Panini Comics. Barcelona, 2021.
200 páginas, 22 euros.
INDIOS, MUJERES Y NEGROS
Los cómics populares se esfuerzan por adaptarse a los tiempos que corren. Black Hat Jack es otro vaquero negro que viene a unirse al Marshall Bass de Kordey. En este caso además se le suma una mujer, también vaquera, así que podemos afirmar que estamos ante un western decididamente integrador.
No lo parece tanto al principio, cuando escuchamos los comentarios de los dos protagonistas sobre los pieles rojas, un conjunto de maldiciones racistas sobre las malas costumbres de los indios. La forma en que los blancos se refieren a los nativos se debe al realismo del guión, al fin y al cabo eran dos grupos en liza por la misma tierra y con culturas muy diferentes. En ese sentido Boselli no cae en la tentación de edulcorar a los comanches, cuyas brutales maneras con los prisioneros pronto se nos describen con crueldad en una de las primeras escenas. Claro que emplea la misma ferocidad con los pioneros. El grupo que se reúne en la taberna donde tiene lugar una buena parte de la acción no exhibe unas maneras más delicadas, ni mucho menos. Todos insultan al negro recién llegado con entusiasmo. Tras una buen rato de mentar unos a las madres de los otros, parecen calmarse y se ponen a beber como buenos hermanos.
Luego intervienen los indios, con Quanah Parker al frente, uno de los cabecillas más legendarios del antiguo oeste, un mestizo con muy mala leche. Lo que sigue es el clásico asedio a lo “Zulú”, con cientos de salvajes atacando a una pandilla de endurecidos vaqueros. El guión es muy eficaz en varios aspectos clave. Primero, la caracterización de los dos protagonistas, un blanco y un negro a los que el azar ha llevado a cabalgar juntos y a convertirse en dos buenos amigos, una relación cuya profundidad descubrimos según avanza la acción. Segundo, en cuanto a lo que ocurre durante ese ataque, con la aparición de algún personaje sorpresa que ayudará y mucho a animar la historia. Pero es que todo lo que pasa es interesante. También lo que no pasa, esos instantes de calma entre las sucesivas oleadas. Se aprovechan para mostrarnos mejor a esos tipos encallecidos, capaces de bromear en las peores circunstancias. Por último, cuando parece que lo peor ya ha pasado y no podemos asistir a secuencias aun más emocionantes, se nos brindan dos pasajes más, cada uno con su propio sentido y que consiguen estremecernos, de la alegría al llanto. Y no cuento más porque deseo que lo disfruten tanto como yo.
El cómic se inspira en hechos reales, como muy bien se explica en el epílogo, a través de una pertinente entrevista con Boselli. No se puede dejar de mencionar al segundo responsable de esta pieza mayor, el dibujante Stefano Andreucci, que aporta esa sabiduría clásica que ahora pertenece a los italianos. Un sobrio blanco y negro, con un expresivo entintado que esconde mucha sabiduría narrativa tras su sencilla apariencia. Nos cautiva desde esa primera escena nocturna entre la hierba, con los dos vaqueros mordiendo las orejas de sus caballos.
Prepárense para una cabalgada muy intensa. Para muchos el western es un género caduco y que solo conviene visitar para ofrecer revisiones feístas y desmitificadoras a lo Leone. Pues bien, aquí los autores apuestan por un realismo impactante, pero no por ello abandonan la épica, mostrándonos la lucha de los auténticos pioneros, los tipos más duros y pobres de Europa que encontraron en el nuevo continente un lugar donde prosperar y vivir mejor ¿Les suena?