144 páginas, 16 euros.
MÁS ALLÁ DE CIMERIA
El Torres vuelve a demostrar que es uno de los guionistas más interesantes del panorama nacional. Si antes nos sorprendió con sus historias de terror ahora le ha tocado el turno a la espada y brujería acompañado en la parte de dibujo de Ryp, Galindo y Genlot.
El género tiene una tradición muy consolidada entre los aficionados, desde que la Marvel adaptara en los setenta las aventuras de Conan al comic. Luego vinieron muchos más héroes bárbaros, que marcaron un punto de no retorno en la identidad del aventurero clásico.
Frente a los tradicionales ideales caballerescos, los bárbaros se burlaban de las normas, despreciaban los buenos modales, peleaban por dinero, desafiaban a los dioses y a los reyes y estaban más que dispuestos a encamarse con toda moza que se cruzase en su camino. Y, por supuesto, no tenían piedad con unos enemigos que, todo hay que decirlo, en muchos casos merecían la muerte. Por tanto el género fue como un soplo de aire fresco que actualizó y aportó realismo (a pesar del contexto fantástico de las aventuras) a las historias de caballería de antaño. Una cierta ironía siempre estaba presente así que plantear una aproximación burlesca a estos universos implicaba una acumulación de relecturas, parodia sobre parodia.
Y eso es precisamente lo que intenta El Torres. Sustituye al machote habitual por una pareja en la que digamos la Red Sonja de turno es la lista y el bárbaro el animal descerebrado al que resulta sencillo engañar. A partir de ahí juega con las claves que nos permiten reconocer el género, dándoles la vuelta. Nada es lo que parece.
Viene acompañado por un ejército de dibujantes. El primer episodio lo firma el muy barroco Ryp, que se recrea en la imposible anatomía de la protagonista hasta el punto de que luego le crecen los pantalones y se abandonan completamente estos desparrames erótico-visuales. Los lápices van pasando de un grafista a otro en cada capítulo, aunque el conjunto es coherente y se sigue bien. Sobre todo, aunque es una serie muy divertida, no se burla de las claves del género.
El humor no es corrosivo, al contrario, funciona como un lubricante que activa unos engranajes demasiado usados, da vida a unas situaciones que de tan vistas ya no eran creíbles. Los brujos, reyes, gobernadores taimados y reinas pervertidas son tan amenazadores como deberían, más o menos, y las correrías de los protagonistas son realmente emocionantes y yo ya espero nuevas aventuras de estos bribones.