Llegan a las librerías productos que por un lado agrupan material clásico, hace tiempo descatalogado o inédito, y por el otro suponen nuevas creaciones de autores veteranos que en muchos casos mantienen un numeroso grupo de fieles seguidores.
Hombre
Peter Wiechman y Rafael Méndez
Aleta Ediciones, 2015.
192 páginas, 19,95 euros.
En la primera categoría incluiría la necesaria recuperación de Rafael Méndez, en su momento uno de los mejores dibujantes realistas de este país, que trabajó durante años para Alemania y es casi un perfecto desconocido para los aficionados actuales. Hace tiempo que se retiró de una profesión que acabó destrozándole los nervios e incapacitándole para el dibujo.
Ahora se traduce uno de sus westerns, Hombre, donde podemos disfrutar con sus extraordinarias dotes para la representación de animales y ambientes. Aunque los guiones son muy setenteros, se dejan leer. Al menos son breves y tienen ese punto sincopado propio de guionistas como O’Neill, que le pegaba tales empujones a las historias que se acababa con la sensación de que faltaban viñetas. El trabajo con el pincel de Méndez, increíble. Durante años estuvimos incluyendo planchas suyas en la revista El Wendigo ya que su director, Faustino Rodríguez Arbesú, no podía entender que nadie se acordara de este auténtico artista maldito. Finalmente ha llegado su momento y eso es bueno.
Superman Otros Mundos, 184 páginas 18,95 €
Batman Episodio Perdido, 96 páginas 12,95 €
Edita ECC
En la segunda categoría, la de veteranos en activo, situaría a García López, que acaba de sacar otro comic de Batman. En este caso la excusa es recuperar un episodio de la serie clásica de la tele que no se llegó a producir. Ahora se adapta en viñetas y la ñoñería pop de la serie original parece contagiar y ablandar la labor de un grafista tan poderoso como Jose Luis García López, medio gallego y medio argentino que lleva mil años asentado en los USA.
Más interés tienen otras recuperaciones de su trabajo, como sus colaboraciones en la serie de Superman o sus Elseworlds. Ya conocíamos su versión medieval del personaje, con guión de Gibbons y que se incluye en este recopilatorio. Pero no las otras dos, donde exhibe sus poderosas dotes. El problema es que no se entinta él y los encargados rebajan un tanto el vigor de sus lápices. Con todo, recomendable.
Los espíritus de los muertos de Poe
Corben
Planeta Comic
216 páginas, 30 €
Otro veterano que vuelve es Corben, de quien constantemente se recopila material. Ahora nos da nuevas versiones de Poe, con color digital. El problema es que Corben es mucho Corben. Y que una vez leída su primera versión de “El Cuervo”, no se puede olvidar y su reinterpretación no es TAN buena.
Pero aunque inevitablemente estemos comparando con la fuerza de su trabajo pasado, notando lo que ha perdido por el camino, Corben sigue siendo mucho y no seré yo quien se atreva a meterse con él. Todavía disfruto con sus sombras, con sus volumetrías, sus imposibles hembras y casi diría que me gustan hasta sus errores.
La peste escarlata
Carlos Giménez
Edita Panini, 96 páginas
El siguiente es un caso parecido. Carlos Ginémez ha sido el dibujante y autor de comics más grande de este país. Y aún pasarán años hasta que alguien pueda arrebatarle esa posición. Creo que esto nunca se ha dicho lo bastante alto ni lo bastante claro. No era solo que fuera bueno, es que era mucho más bueno que los demás, su trabajo estaba a años luz de todo lo que se hacía. La mezcla de dibujo, guión, voluntad narrativa y visión del mundo, sus ganas de contar, convertían sus comics en un continuo disfrute.
Pero ese momento pasó. Es duro decir esto de alguien que ha sido tan importante y durante tanto tiempo. Y no es que sólo haya hecho una o dos obras interesantes. No, su carrera está cargada de trabajos para citar y recordar. Pero la edad no perdona y salvo contadas excepciones, pocos autores sobreviven al paso (y peso) de los años. Me temo que eso es lo que le ha pasado a Giménez. Su ciclo dedicado a la Guerra Civil ya me pareció bastante flojo. Sus álbumes sobre Pepe González, más allá del interés documental, resultaban estirados y repetitivos y el balance final tampoco estaba a la altura de anteriores trabajos.
Y ahora llega esta Peste escarlata, otra adaptación de London, como el Koolau que dibujó hace tanto. Le ha dado un aire futurista, un género que ya había transitado, con Dani Futuro primero, Hom o Érase una vez en el Futuro después, entre otras ocasiones. Y el resultado es pobre. Giménez es demasiado profesional para ofrecer un mal comic. Pero está muy por debajo de anteriores productos suyos, le falta fuerza, interés, verdad. La humanidad de sus personajes, uno de sus rasgos distintivos, ha sido sustituida por la ideología y la denuncia de vuelo corto. Él siempre ha sido un autor comprometido y crítico, pero no anteponía los discursos al relato. Ahora sí, y es una pena.