EL ÚLTIMO HOMBRE Y LA PRIMERA MUJER
En septiembre nos dejaban dos de los últimos supervivientes de la mítica editorial EC: Russ Heath (91 años) y Marie Severin (89 años).
Él, a pesar de su amistad con el guionista Harvey Kurtzman, apenas colaboró en sus rompedores comics de guerra. Según comentaba, “debí irme más veces a comer con él”.
Marie, en cambio, jugó un papel muy importante en la casa como colorista. Más tarde en Marvel la descubriríamos como dibujante de humor en algunas de las revistas satíricas que Stan Lee intentó lanzar como respuesta a Mad. Aunque en España son más conocidas sus colaboraciones en series como Namor y, sobre todo, Kull. Allí firmó varios episodios con su hermano el gran John Severin a las tintas, que permanecen entre los mejores de la apasionante saga del rey bárbaro. En tiempos en que la presencia de las mujeres era todo menos habitual en el medio, Marie Severin abrió muchas puertas y se situó como una más en un contexto ferozmente masculino. Seguro que se rió al ver las hipersexualizadas tintas de Wood sobre sus lápices en The Cat.
Era una señora tremendamente simpática y quienes la trataron recordaban sus bromas y su constante buen humor. Sus caricaturas y chistes sobre su entorno de trabajo y sus compañeros son muy conocidas. Hacía años que sabíamos de sus problemas de salud y ahora finalmente ha llegado al final de una existencia muy fructífera. Como muchas otras dibujantes, no tuvo descendencia, pero todos recordaremos sus hijos de papel y la evidente calidad de sus lápices. Además se rumorea que siempre supo apreciar la labor de sus colegas y que su colección privada era impresionante. Veremos si sale a la luz en los próximos meses.
Obviamente ella no fue la primera dibujante de comics de la historia pero creo que fue la primera de cuya existencia fui consciente. Menos exagerado resulta mencionar a Russ Heath como “el último hombre”. De su carrera ya tuve ocasión de hablar cuando organizamos en el Palau Solleric de Palma una expo dedicada a él, acompañada por el catálogo Flesh & Steel. Cuando su hija Sharon me comunicó su muerte tuvo la amabilidad de recordarme cómo le había alegrado a su padre la edición del libro. Aunque sus últimos años fueron un tanto tristes, en una lucha que no pudo ganar contra el cáncer, su vida es un prodigio de vitalidad y producción. Nunca se ató a un personaje, razón por la cual no es tan conocido como otros creadores. Pero esa independencia le permitió saltar de un lugar a otro del país, trabajando donde la daba la gana y disfrutando de la nueva libertad sexual que su generación había conquistado en los sesenta. Como anécdota, recordar la temporada que se pasó viviendo en la mansión Playboy de Chicago. Allí enseñaba a nadar a las chicas. Como él comentaba: “Dibujaba con la puerta abierta”. Fue uno de los últimos grandes dibujantes realistas y todo un personaje. Su obra permanecerá.