viernes, 29 de junio de 2012

TEX. Los lobos rojos. M. Boselli y A. Font

Aleta / Bonelli Comics
336 páginas, 19 euros

ENTRE PERROS Y LOBOS

Hace semanas comentaba la brillante entrega de Tex firmada por Segura y Ortiz. Ahora la presencia del dibujante español Alfonso Font sirve de excusa para que se publique una nueva aventura del anciano vaquero.

Es la segunda ocasión en que nos asomamos al trabajo de Mauro Boselli y Font, ya que su primera colaboración había sido traducida en 2004 por Planeta DeAgostini. Tras aquel primer encuentro, originariamente de finales de los noventa, dibujante y guionista firmaron un racimo de historietas como la que ahora nos presenta Aleta, publicada en Italia en 2004. Si en “Los asesinos” era el dibujo de Font el que reclamaba nuestra atención por su calidad, en “Los lobos rojos” ambos autores parecen en estado gracia y el resultado es un tebeo muy grande y que ningún aficionado debería perderse. Ya que el mismo guionista firma otras aventuras de Tex tanto con Font como con Ortiz, confío en que alguien se anime a traducirlas.

Los lobos rojos” es una historieta arrolladora, apabullante. El lector se ve arrastrado por el ritmo del relato, por el carisma de los personajes y por las constantes situaciones dramáticas que nos llevan de una tormenta emocional a la siguiente, entre pasajes con la frenética acción que caracteriza a Tex. Ya lo he dicho en anteriores ocasiones, a mi no es un personaje que me caiga especialmente simpático. La mayoría de sus historias me resultan repetitivas y deprimentes y cuando se pone en plan poli duro a repartir guantazos para conseguir una confesión o simplemente demostrar que es el chulo más duro de la pradera, me provoca un rechazo absoluto. Soporto con entusiasmo los interrogatorios del Jack Bauer de la serie 24 porque se dan en el contexto de esa ficción televisiva, que los explica y justifica. Pero no ocurre así en el caso de Tex. O no siempre, ya que Boselli consigue que hasta cuando el ranger se comporta como un matón nos guste, tal es su habilidad al describir a sus oponentes, unos mastuerzos a los que deseamos todo mal.

Empezando por el dibujo decir que es soberbio. Font hace años que ha demostrado su calidad, pero en Tex se sale. A la fuerza que ya demostró en su entrega anterior suma aquí una variedad de texturas poco habituales. Mantiene ciertos rallados sucios típicos de los setenta, con negros rascados y pincel seco, pero los alterna con constantes tramados que se vuelven muy abundantes en los planos generales. Todo el tebeo está plagado de ellos, grandes planos descriptivos en los que el dibujante se recrea en los fondos, sin olvidar los numerosos grupos de personajes que se pasean con seguridad por las viñetas. Font nos transporta a un oeste muy realista, sus caballos son salvajes y desenfrenados, sus indios están llenos de vida, sus sombras dirigen nuestra mirada y hacen que la luz brille más introduciendo variedad en las planchas. En una historia tan cargada de personajes como esta es importante que el dibujo los diferencia y personalice y Font lo consigue con aparente facilidad. Es un trabajo de madurez que vuela muy alto.

Lo mismo puede decirse de la historia. Podríamos pensar que a estas alturas todo relato del oeste ha sido ya contado pero Boselli nos demuestra que no es así. Explora un territorio poco común, como es el del racismo entre las diferentes tribus indias. Como es sabido, se denominaban a sí mismos “seres humanos”, pero esa humanidad no comprendía al conjunto de los nativos americanos, sino a cada tribu en exclusiva. No hubo un discurso indio unificado hasta mucho más tarde. El guionista plantea una rivalidad tremendamente universal: dos guerreros de tribus opuestas se desafían y perdonan la vida una y otra vez. Mientras se nos cuentan esas dos vidas paralelas la historia sigue su curso y las diferentes comunidades deben decidir cual será su comportamiento frente a esos blancos que han llegado para quedarse. Los matices de esa complicada relación son infinitos. Pero pocas veces como aquí recuerdo haber visto secuencias tan salvajes como la de ese grupo de pawnees que, con tal de pelear, se alista al ejército enfrentándose a compañeros de raza que no respetan los tratados. Ese momento en que se quitan sus chaquetas azules desvelando su verdadera naturaleza es salvaje y sobrecogedor. El tebeo cuenta con un montón de pasajes como éste y un final tremendamente satisfactorio. Bueno hasta decir basta.