96 páginas, 12 euros.
ABUELITO DIME TÚ...
Con apariencia de tebeo infantil, este primer tomo de Marieta es un trabajo tan encantador como bien construido, una obra inteligente y emotiva.
Prueba nuevamente la buena salud de la industria franco belga. Tras el ciclón de Trondheim y compañía, que por momentos parecía que iba a arrasar una larga tradición de tebeos bien construidos, inteligentemente escritos y primorosamente dibujados, un conjunto cada vez más numeroso de nuevos creadores demuestra que no resulta tan sencillo liquidar semillas tan bien arraigadas. Con procedimientos más innovadores, como De Pins o Vivés, o con una visión más clásica, como Senté o Pellerin, un rosario de tebeos interesantes nos indica que no hay de qué preocuparse, que el sarampión provocado por los Sfar, Blain y compañía es poco más que una gripe pasajera y no la mortal peste que temíamos.
Exagero por supuesto, pero lo que sí es cierto es que el éxito de los mazmorreros podía provocar una oleada de imitadores que olvidaran el soplo de aire fresco que su irrupción supuso. Y que se quedaran con aquello en que casi todos acabaron convirtiéndose: autores capaces de publicar cualquier bazofia, convencidos de una genialidad cada vez más lejana. Si en un principio ventilaron una industria un tanto anquilosada, finalmente su aportación no ha sido mejor que la de anteriores oleadas “vanguardistas”.
El trabajo de Nob tiene poco que ver con esos delirios autorales. Con su dibujo humorístico y aparentemente falto de pretensiones, nos cuenta las aventuras de una anciana, comenzando con su niñez en el campo. Su madre la deja con sus abuelos, mientras ella regresa a la ciudad intentando salvar un matrimonio que se hunde.
El ambiente recuerda y no poco a Heidi, con el abuelo parco en palabras, el amigo cabrero y la alocada cabrita que acompaña a la niña. Pero pronto nos damos cuenta de que esa superficial ternura esconde no pocos recovecos y que el humor y los buenos sentimientos comparten su espacio en el relato con la amargura y algunos pasajes claramente dramáticos.
La protagonista pasa por varias estaciones reconocibles: el rechazo a su nuevo entorno, el duro trabajo en el campo, el conocimiento, aceptación y adaptación a otro modo de vida… Pero además Nob sabe cómo introducir algunos elementos nuevos que aportan variedad a su guiso. Llama la atención sobre todo la figura de la madre ausente y esa muda competición con la hermana que se quedó en la casa paterna. Y cómo Marieta va compartiendo con el lector el descubrimiento de las pequeñas pistas que le permitirán reconstruir ese pasado que la intriga. El tono general es muy amable, sin rastro de cinismo, expresa perfectamente las reacciones naturales en una niña tan inocente y pequeña como la protagonista.
Sumen a este preciso guión una realización delicada, con un agradable empleo del color y una narrativa muy ágil donde no faltan momentos en que la imagen lo cuenta todo sin necesidad de palabras. Si el dibujo puede resultar en ocasiones demasiado “fácil”, con una aspecto un tanto precipitado, el color se encarga de corregir tal impresión, aportando al ambiente la credibilidad que necesita y comunicando constantes sensaciones, térmicas y emocionales, que ayudan a desarrollar y reforzar lo narrado.