viernes, 23 de mayo de 2014

100 PICTOGRAMAS PARA UN SIGLO (XX) de PERE JOAN

100 pictogramas para un siglo (XX) de Pere Joan, edita Edicions de Ponent
Edicions de Ponent, 2014
128 páginas, 22,80 euros

TEBEOS PARA DISEÑADORES 


Pere Joan resume el pasado siglo con un peculiar híbrido entre comic e infografía que interesará especialmente a los amantes del diseño gráfico.


No es la primera vez que transita territorios como estos. Ya en Azul y Ceniza encontrábamos series de pictogramas agrupados como jeroglíficos y transmitiendo ideas, de manera menos explícita que en esta ocasión. Recientemente saltaba a prensa el proyecto que desarrolla con Max y otros dibujantes, nuevos emoticones y símbolos varios, pensados para reemplazar a los que habitualmente encontramos en móviles y otras plataformas digitales.

La relación entre el cómic y otros medios gráficos es constante aunque no siempre resulta evidente. En el año 2000, cuando Chaykin acudió como invitado al Salón de Gijón, explicó que estaba estudiando el trabajo de Richard Saul Wurman, un arquitecto conocido por sus reflexiones sobre la información visual y los signos gráficos. El dibujante americano manifestó su intención de emplear los diagramas y mapas de Wurman en su propia narrativa. Al año siguiente Posy Simmonds nos deslumbraba con sus combinaciones de imágenes y textos en Gemma Bovery. Su marido Richard Hollis, autor de una popular historia del Diseño Gráfico, se encargaba de traducir digitalmente las tipografías que ella rotulaba a mano. De forma natural el desarrollo de los medios informáticos ha ido aproximando las labores de diseñadores y dibujantes de comics. Ambos cuentan historias y lo hacen con una combinación de signos, tanto verbales como visuales. La explosión de fórmulas diversas en el campo de la infografía en los últimos años, debido a la mejora constante de los programas digitales, consigue que no pocos dibujantes de historietas miren de reojo a esos otros contadores de historias y sus nuevos trucos.

Obviamente, sabemos que cuando hablamos de pictogramas no nos referimos a nada que hayan traído los móviles o los iPads. Otto Neurath, un sociólogo a quien se considera padre de nuestros sistemas de símbolos, enunció el credo de estos modernos alfabetos ya en los años veinte del pasado siglo. Formó un equipo con el que diseñó unos dibujos a los que denominó Isotipos y que constituyen la base de todo lo que vino después. Monigotes, siluetas sin apenas detalle y que buscan transmitir la información de forma clara y universal. Desde entonces hemos asistido a constantes rediseños, algunos más afortunados que otros, en ciertos casos muy atentos al público y en otros tan sólo a la moda, a la corriente gráfica dominante en cada momento.

Viñetas de 100 pictogramas para un siglo (XX) de Pere Joan, edita Edicions de Ponent
Pere participa de una cierta tendencia (cuyo modelo supremo es Chris Ware), que explora la relación entre las formas más sencillas del dibujo y su capacidad para transmitir información. Y lo hace abandonando la ficción y adentrándose en las áridas tierras de la especulación filosófica. Algo que también parece gustarle a su compañero Max, al menos en sus últimas entregas. La voluntad de Pere Joan es casi divulgativa: hacer una lista, un resumen, de las ideas-fuerza del siglo XX. La selección es personal e ingeniosa y evita la concreción de los hechos históricos. Si se cita la llegada a la Luna es en el contexto de una reflexión más general sobre la mirada hacia el interior y el exterior. El balance de este experimento es curioso. Yo no lo recomendaría a los lectores habituales de comic, tampoco a quien busque una reflexión “dura” sobre los grandes conceptos de la filosofía o la ciencia. Todo es ligero y débil, se nos habla de turistas y héroes, de música autista y marcas comerciales. Conceptualmente carga con las características que exigimos a todo buen pictograma: inmediatez y universalidad, así que resulta ingenioso y entretenido, pero no profundo. Todo estudiante o profesional del diseño disfrutará con esta propuesta. Porque Pere demuestra que todavía cabe mucha innovación en un campo que tiende a la estabilidad y la repetición de fórmulas. Él aborda casi cualquier tema y lo hace inventando nuevos pictos y en más de un caso inyectándoles un aire sorprendentemente poético, inesperado en un territorio gráfico a priori tan frío como éste. Sus traducciones visuales suponen un ejercicio intelectual de lo más refrescante.