viernes, 8 de marzo de 2013

BATMAN: ARQUITECTURA MORTAL de C. KIDD & D. TAYLOR

Batman: Arquitectura Mortal de Chip Kidd y Dave Taylor. ECC Ediciones
ECC, 2013.
114 páginas, 13,50 euros.

CORRUPCIÓN EN GOTHAM

Tras maravillarnos a todos con sus diseños para libros sobre autores de comics, Chip Kidd prueba suerte como guionista escribiendo una aventura de Batman.


Secundado por un talentoso Dave Taylor nos transporta a un Gotham cargado de referencias reconocibles. Sobresalen dos: Hugh Ferriss y su Metrópolis del mañana y El manantial de Vidor basado en la novela homónima de Rand. Muchos de los edificios del primero se duplican de forma casi textual a lo largo del relato, empleando incluso la misma técnica original, ese acabado a lápiz que ahora se remata con sutiles toques de color digital. Ferriss ha supuesto una enorme influencia en el campo del comic y la ilustración así que su cita no sorprende. Más inesperada es la segunda, con retrato de Gary Cooper incluido, aunque en muchas viñetas apenas se parezca. Si su personaje en la película (y en la novela) se llamaba Roark, aquí el malo se llama Loar, no sé si por casualidad o como un guiño más. No es el único nombre con resonancias. El arquitecto estrella del que se burla la historia se apellida Kem Roomhaus y es holandés, como el verdadero Rem Koolhaas.

Pero no supongan por ello que se trata de una novela gráfica para eruditos, un relato donde el fondo importa más que los personajes. Al contrario, todos esos escenarios cargados de resonancias son tan sólo parte de un tapiz donde se nos cuentan unos hechos tan viejos que resultan tremendamente actuales. Básicamente la lucha de la dignidad contra la corrupción. Unos intentando ganar dinero como sea y los otros tratando de realizar el mejor trabajo posible y esforzándose por ofrecer lo mejor a sus conciudadanos. Obviamente Kidd evita los aspectos más áridos del texto randiano, aquellos en que su arquitecto estrella se enfrenta al mundo entero para construir exactamente como él desea. Pero no rehúye una crítica radical a los intermediarios, contratistas capaces de amenazar un proyecto si no se satisfacen sus intereses.

En ese sentido lo mejor de la novela, además de sus cuidados aspectos gráficos, es su retrato social. Cierto que hablamos de Gotham, pero actúa perfectamente como metáfora de muchas urbes reconocibles y sus juegos de ambiciones cruzadas podrían aparecer en cualquier novela negra. El periodista da su versión, el arquitecto tiene la suya, también el dirigente del sindicato y el alcalde. Y Kidd permite que todas se crucen y conecten, empleando como fondo esa nostalgia por los edificios que cayeron por el peso de las comisiones que alguien deseaba obtener con nuevas construcciones. Si van a Bruselas, en la base del Museo Victor Horta verán su maqueta para el Palacio del Pueblo, una maravilla que fue derribada en los sesenta. Y no fue sustituida por nada mejor. Y seguro que se les ocurre algún ejemplo más cercano, en su propia ciudad. Kidd explica que parte de un caso real: la antigua estación de Pennsylvania en Nueva York que fue derribada en 1963. No sé si tenía el encanto de la vieja Central, que recientemente conmemoraba su centenario, pero dudo que fuera tan horripilante como el anodino mamotreto que erigieron en su lugar.

Así que este Batman de Kidd y Taylor acierta en su claro posicionamiento moral, al lado de los creadores y frente a los depredadores, quienes ni hacen ni dejan hacer y sólo saben enriquecerse con los esfuerzos del prójimo ¿Les suena? Hacia el final considero que pierde el control del relato y nos quedamos un poco desconcertados respecto a la verdadera identidad de Exacto o a la presencia un tanto forzada del Joker en una trama que funciona perfectamente sin él. Con todo, es una primera obra muy prometedora y espero que el diseñador se anime a seguir escribiendo.