136 páginas, 18 euros.
ELOGIO DEL EXABRUPTO
Otro recopilatorio más de sátira política. Uno de los más salvajes que he leído últimamente, solo que en este caso a la voluntad de provocar se une una auténtica chispa cómica, un sentido del humor gamberro e irresistible.
Se imponen dos avisos a los posibles lectores de este volumen. El primero es, de tan habitual, casi innecesario. Se refiere a la filiación política de su creador, un colaborador de El Intermedio, entre otros programas televisivos. Como muchos otros cómicos aparenta una supuesta independencia, un yo-me-río-de-todo que al final se traduce en sobre-todo-me-río-de-algunos.
Esto es lo normal, cada cual es libre de profesar las ideas políticas que le parezca, siempre y cuando luego no se dedique a apalear azafatas en su tiempo libre. Al final todo es una cuestión de talento. El Roto lo tiene y aunque yo no esté de acuerdo con su interpretación de la realidad, reconozco la eficacia y precisión de sus sátiras. Lo mismo Ricardo Martínez o Eneko. Lo señalo porque aparentemente Alberto González reparte cera para todos aunque luego no es así del todo. Lo que nos lleva al segundo aviso.
Esas inclinaciones políticas afectan a una de sus características como narrador: una agresividad nada velada. Se manifiesta desde la primera historia, donde enumera a todos los hijosde que se cruzan con él: el capullo de tu jefe, el cabrón que te debe dinero, la exnovia que te jodió la vida… Ese tono de revancha, de violencia apenas sofocada, recorre todo el volumen. Me cuesta creer que cualquiera que se dedique no a apaciguar sino a enervar pueda luego ir dando lecciones de crítica social, no se apagan los incendios con gasolina. Pero la comicidad siempre implica humillación y escarnio.
Cuando defendemos la libertad de expresión defendemos las burradas que soltaban Ja, Oscar y compañía en El Papus primero y El Jueves después.
Defendemos lo zafio y lo incorrecto. Defendemos un camino sin vuelta atrás en el que no cabe escandalizarse cuando algo no nos conviene. Aprecio el punto salvaje que el autor aplica contra los que no son de su cuerda. Y me río con sus chistes. Preferiría aproximaciones menos moñas cuando se trata de hablar del tipo que no dejó hablar a Rosa Díez en la Complu. Pero no se puede pedir todo.
Dicho lo cual, sólo me queda enumerar los abundantes hallazgos cómicos del volumen, empezando por esa conversación del Un-Dos-Tres, que refleja con tremenda eficacia humorística la superficialidad de los encuentros entre líderes de distintos partidos, yo también me los imagino así.
La comparación entre los toreros y Los Vengadores es otra joya, breve e intensa. Uno de los episodios más surrealistas es el de Aznar en la cama. Bruto como él solo pero al tiempo desternillante. La verdad es que tanto en el gag de una sola viñeta como en las historias de desarrollo más largo nos topamos con ocurrencias que inevitablemente provocan la sonrisa y la carcajada. Me divierten las pullas que dedica a Ferrán Adriá. Y el chiste con la profesora aconsejando a los alumnos que, si desean alcanzar el éxito, sean ellos mismos. A continuación añade: Bueno, tú no… Y tú mejor tampoco…
El capítulo que dedica a Iglesias, al que supone enamorado de una seguidora, una tal Jennifer, resulta blandito en un conjunto notablemente más bestia. Pero su narrativa es buena y el ritmo no decae hasta el divertido final. El de Sánchez intentando alcanzar el voto de los pedófilos es justo lo contrario, burro hasta decir basta, pero también tiene gracia. El de la negociación entre Sánchez e Iglesias es otra salvajada de cuidado, con el líder sociata preguntando: ¿Sabes con quién vas a negociar hoy? Cuando lo ha repetido la tercera vez casi podemos adivinar la respuesta: “Hoy vas a negociar con mi polla”. Si eso les parece ordinario entonces no deberían leer el de la conversación entre Rafael Hernando y Mariano, con este último pidiéndole las drogas adecuadas para echare un buen polvo a su mujer. Después de negar haberse acercado a ninguna sustancia tóxica en su vida, Hernando se revela como un auténtico experto en la materia, que además carga con Speed, Popper, DMT y otras. Naturalmente, “se lo estaba guardando a un amigo”.
En fin, los amantes de la sutileza y el humor blanco no deberían de acercarse a este recopilatorio. Pero si le apetece asomarse a esos otros mundos que no salen en las noticias, a los políticos tal y como deben de ser en su vida privada, en la versión más gruesa y desprejuiciada posible, no lo duden y cómprense este libro. Seguro que se pasan un buen rato.