EL PADRE DE LA MEDUSA
A finales del pasado mes de enero moría el guionista de comics Antonio Segura, Premio Haxtur al Mejor Guión en 1993 por Eva Medusa, serie creada con Ana Miralles.
Fue un escritor prolífico que colaboró con los mejores dibujantes de este país.
Por ejemplo con Jose Ortiz en sagas como el western posapocalíptico Hombre, o el disparate de ciencia-ficción Burton y Cib o el italiano Tex, una de cuyas largas aventuras había sido traducida recientemente y que aquí había comentado con admiración. También trabajó con Leopoldo Sánchez en Bogye, un homenaje a la serie negra ambientado en los mundos de Blade Runner. Y con Saladrigas, Bermejo o Bernet, con quien crearía el que para mi permanece como su mejor trabajo, Kraken. La serie reflejaba un mundo futuro pero cercano con una suerte de policía de las alcantarillas. A esos apestosos canales llegaban todos los desechos de la podrida sociedad que habitaba la superficie. Era un policiaco casi perfecto, con un protagonista duro pero honrado y montones de secundarios corruptos y llenos de vida. Una espléndida serie realizada con un dibujante en estado de gracia, con quien también trabajaría en Sarvan, una fantasía de ciencia-ficción que permitía a Bernet mostrar su dominio de la anatomía femenina.
Por supuesto no me olvido de Eva Medusa, su segunda colaboración con Ana Miralles, tras un primer y primitivo intento en Marrouecos mon amour, obra maldita que nadie se ha atrevido a reeditar desde su primera aparición en Cairo en 1988. Con los noventa nos llegó Eva Medusa, una saga llena de misterio y sensualidad que comprendía dos álbumes rotundos y fascinantes y un tercero tan precipitado como fallido. Con todo, hablamos de una de las obras mayores del comic español del pasado siglo, un trabajo que permanecerá.
En general, se tiende a citar a Segura como artesano. En los ochenta su firma parecía estar en todas las publicaciones, de Cimoc a Metropol pasando por Zona 84 o Creepy. Asociado siempre a dibujantes realistas, clásicos, su labor fue en general menospreciada, era un autor de género, popular, comercial. Su firme voluntad de escribir historias que pudieran interesar a una mayoría no gustó a una crítica acostumbrada a jalear esfuerzos masturbatorios y cualquier modalidad de malditismo. Así que en el Salón de Barcelona nunca se acordaron de él mientras escritores con menos virtudes eran repetidamente galardonados.
No voy a presumir de haber apreciado la calidad de Segura en su momento. En absoluto, a mi también me parecía un poco antiguo, repetitivo, no me gustaba notar las fórmulas que empleaba… Pero con el tiempo me doy cuenta de mis prejuicios ante un tipo que sólo intentaba hacer su trabajo lo mejor posible, entretener sin aparentemente mayores pretensiones. Y resulta evidente que algunas de las obras mencionadas, sobre todo Kraken y Eva Medusa, son historias más que respetables. Y la que se publicaba hace poco de Tex también, así que esperemos que alguien se anime a completar su periplo italiano.
Cabe añadir que Segura era un luchador, un tipo que nunca se amilanó ante los editores, que siempre peleó por conseguir el mejor trato y por defender sus derechos como creador, en un país donde todo eso es motivo de cachondeo. El otro día escuchaba por la tele el respeto que en la actualidad se tiene por el comic. Que pregunten a los dibujantes jóvenes el precio por página que les ofrecen esos editores “tan respetuosos”. En ese terreno también fue un adelantado Segura. Yo se lo agradeceré volviendo a leer todas aquellas series suyas a las que en su momento no presté demasiada atención. Descanse en paz.