viernes, 29 de enero de 2021

ALGO EXTRAÑO ME PASÓ CAMINO DE CASA DE GALLARDO

ALGO EXTRAÑO ME PASÓ CAMINO DE CASA de Miguel Gallardo
Astiberri. Bilbao, 2020.
80 páginas, 14 euros.



TIEMPOS RAROS
No es la primera vez que Miguel Gallardo construye una obra partiendo de la realidad. Lo había hecho con las memorias de su padre y al explicar su relación con su hija autista, María, a la que ya le ha dedicado dos novelas gráficas.


También nos contó en sus cuadernos de viaje algunas de sus experiencias por el mundo. Y ahora vuelve para describir un recorrido mucho más personal. Justo antes de iniciarse el confinamiento le descubrieron un cáncer que tuvieron que operar de urgencia. A la mayoría una experiencia de este tipo nos habría paralizado, meses después y en pleno proceso de recuperación muchos todavía estaríamos temblando y reflexionando sobre el sentido de la vida. Gallardo no, él dibuja. Dibuja todo lo que le pasa y algunas cosas más. Dibuja para entender y para explicar, para quejarse y para dar las gracias. Como comprenderán, este no es un trabajo normal, sino excepcional en el más amplio sentido del término.

El autor se hizo popular en los ochenta en la revista El Víbora con un personaje que dio nombre a bares, librerías y canciones: Makoki, un “drogadito” escapado del frenopático que encarnaba las fantasías punkis más salvajes. Pronto Gallardo demostró que esa era solo una de sus máscaras y que sus destrezas gráficas le permitían saltar de un estilo a otro casi sin despeinarse. Recientemente se reeditaba “Perro Nick”, un delirio pop donde rendía homenaje al mundo en technicolor de los dibujos animados de su infancia. Más interés tenía “Un largo silencio”, un cuidado volumen donde recogía los recuerdos de la Guerra Civil de su padre, una de las aproximaciones más equilibradas que se han hecho a nuestra manoseada contienda. 
Coqueteó con la ilustración durante años y finalmente llegó “María y yo”. Entonces como ahora utilizó el comic para entender lo que le pasaba. Al contarnos su relación con su hija María él también la ponía en claro. Veíamos sus dudas, sus angustias y también sus alegrías y su humor. Gallardo puede relatar situaciones que a otros aterrorizarían y paralizarían. Él, en cambio, es capaz de encontrar ese lado cómico, ese giro absurdo que consigue que esbocemos una sonrisa. El tiempo pasó y volvió a hablarnos de su hija en un segundo volumen. Allí la presencia de la muerte parecía más cercana ¿Qué será de ella cuando yo me vaya? Algo que todo padre ha pensado alguna vez y que en su caso tiene una respuesta más complicada, teniendo en cuenta las necesidades de María. A pesar de tales dudas, el volumen mantenía un tono si no optimista sí vital y esperanzado.

ALGO EXTRAÑO ME PASÓ CAMINO DE CASA de Miguel Gallardo
Y ahora la vida lo ha sometido a otra dura prueba. No es el primer dibujante en contar su cáncer, ya lo hizo la humorista del New Yorker, Marisa Acocella en CancerVixen hace años. Pero su enfoque era más dramático, su aproximación más rigurosa y detallada. Gallardo intenta tomárselo todo a la ligera. Es un frívolo cuando serlo resulta muy complicado. Es capaz de disfrutar de la belleza del hospital modernista donde lo operan y de contar chistes sobre las gafas que le ponen antes de hacerle una resonancia. Son de Dolce&Gabanna así que se dibuja tal cual en la cama con una flecha que indica “dibujante con tumor mega-glamuroso”. Y así todo el rato. Hace bromas sobre lo que le sacan del cerebro, los dolores que le avisaron antes del diagnóstico, la vida con Covid justo cuando dejó el hospital y todo lo que se les ocurra. También celebra. Agradece la vida que ha tenido y los amigos que lo han querido. Y no olvida mencionar que la máquina de radioterapia que le ayudó a recuperarse fue donada al hospital por Amancio Ortega ¡Gracias, Amancio! Hace años tuve el placer de conocerlo mejor, cuando preparábamos su expo monográfica para el Solleric, “Cómo ser Gallardo”. En un determinado momento le llamé Miguel Ángel y él, con su sorna habitual, me replicó: “Solo mi padre me llama Miguel Ángel. Los amigos me llaman Miguel”. Ojalá este sea un artículo más sobre él y podamos seguir disfrutando con su trabajo durante muchos años ¡Gracias por todo lo que ya nos has dado, Miguel!