viernes, 8 de abril de 2016

PACIENCIA de DANIEL CLOWES

Paciencia de Daniel Clowes, edita en España Fulgencio Pimentel
Fulgencio Pimentel, 2016.
180 páginas, 24,99 euros.

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Clowes es eso que llaman un creador con un mundo propio, obsesiones a las que vuelve de forma compulsiva. En ocasiones ese territorio personal le permite crear obras interesantes, en otras no tanto.


Pero el Clowes de madurez ya hace tiempo que demostró que era un autor a tener en cuenta. Abandonada la levedad de sus inicios y cierta pretenciosidad de los tiempos de Como un guante de hierro…, cada nuevo trabajo es una sorpresa en la que experimenta con diferentes equilibrios entre una ironía muy afilada y una visión dramática de la existencia.

Con Paciencia me ha convencido plenamente. Es difícil comentar esta obra sin desvelar algunos de los meandros de la trama y no deseo hacer tal cosa. Llaman la atención las constantes sorpresas, la sensación de ser transportado de un lugar a otro como quien viaja a lomos de una salvaje atracción de feria. No es sólo que el traqueteo y los giros inesperados nos dejen sin aliente, es que además nos gusta. Resulta agradable pasar una página tras otra preguntándose “y ahora ¿qué va a pasar?”. Porque no se trata de grand guignol o de trucos baratos sino de auténticos bandazos argumentales en el contexto de una estructura muy bien construida, con personajes sólidos pero que obviamente se van transformando en función de los avatares que padecen.

Paciencia de Daniel Clowes, edita en España Fulgencio Pimentel
Las sorpresas son de todo tipo. De tono, pasando de algo que casi parece una comedia de situación a un fenomenal drama. De tiempo y espacio, saltando del pasado al futuro y luego de vuelta al pasado a un ritmo trepidante. Y no son flash-backs. Una de las claves más llamativas es que Clowes se lanza al terreno de la ciencia-ficción, especulando con la posibilidad de los viajes temporales. Obviamente lo hace desde su habitual cinismo así que su futuro es tan cutre como la máquina del tiempo que imagina, muy alejada de anteriores fantasías steam-punk. No hay nada de victoriano ni glamuroso en ella. Ni en el protagonista, un tipo desesperado a quien el amor convierte en algo muy parecido a un loco furioso, una suerte de Lee Marvin pasado de rosca, que roba el sistema para retroceder en el tiempo, una fórmula que no dista mucho de una droga con inevitables efectos secundarios.

Su proverbial vuelta al pasado acaba como es habitual en estos casos, con una sucesión de errores que le llevan a empeorar las situaciones que pretendía enmendar. Ahí aparece el mejor Clowes, que se regodea en todas las miserias de juventud de la novia, con su enamorado como testigo de sus dramas. No faltan ni el amante recién salido de la cárcel ni los niños pijos dispuestos a reírse de la patética camarera. El autor firma varias páginas prodigiosas en las que reflexiona sobre las diversas violencias que puede padecer una mujer joven, en manos de payasos con pasta o de brutos sin ella. Al final el resultado es siempre el mismo: humillación y dolor.

El comic vuela muy alto cuando se centra en ese viajero desesperado por recuperar a su amor y dispuesto a enfrentarse a sus demonios si con ello consigue volver a la casilla de partida. Adelanto que pese a la dramática secuencia inicial y a algunos pasajes realmente tristes, el tono final es esperanzador y hasta optimista si me apuran. Clowes está madurando, supongo. Como su dibujo, despojado de todo artificio y centrado en los personajes y sus reacciones, funcional y muy ajustado al relato. Y acompañado por un color pop muy sugerente. Paciencia es perfectamente recomendable. Prepárense para un viaje emocional de aquí te espero.