144 páginas, 34 euros.
UN TUERTO Y UN MANCO EN MEDIO DEL MAR
El dibujante Jean-Yves Mitton firma el guión de este tercer volumen "El último naufragio" donde, otra vez con Félix Molinari al dibujo, despide a su héroe el marinero mutilado Yann Le Scorff.
Los que ya han leído los primeros volúmenes de la saga saben qué les espera. Aventuras trepidantes con un ritmo desenfrenado cargadas de buenas intenciones, denuncias de lacras sociales como la esclavitud o la tiranía y una vitalidad que lleva a los héroes a cruzar océanos y enfrentarse a ejércitos, piratas y fuerzas de la naturaleza más cabrona, sin perder por ello las ganas de hacer el amor y de llevar una existencia tan libre como permitan unas circunstancias habitualmente adversas.
Mitton no es un guionista a quien le guste andarse por las ramas, no en vano bebe de las fuentes más clásicas y su director favorito es Ford. Eso al final se nota y mucho en su manera de abordar las historias. Va directo al asunto, sin circunloquios ni florituras. El volumen se abre con la llegada de un barco de esclavos a Nueva Orleans. Allí los espera Yann que los compra para devolverlos a África. Pero las cosas no van a ser tan sencillas. Napoleón acaba de ser derrotado y los nuevos dirigentes no desean interrumpir un comercio que asegura una explotación muy rentable de las riquezas del Nuevo Mundo.
Yann debe abandonar América entre grandes dificultades y por el camino Mitton se asegura de incluir algunas de esas andanzas con mujeres que tanto le gustan. No hablo sólo de los lances amorosos del protagonista, también de los episodios tabernarios que ya aparecían en los volúmenes anteriores, aportando un marcado acento popular a la serie, con los personajes interpretando con entusiasmo canciones subidas de tono. En este caso los dos creadores, dibujante y guionista, se autorretratan como músicos en una delirante escena de burdel. Mitton es el de la barba y Molinari el del bigote.
Herido, medio ahogado y desangrándose por una terrible herida, Yann consigue alcanzar su barco y los capítulos 8 y 9 transcurren íntegramente en el Océano Atlántico. Un fantasma venido del pasado da caza al héroe que debe cumplir una arriesgada misión para liberar a su novia africana. No voy a desvelarlo pero les aseguro que no es difícil adivinar a quién debe rescatar Yann, dado el contexto histórico del relato. Hasta el final la acción prosigue sin descanso. Hay persecuciones en el mar y peleas en tierra, luchas entre barcos y constantes esfuerzos por mantenerse con vida frente a los peligros de la marea y los múltiples enemigos que desean acabar con el héroe.
Aunque las raíces de Mitton se hunden en el cine clásico y no duda en poner en escena todo el repertorio de clichés que asociamos con las películas de bucaneros, su interpretación es personal y libre de prejuicios, tan violenta, sexual y bruta como puedan imaginar. Lo suyo no son los matices ni la discreción sino la sal gorda y el condimento picante. Nunca decepciona y siempre va un paso más allá. Es popular, directo y absolutamente entretenido. ¡Qué gran tebeo de piratas!
Si han llevado la cuenta habrán podido comprobar que este mes ha venido cargado de tebeos que devuelven la fe en el medio y dan ganas de leer más: La Espada de los hermanos Luna, Las brujas de la noche de Ennis, el Usagi de Sakai y ahora estos Supervivientes del Atlántico. Grandes comics que sin duda son el preludio de un gran año.