viernes, 14 de septiembre de 2018

JOE SHUSTER - HISTORIA A LA SOMBRA DE SUPERMAN


Joe Shuster - la  historia a la sombra de Superman de Julian Voloj y Thomas CampJulian Voloj y Thomas Campi
Dib•Buks. Madrid, 2018.
192 páginas, 25 euros.

EN EL PRINCIPIO...
Una novela gráfica tan interesante como deprimente sobre los padres de Superman: el guionista Jerry Siegel y el dibujante Joe Shuster.



El relato se inicia con un Shuster sin hogar obligado a dormir en un parque. Cuando un policía le invita a comer él le explica cómo creó a Superman. El resto es un largo flash-back sobre dos chicos judíos que imaginaron uno de los personajes más populares del mundo del cómic.

Supone también un afortunado repaso a los orígenes de un medio cuyo cénit Shuster y Siegel ayudaron a alcanzar. O quizás fue al revés y ellos precipitaron el principio del fin, pero esa es otra discusión.

El caso es que esta no es una novela gráfica más, llena de datos tan sesudos como fácilmente olvidables. Cualquier aficionado a esa edad dorada de los superhéroes tendrá motivos de sobra para disfrutar con este trabajo. Por él discurren artistas y editores que conocemos, se suceden los personajes que aparecen en las enciclopedias y encuentran su lugar los secundarios que todos citamos pero cuyo contexto en muchos casos se nos escapa.

Joe Shuster - la  historia a la sombra de Superman de Julian Voloj y Thomas CampSe explican muy bien los lazos entre los primeros editores y la delincuencia organizada. Y lo fácil que resultaba pasar de imprimir pornografía o similar a tebeos para chavales. O usar las mismas furgonetas que distribuían los comics para traficar con licor. Era un mundo despiadado en el que cada cual buscaba su propio beneficio. Por eso los contratos que los artistas firmaban hoy nos resultan descabellados y abusivos. Eran otros tiempos…

La novela se centra en cómo esas viejas costumbres afectaron a dos jóvenes que, de repente, lograron un boom de ventas. Aquel personaje que llevaban años intentando vender finalmente se convirtió en un éxito cuando saltó a los quioscos. Así que de repente todos se lanzaron sobre él, hasta acabar en manos de otros dibujantes y guionistas de la casa. La frustración que esto provocó en el irascible Siegel fue monumental, hasta prácticamente acabar con su carrera y su salud. Mientras, Shuster padecía una de las peores enfermedades para un dibujante: una progresiva ceguera.

Vapuleados por la editorial, la situación no cambió hasta finales de los setenta cuando la peli sobre Superman con Christopher Reeve estaba a punto de estrenarse. Siegel escribió una carta pública reclamando sus derechos perdidos y el dinero que se embolsaba la empresa y no él. Neal Adams, entonces un joven dibujante en la cresta de la ola, salió en su defensa encabezando una campaña de apoyo. Finalmente Siegel y Shuster aparecieron en los créditos del film como “creadores” y se alcanzó un acuerdo económico.

Añadan a esto un dibujo delicado y una sensible aproximación a los sentimientos y relaciones de los protagonistas. El resultado es un trabajo por encima de la media y que no defraudará a los interesados en la historia del cómic.