464 páginas, 38 euros
HUMANO ENTRE ANIMALES
Pocos años después de que se estrenara la primera película del “Planeta de los simios”, Jack Kirby lanzó una serie claramente inspirada por el film pero que no se detenía en una única especie de animales parlantes.
Habiendo tigres, leones, perros o serpientes ¿por qué quedarse solo con los monos? Esa fue la pregunta que debió hacerse el dibujante. Él, por supuesto, no limitó en absoluto su fantasía así que por “Kamandi” desfila una tremenda variedad de bichos antropomórficos y hasta un maravilloso saltamontes gigante, que hace las funciones de caballo. Leí la serie prácticamente cuando salió, a principios de los setenta, en la versión de Novaro. Y me fascinó.
Reconocía sus deudas con la peli de Charlton Heston pero eso nunca me importó. Kirby ocupaba un territorio que le era propio y donde reinaba. Aunque Kamandi, ese último hombre-chico sobre la Tierra heredaba algo de la melancolía del astronauta original, ese rasgo no dejaba de ser un matiz sin demasiada importancia en un relato donde primaba la acción. En “Kamandi” nunca dejan de pasar cosas, los personajes corren, saltan, se pelean, se asombran ante sucesos siempre cambiantes y abrumadores, hay buenos y malos, robots y piratas, gangsters y esclavos…
Kirby, creador de Los Cuatro Fantásticos y una buena parte del universo Marvel, se había trasladado a la DC, la compañía rival. Para ellos había creado nuevos héroes y villanos tan tremendos como Darkseid. Pero toda su labor permanecía bajo sospecha, dando por supuesto que no conseguiría igualar sus anteriores éxitos en Marvel.
Por otro lado, para una buena parte de la crítica Kirby es el responsable de mantener al medio en un estado casi infantil. Frente a la seriedad de los primeros comics en prensa, los grandes clásicos de los años veinte y treinta, los comic-books donde Kirby reinó supusieron una marcha atrás. Se abandonaba al público adulto para dirigirse a una audiencia adolescente y descerebrada, más atenta a la acción que a la reflexión. Los comics respetables son aquellos que desprecian el puro entretenimiento y hacen que el lector sea consciente de los asuntos más sesudos. Hasta el mismo Eisner, en su momento jefe y mentor de Kirby, participó de esa idea. El comic puede ser un medio tan sofisticado como el que más y para ello debe dejar de dirigirse solo a niños y teens.
Lógicamente Kirby no estaba por esa labor y no deben leerse sus comics desde esa perspectiva. Es una equivocación. Admitir la frivolidad, la ligereza del autor, desde una posición de superioridad intelectual constituye también un error. Partiendo de ese supuesto, Moore sería maravilloso y profundo y Kirby un tarado que factura fantasías para gente sin sensibilidad. La clave está en la diferencia entre la lectura infantil y lecturas posteriores. Personalmente, ya he alcanzado esa edad en la que se empiezan a saborear los recuerdos comprobando que la intensidad que permanece en la memoria en escasas ocasiones es alcanzada por experiencias más próximas. Pienso en aquella primera vez que leí “Kamandi” y vienen a mi cabeza las sensaciones ante secuencias como la de la transformación en robots de los compañeros del héroe, o la brutalidad de las luchas contra los gorilas o la huida con el submarino entre los restos de la ciudad. Me sumergí totalmente en aquellos pasajes. ¿Recuerdan cuando en “Arrebato” explicaban el concepto a través de cromos de “Las minas del rey Salomón”? Pues eso: el tiempo se detiene, estamos arrebatados. Nunca he tenido esa sensación con Moore. Pero sí con Kirby. Y no estoy defendiendo una simple operación nostálgica. Él se centra en lo esencial, en lo que maravilla, en los conflictos básicos, en la amistad, en la lucha contra la injusticia. Cosas importantes para niños de doce años, que deberían de ser importantes para todos nosotros. Y lo cuenta de manera visual y directa. Otros, con muchos artificios y procedimientos muy complicados, apenas tienen nada que aportar y disimulan su vacío con juegos de manos que al final no encuentran apenas respuesta en los lectores. Kirby es crudo, popular y sencillo. Y permanecerá. ¡Disfruten con “Kamandi”!
Entrevista con Kirby en 1990