Fred Duval y Corentin Rouge
Norma Editorial, España, 2024
136 páginas, 29,50 euros
¡APOCALIPTORGAL!
No solo el maestro Yann está jugando con el vikingo creado por Van Hamme y Rosinski. Otros creadores prueban sus habilidades con nuevos episodios de Thorgal. No es una prueba de la que resulte sencillo salir airoso.
Tengo que decirlo ya: “Thorgal. Wendigo” es uno de los tebeos de aventuras más arrolladores que he leído en mucho tiempo. La visualización de algunas de las escenas en el árbol tienen una dinámica visual digna de Kubert. Yo me he acordado de su Tarzán, pero también del clásico episodio de Thor que Simonson resolvió a base de páginas-viñeta, para expresar con la grandeza adecuada el épico enfrentamiento entre el dios del trueno y la malvada serpiente gigante. Aquí el dibujante lo da todo y nos brinda un conjunto de páginas dobles capaces de dejar sin aliento al lector más avezado. Y sí, es una historia con serpientes y otros monstruos gigantes. Van Hamme combinaba de manera muy inteligente los fragmentos de mitología nórdica con alienígenas de otros mundos y otros componentes de ciencia ficción, sin perder del todo el contacto con la realidad y escribiendo unos personajes tan familiares como entrañables. Aquí el guión se las apaña para contar una guerra entre tribus, con todos sus aspectos mundanos y en un entorno creíble. Pero, además, con bestias semi-divinas. No sale mal librado del desafío. No deja que los aspectos fantásticos se coman el componente humano y se asegura de incluir unos buenos comparsas. Tanto el compañero de Thorgal, como los cazadores que le persiguen, como la vikinga con la que se encuentran, son secundarios perfectamente escritos que aportan muchos matices a la obra.
Se parte de una premisa que siempre funciona. La mujer del héroe es envenenada por unos peces voladores. Pero hay un antídoto, una flor que Thorgal debe recoger en el mismo árbol donde encontrará la rama con la que fabricar la flecha que puede acabar con el Wendigo. Así que el héroe inicia su camino intentando ayudar a sus anfitriones y sobre todo salvar a su mujer. Es una clásica cuenta atrás que empuja la acción hacia adelante haciendo que el lector se pregunte si Thorgal conseguirá volver a tiempo. Hay mucho más, como la cambiante figura de su aliado serpiente, un personaje ambiguo y proclive al engaño.
Además, todo transcurre en un ambiente familiar. Mel Gibson popularizó la pintura de guerra azul en su clásico “Braveheart”. Aquí vuelve a aparecer, como símbolo de agua y cielo. Pero además el tebeo cita sin rubor otro trabajo del australiano, su salvaje “Apocalipto”. En realidad encontramos a Thorgal alejándose de tierras sudamericanas y toda la acción se desarrolla en el norte. Pero los nativos no dejan de recordarnos a los que aparecían en aquella historia sobre “el paraíso antes de Cortés”. El cazador jefe es como el líder de los perseguidores en la peli de Gibson. Y además una buena parte del relato transmite la sensación de persecución y acoso que dominaba el metraje de “Apocalipto”. En todo caso, aquí no se extraen corazones ni se lanzan cuerpos pirámide abajo, aquellas grandes muestras de grandeza cultural que tan pocas ficciones recuerdan. Pero en “Thorgal. Wendigo” los nativos conservan las perforaciones y los colgajos que tanto llamaban la atención en aquel relato anterior a la conquista.
El planteamiento en Thorgal es más fantástico y aventurero. Más allá de las referencias visuales, lo que emparenta a esta obra con su prima lejana del sur es una reflexión sobre el origen de los conflictos y sobre las similitudes entre vecinos. Al fin y al cabo, no somos tan diferentes a los de al lado. Pero podemos construir toda una religión en torno a esos detalles que en el fondo reflejan esa identidad mimética que tan bien explica Girard, origen de todo conflicto.
Entre el material que completa el álbum es muy gratificante leer las palabras de admiración de guionista y dibujante sobre la serie original. Thorgal ha sido uno de los mejores tebeos europeos de las últimas décadas y permenece en ese rincón que la crítica dedica a las obras menores, artesanales. Episodios como “Los arqueros” o “Loba”, por citar solo dos, son auténticas obras maestras. No extraña que el guionista explique que se los estudió y analizó para entender cómo conseguía Van Hamme ese ritmo prodigioso que le caracteriza. Pues con este “Thorgal. Wendigo” Duval y Rouge se han acercado mucho a la grandeza del original. ¡No se lo pierdan!