Marvel Gold. Panini Comics.
216 páginas, 21 euros.
¡VENGADORES REUNÍOS!
Aprovechando el tirón de la película sobre Los vengadores, los editores sacan todo el material disponible del supergrupo. Esto nos ha permitido revisar algunas joyitas que parecían condenadas al olvido.
Hay un aspecto del que los aficionados son muy conscientes, como es la mejora progresiva en la edición de los productos Marvel en nuestro país. Mi generación creció bajo la tutela de Vértice, que literalmente destrozaba el material original. Luego llegó Forum-Planeta, que aunque deshizo algunos entuertos también dejó muchas cosas a medias. Agradezco profundamente el esfuerzo que en su momento supuso la Biblioteca Marvel, pero claramente era muy mejorable. Faltaba tamaño y color y eso es lo que ahora Panini nos está ofreciendo.
Lo primero que quiero citar son esos megatochos que publican dedicados a personajes clásicos, de Estela Plateada a la Patrulla X pasando por supuesto por Los Cuatro Fantásticos y, cómo no, Los Vengadores. Estos volúmenes encuadernados con tapa dura y que rozan las seiscientas páginas resultan casi irresistibles. ¡Aunque tengamos ya en varias ediciones anteriores el material que contienen! Uno de los últimos nos ofrece la primera etapa de Buscema en Los Vengadores, en unos años en que acababa de dejar la publicidad y volvía a los comics, atraído sobre todo por la promesa de Stan Lee de que podría trabajar en su casa, evitando así los incómodos y diarios desplazamientos en tren. Vemos cómo, entre unas cuantas historietas prescindibles, el gran John va evolucionando y madurando hasta alcanzar la grandeza por la que lo admiramos. Para no olvidar los escasos capítulos en los que se entinta a sí mismo, una maravilla que demuestra cómo muchos entintadores destrozaban las posibilidades de sus lápices.
El ciclo que se inicia en “Poder absoluto”, y que esperamos los editores completen, comprende una fase muy posterior. Han pasado veinte años desde que Buscema dejara su impronta en el equipo más colorista de Marvel. A finales de los ochenta es ya un profesional admirado y que no tiene nada que demostrar. Y a quien todos los aficionados conocen por sus burlas hacia los superhéroes, que había intentado evitar por todos los medios. De hecho, llevaba años concentrado en Conan, un personaje que había hecho suyo y para el que dibujó sin duda sus mejores planchas. Pero todo acaba cansando y Big John quiso en ese momento cambiar de menú, volviendo a los tipos con los calzoncillos por fuera. Lo hizo acompañado por uno de sus mejores entintadores, Tom Palmer, que realiza un trabajo excelente sobre sus bocetos. Ambos consiguen el milagro de que nos apetezca leer los guiones de Stern. Cuando el pobre cae en manos de otros dibujantes da mucha pereza.
Sólo me resta hablar de la película que a estas alturas supongo todo el mundo ya habrá visto. Se inspira en el acercamiento de Millar en Ultimates, quitándole algunos de sus mejores chistes. Ya saben a cuales me refiero: el de la A de Francia y el de Hulk. Pero si la cinta dirigida por Joss (Buffy) Whedon omite algunas bromas, aporta en cambio otras abundando en una línea iniciada por las películas de Iron Man. Me refiero a la introducción del humor. Considero que muchas de las adaptaciones cinematográficas de superhéroes adolecían de una gravedad que las empeoraba. Lo que llamaría “la aportación inglesa”. A finales del siglo pasado los guionistas ingleses llevaron al género una excesiva autoconciencia que en gran medida apagaba la diversión que tiendo a asociar con los superhéroes. Como si finalmente Ditko hubiera derrotado a Kirby. De repente dejaba de molar tener superpoderes y sólo quedaba el pesar por tamaña responsabilidad. Si a ello sumamos la necesidad constante que los autores parecen sentir de disculparse cuando trabajan con superhéroes, el resultado es que la mayoría de las adaptaciones son de una gravedad insoportable. Sólo las voluntariamente más ligeras escapaban a esa pauta: Phantom, Los Cuatro Fantásticos, Iron Man y ¡gracias a Dios! Los Vengadores.
Fui a verla con mis dos hijos. Obviamente al pequeño de dos años las numerosas secuencias de bla-bla-bla lo sacaron de su asiento. Pero los pasajes de acción, realizados para mostrar bien lo que ocurre, lo paralizaron captando toda su atención. El mayor (de cinco) disfrutó con todo y gritó con entusiasmo lo de “¡Hulk aplasta!”. Y todos nos reímos con los numerosos chistes que pueblan la cinta. Whedon (y Millar antes que él) han devuelto una alegría que el género casi había perdido y yo se lo agradezco.
¡Y sale la Johansen! ¡Hulk hetero!!