Dolmen. Palma, 2021.
384 páginas, 34,95 euros.
ABORTOS DEL INFIERNO
Barry Windsor-Smith es una de las vacas sagradas del cómic mundial. Desde sus primeros pasos en Marvel se ganó una sólida reputación como ilustrador y dibujante, con unos acabados que nadie ha conseguido imitar con éxito.
Así que tiene mucho mérito que Dolmen se haya atrevido a editar en España esta su última obra. Un grueso volumen bien presentado que, según se comenta en el prólogo, el autor ha arrastrado durante años, de una editorial a otra. La criatura fue creciendo por el camino hasta convertirse en el auténtico monstruo que es ahora. No lo voy a recomendar pero sí que agradezco que se haya publicado. Windsor-Smith siempre tiene algo que ofrecer, no es cualquiera. Así que, incluso en su peor momento, tiene viñetas magistrales. No descubro nada con esto. Los que lo conocimos imitando torpemente a Kirby y evolucionando con lentitud de un episodio a otro de Conan ya sabemos que es un creador capaz de reinventarse de maneras insospechadas. Siempre se comentó que conseguía aquellos trazos, que no apreciábamos en ningún otro entintador, gracias a unas plumillas (especiales) que compraba en Inglaterra.
La cumbre de aquella primera etapa fue por supuesto “Clavos rojos”, una obra maestra absoluta. Pero ya antes nos había brindado episodios magníficos, como el de la torre del elefante o el de la reina vestida con aquel traje de pedrería y el pulpo gigante. Después vino su etapa de desencuentro con la editorial, que se interrumpió con su participación en “El Hombre Máquina”, una serie que contiene páginas ejemplares. Más tarde disfrutaríamos con sus breves apariciones en “X-Men”, donde firmó grandes capítulos protagonizados por Tormenta. O en “Daredevil”, con algo que parecía una vuelta de tuerca al “Daredevil Born Again” que Miller y Mazzuchelli habían creado poco antes.
De hecho aquel breve relato sobre una experimento fallido del gobierno tenía muchos puntos en común con este “Monstruos”. Un pobre desgraciado ve cómo una desalmada sección gubernamental experimenta con su cuerpo y su cerebro. Un tema sobre el que volvería en su hipertrofiada “Arma X”. Aquella historia sobre el origen de Lobezno nos mostraba sus limitadas capacidades como guionista, mientras su dibujo alcanzaba auténticas cumbres, muy influyentes en la generación de Image y en todos los autores que le siguieron. Luego ya solo nos llegaron proyectos dispersos, algunos tan áridos como sus “Jóvenes Dioses y amigos”, un tomo maravilloso donde su dibujo se volvía un poco más barroco de lo habitual y que nunca he conseguido acabar de leer.
Y ahora llega este “Monstruos”. Vaya por delante que el dibujo es muy interesante. Cambia sus controlados tramados por algo más sencillo y seco pero que aporta novedad a sus viñetas. Sigue poniendo bien los blancos y las manchas negras y mantiene esa delicadeza tan elegante que le caracteriza. Pocas pegas pondría a la parte gráfica, excepto que hay fragmentos en que se notan las prisas o los años. Ante una obra realizada a lo largo de tanto tiempo es lógico suponer que no todo va a tener la misma calidad. Hacia el final los rayados se vuelven más descuidados y el dibujo flojea algo. Pero el nivel medio es altísimo. Si quiere volver a disfrutar con Barry Smith, no dude en comprarse este cómic. Pero no intente leerlo. He tenido que realizar verdaderos esfuerzos para acabarlo. Su voluntad provocadora me resulta estomagante, con alusiones al racismo y la violencia familiar. A su escritura le pasa como al dibujo, no es capaz de ahorrarse un trazo, todo se empasta y prolonga más de lo necesario. Pero, aun así, ¡qué líneas!
Y ahora llega este “Monstruos”. Vaya por delante que el dibujo es muy interesante. Cambia sus controlados tramados por algo más sencillo y seco pero que aporta novedad a sus viñetas. Sigue poniendo bien los blancos y las manchas negras y mantiene esa delicadeza tan elegante que le caracteriza. Pocas pegas pondría a la parte gráfica, excepto que hay fragmentos en que se notan las prisas o los años. Ante una obra realizada a lo largo de tanto tiempo es lógico suponer que no todo va a tener la misma calidad. Hacia el final los rayados se vuelven más descuidados y el dibujo flojea algo. Pero el nivel medio es altísimo. Si quiere volver a disfrutar con Barry Smith, no dude en comprarse este cómic. Pero no intente leerlo. He tenido que realizar verdaderos esfuerzos para acabarlo. Su voluntad provocadora me resulta estomagante, con alusiones al racismo y la violencia familiar. A su escritura le pasa como al dibujo, no es capaz de ahorrarse un trazo, todo se empasta y prolonga más de lo necesario. Pero, aun así, ¡qué líneas!