observarse en la nave alienígena de “Los marcianos desaparecidos” en Marvel Tales nº 147 (Jun. 1956). Mi amigo Frédéric Manzano quiere ver en los científicos protagonistas de “El mayor experimento” un parecido con los editores de EC, Gaines y Feldstein. No discuto que fuera, como otros cómics de Ditko en ese momento, un sentido homenaje a las historias de ciencia-ficción de la mítica editorial. Pero a esas alturas pocas ilusiones podría hacerse ya de colaborar con ellos. Todas sus revistas habían ido cerrando y tan sólo Mad se mantenía en pie. En 1956 hasta su admirado Wood se había visto obligado a pedir trabajo en Atlas-Marvel. Así que, si se trataba de homenajes, eran más bien póstumos.
Su primera colaboración con Stan Lee curiosamente no se dio en un cómic de fantasía sino en el western “¡Los malos!”, en Two-Gun Western nº 4 (Oct. 1956). Aunque las tarifas que pagaba Marvel eran más elevadas que las de Charlton, no solicitaban suficiente material. Así que en cuanto Charlton se puso en marcha otra vez, Ditko volvió con ellos.
De su escasa producción de 1956 se pueden citar obras como “Quien acecha ahí abajo”, en World of Suspense nº 2 (Jun. 1956) o “¡El hombre misterioso!” en World of Mystery nº 3 (Oct. 1956), publicación donde compartía espacio con Torres, Davis, Marie Severin o Stallman.
Atraído por las cualidades rítmicas de la línea, muchas de sus historias incluían personajes que parecían fluir, deslizarse por la plancha. Más cuando forzaba las proporciones, una característica de esos años. Pasó por una fase “manierista” que llenaría sus cómics de figuras apepinadas, con caras estilizadamente largas, enjutas, que recuerdan mucho al Kubert de aquellos años. Como el dictador que recibía al lector en la primera página de “¡Constrúyame una máquina!” en Astonishing nº 53 (Sep. 1956), todo el reparto de “¡El hombre sin rostro!” en Journey Into Unknown Worlds nº 51 (Nov. 1956) o los exploradores y los ancianos de “¡Cuando despierten!” en Mystery Tales nº 47 (Nov. 1956).
¡¡UN MONSTRUO AHÍ FUERA!!
Con el final de la década aumentaron sus contribuciones para Marvel. Aunque esporádicamente transitó géneros como el bélico o el western, siguió centrado en la fantasía, con episodios breves para revistas como Tales of Suspense, Tales to Astonish, Strange Tales o Journey Into Mystery, entre otras. Al contrario que