140 páginas, 15,95 euros
AMOR Y MATEMÁTICAS
Tras la sorpresa de Sunstone, nos llega ahora un cómic español que también tiene como protagonistas a un grupo de lesbianas. En esta ocasión más aficionadas a las matemáticas que al sadomaso.
Ahora que se habla tanto de visibilidad lo cierto es que era un colectivo casi inexistente en el mundo de las viñetas. Recuerdo que hace mil años la revista alternativa Star publicó una historieta de Trina Robbins, donde se afirmaba que “el feminismo es el medio, el fin es el lesbianismo” o algo así.
No era habitual leer historias sobre niñas con aspecto de muchacho que acababan descubriendo que había mujeres que se acostaban con otras mujeres. De manera mucho más estilizada, Camelot 3000 supuso la irrupción del colectivo en un tebeo mainstream. Imborrable la página en la que las dos protagonistas se amaban entre cientos de rosas primorosamente dibujadas por Brian Bolland. Luego han ido apareciendo algunas más y es indudable que su presencia se hará progresivamente más habitual.
Si ya mencioné en su momento la agradable sorpresa que supuso Sunstone, en el caso de La amante cartesiana lo más sobresaliente es el argumento de Paloma Ruiz. No es que el dibujo de Juan Alarcón sea malo, que no lo es, pero sí funcional y poco expresivo. Como tantos ilustradores de su generación se ha acostumbrado a la fotografía, recurso que le permite resolver fondos y personajes con facilidad y eficacia. Pero si las referencias no se emplean bien es normal que resten movilidad a las figuras y atasquen las actuaciones de los “actores”. Así que en general el dibujante cumple, pero en escenas donde esperaríamos un extra de movimiento o de emotividad, no llega, no transmite bien. Como en las secuencias de baile o en algunas discusiones.
No es un problema mayor y el argumento se sobrepone a las limitaciones gráficas. No deja de ser una comedia romántica. Se nos cuentan las andanzas amorosas de una profe de mates lesbiana y sus amigas, que no son todas amantes de Safo como ella, cada una tiene sus estos y aquellos. El ambiente recuerda al de muchas películas de Allen. Mientras la prota sufre algunos desengaños amorosos reflexiona sobre la realidad del amor romántico y las escasas probabilidades de que una pareja resista la prueba del tiempo. Entre bromas y veras el álbum discute si en la actualidad tienen sentido conceptos como fidelidad o amor eterno o si existe algo como una media naranja. Se evita el drama y aunque no falta el desamor, la soledad y el engaño, el tono es en general amable y hasta divertido. De hecho, introducen algún gag recurrente, como el de la rusa, realmente cómico. Para darle un barniz más intelectual abundan las disquisiciones matemáticas, pero esto no debe asustar a nadie. Están bien engarzadas en el guión y bien explicadas. Gracias a esta historia he estado más cerca que nunca de entender lo de las esferas musicales de Kepler. Esta vez tampoco lo he conseguido, pero el esfuerzo de la guionista por resultar comprensible es muy valorable. Denle una oportunidad.