336 páginas, 26 euros.
UN AÑO EN JERUSALÉN
Delisle ya nos tiene acostumbrados a sus crónicas de viaje. Tras contarnos su vida en lugares tan exóticos como Corea del Norte, China o Birmania ahora llega el turno de Israel.
Los que hayan leído las anteriores entregas de este animador metido a dibujante de comics ya saben a qué atenerse. Diarios de viaje donde prima lo cotidiano, la visión personal, el paseo tranquilo, un humor calmado y grandes dosis de realidad que se filtran abriéndose paso a través de las versiones oficiales y los prejuicios. Aquí acompaña a su mujer, que trabaja para Médicos sin fronteras, hasta Jerusalem, donde intentará dibujar algo además de hacerse cargo de sus niños. Así que mientras nos cuenta cómo se obsesiona con el muro que separa los territorios palestinos de los judíos, dibujándolo una y otra vez, también lo acompañamos en sus paseos. Algunos son cotidianos, como el que realiza diariamente hasta las guarderías, y otros extraordinarios, como cuando visita ciertos lugares de difícil acceso, pasea por los asentamientos o da conferencias en Ramala. De manera tranquila y evitando dramatismos, Delisle nos brinda una visión muy cercana de la vida en Israel y de la conflictiva relación entre árabes y judíos… pero también cita a los cristianos, los coptos y tantos otros que se disputan los derechos sobre el trozo de tierra más sagrado del mundo.
Debo decir que no me lanzo sobre las historias de este creador canadiense como lo hago sobre la obra de otros guionistas y dibujantes. No despierta mi entusiasmo, todo lo cuenta de manera muy relajada y evitando los golpes de efecto, sus gags son suaves y sin apenas énfasis. Provoca más la sonrisa que la carcajada y también cierta reflexión, ganas de saber más sobre lo que nos está hablando. Es de justicia añadir que una vez que se inicia la lectura resulta difícil abandonarla. Es un buen narrador, sosegado pero eficaz, que consigue interesarnos con muy pocos elementos.
Aquí transita un tema que lleva camino de convertirse en un género en sí mismo en el mundo del comic. Por un lado tenemos las contribuciones de Joe Sacco, a quien se cita en el trabajo de Delisle. Se inclina más hacia la versión palestina y apenas nos cuenta nada desde el punto de vista judío. Luego podríamos mencionar el extraordinario Café Budapest, de Zapico, una inteligente aproximación a los primeros años del estado de Israel, con todas sus agonías y contradicciones. Pero además en los últimos años han llegado un montón de novelas gráficas sobre la vida en Israel, realizadas por creadores judíos. Son interesantes por lo que cuentan, pero irregulares en cuanto a su narrativa. Reflejan algo que también sorprende a Delisle, como es la dureza de los medios locales hacia el propio gobierno. Demostrando que estamos en la única democracia de los alrededores, Israel puede presumir de una admirable libertad de prensa que se traduce en la ferocidad con la que los periodistas atacan al estado o las denuncias que encontramos en muchas de las novelas gráficas citadas.
En fin, queda claro que hablamos de un tema que interesa a los dibujantes, que se adelantan así a otros medios. Otra cuestión es que ese interés no se traduce apenas en obras que ofrezcan una visión equilibrada de la batalla que tiene lugar en Tierra Santa. En el caso de Delisle, aunque él en general tiende a ser neutral, en ocasiones oculta de manera tendenciosa parte de la información necesaria. Por ejemplo, en las primeras páginas se nos cuenta a qué obedece la actual división de Jerusalem, que es descrita como “un pueblo árabe que fue anexionado tras la Guerra de los seis días”. Luego se añade que no es parte de Israel para la comunidad internacional. Por supuesto no se explica en qué consistió dicha guerra ni qué otras agresiones o intentos de agresión había sufrido Israel con anterioridad. También tiene gracia el comentario sobre Hamás, votado por los palestinos pero considerado grupo terrorista por los USA e Israel. ¡Ya ven qué cosa tan absurda! A mi me parece perfectamente comprensible que preocupe el triunfo de un grupo entre cuyas prioridades se cuenta la total destrucción del estado judío.