viernes, 3 de marzo de 2017

EL CUARTO MUNDO de JACK KIRBY

BENDITA FANTASÍA
Aunque en el campo de la ciencia ficción los autores de comics han realizado muy variadas e interesantes propuestas, aparentemente los superhéroes siguen mandando en nuestra imaginación.


En Europa hemos tenido a Jeff Hawke, a Valerian y ahora mismo a Leo surcando la galaxia. Los nipones parecen disfrutar con sus escenarios posapocalípticos y sus bizarros robots. Pero la manifestación más popular de la fantasía en viñetas está en manos de los tipos con el pijama por fuera. Recientemente se recuperaban dos obras clave para entender la evolución de esos personajes, en dos bonitos tomos perfectamente editados.

El cuarto mundo de Jack Kirby 
ECC, 2016.
400 páginas, 35 euros.

Por un lado El Cuarto Mundo, uno de los trabajos más importantes de Kirby, que es como decir el padre fundador de la mitad del Universo Marvel. Como es sabido sus relaciones con la casa no siempre fueron agradables así que en un determinado momento decidió largarse. Y se pasó a la compañía rival, DC. Allí, como de forma muy amena explica Mark Evanier en el epílogo, se hizo cargo de la serie dedicada a Jimmy Olsen, que no tenía un equipo creativo propio y le permitía hacer lo que le viniera en gana. El resto es historia.

Kirby generó un nuevo universo en el que se reflejaron no pocas de las tensiones de la América de los sesenta-setenta, con unos nuevos dioses de aspecto disparatado y juguetón y un villano tremendo, Darkseid, y el escapista Mr. Miracle y la Gran Barda y tantos otros.

Como podrá comprobar cualquiera que hojee este recopilatorio, los mundos de Kirby apenas pueden ser contenidos por unas viñetas que siempre parecen a punto de estallar. Aunque presididos por una ironía constante, sus episodios son tan épicos y dramáticos como un humano es capaz de imaginar. Coincido con Morrison cuando en la intro habla del tono casi religioso, trascendental, de muchas de sus aventuras. Todo lo que ocurre en un comic de Kirby es extenuantemente importante. En todo momento.


La nueva Frontera de Darwyn Cooke
ECC, 2016.
520 páginas, 43 euros.

A comienzos de este siglo Darwyn Cooke decidió que tendría sentido ofrecer una revisión de los superhéroes que componían la constelación DC. Cooke debía mucho a Kirby, deudas fácilmente apreciables en su dibujo.

Pero como hijo de su tiempo, retrató a aquellos titanes como parte de una realidad no tan brillante, una década de los cincuenta en la que las tensiones atómicas y el miedo a un enemigo invisible propiciaron numerosas fantasías pobladas por invasores extraterrestres, monstruos de todo tipo y, en los tebeos, una densa familia de superhéroes con los que jugar.

Los aficionados pueden disfrutar “La Nueva Frontera” como un fenomenal homenaje. De hecho al final se incluye una larga lista de guiños que se reparten por las páginas de la obra. Los no interesados en la edad de oro del comic americano (¿o era de plata?) pueden sentirse algo más perdidos, con personajes secundarios a los que no se reconoce bien y que el autor apenas pierde el tiempo en presentar. Pero esa confusión se ve compensada por el punto de vista que adopta la narración. No importa tanto lo que sepamos o no del Universo DC.
Porque Cooke se esfuerza por anclarlo a una realidad más cercana a libros como el estupendo “Elegidos para la gloria” de Wolfe, que a ningún tebeo. Construye su trama enhebrando historias clásicas de la editorial, pero aferradas a una realidad que se reconstruye a través del mito. Todo con su dibujo sintético y espectacular y una narrativa arrolladora. Es un bonito intento, pero algo cansino.

En su momento sólo leí el primer episodio y ahora comprendo por qué. Admiro al Cooke de Parker y lamento mucho su temprana pérdida. Nos dejó el año pasado, con cincuenta y cuatro años de edad, cuando estaba dibujando algunos de sus mejores tebeos. Pero no en este caso. Cómprenselo si quieren, como homenaje al autor.

El tomo es realmente espectacular y viene cargado de extras. Pero su constante empleo de viñetas panorámicas cansa y el relato tarda mucho en despegar y emocionar. Con todo es un esfuerzo muy valorable y lleno de momentos impresionantes servidos con un dibujo delicioso y un color perfecto.