viernes, 4 de mayo de 2012

La Ciudad. F. Masereel

La ciudad de Frans Masereel edita Nordicalibros ilustraciones
Nordicalibros. Madrid 2012.
120 páginas, 15 euros.


RADIOGRAFÍA URBANA

Las editoriales se están animando a recuperar no sólo los clásicos más inmediatos y recurrentes sino también piezas un poco más raras de la prehistoria del medio. Es el caso de la reciente aparición de Max y Moritz o de La ciudad.


Con un poco de suerte acabaremos contando con alguna versión de las obras de Töpffer o cualquier otra rareza que se les ocurra. ¡Bienvenidas sean! Max y Moritz son los antepasados de los Katzenjammer Kids, de Zipi y Zape y de tantos otros hermanos revoltosos y niños terribles que pueblan las páginas de los tebeos. Tiene un dibujo delicioso y constituye una estimulante y necesaria recuperación.

En cuanto a la obra más conocida del dibujante belga Masereel, La ciudad, parece ser que contaba ya con una edición anterior (y reciente) en España, a cargo de la editorial Iralka. Como sea esta nueva versión es excelente y nos permite disfrutar de un trabajo muy comentado y que autores como Eisner consideran un claro antecedente de las modernas novelas gráficas. La obra no presenta una estructura narrativa convencional, no desarrolla una“historia”. Simplemente ofrece un conjunto de imágenes que tratan un tema, esa vida urbana que Masereel observa y describe interesándose por sus múltiples facetas. El artista nos lleva de lo general a lo particular con una voluntad totalizadora realmente sorprendente.

Su vida también fue un ir y venir, según explica Donald Drew Egbert en su fenomenal tratado “El arte y la izquierda en Europa”. Sus profesores de dibujo le aconsejaron que se dedicara a otra cosa, tal era su torpeza con los lápices. Esta es la típica anécdota que se cuenta para oprobio de los docentes, que no supieron apreciar las bondades del futuro genio. Pero lo cierto es que su grafismo adolece de cierta blandura que le lleva a resultar muy irregular. El mejor Masereel es vigoroso y expresivo, pero el peor es muy malo, con madonnas insufriblemente lánguidas. Huyó de Bélgica para no ser alistado y en Suiza coincidió con Lunacharsky y otros ilustres comunistas, iniciando una relación con el partido que nunca se rompería. Cuando Grosz volvió de la Rusia soviética no quería ni oír hablar de los comunistas. Masereel viajó allí varias veces y nunca tuvo ningún problema.

La ciudad de Frans Masereel edita Nordicalibros xilografía, reediciones, ilustración gato

Se instaló en Francia en 1922 donde fue “compañero de viaje” del partido, consiguiendo la dirección de una academia durante el gobierno del Frente Popular. Pero antes tuvo tiempo de realizar La Ciudad. Es uno de los grandes recuperadores de una técnica en desuso, el grabado en madera. Como se sabe, a los artistas del siglo XX parecen gustarles las técnicas más arcaicas. Si los Pop recuperaron el prestigio de la serigrafía, la generación de Masereel se volcó sobre la xilografía, quizás porque venía acompañada por un halo medieval que les gustaba. Era una técnica cruda y directa, sin sutilezas, y parecía adecuada para las imágenes urgentes que necesitaban producir.

Ciertamente Masereel y los expresionistas facturaron un conjunto de visiones que todavía hoy mantienen su actualidad. No en menor medida debido a que la ideología que las animaba conserva casi todo su prestigio. Las vimos otra vez con el 15-M y sin duda el 1º de Mayo nos las devolverá. Uno de los recopilatorios que reflexionaban sobre los movimientos callejeros indicaba que debíamos recuperar a los banqueros con chistera y aspecto de cerdos, porque siguen siendo así. Yo creo que la situación no es la misma que a comienzos del siglo XX, excepto si nos referimos a la interpretación de la realidad de ciertos universitarios.

Pero lo que es innegable es la fuerza e intensidad de algunas de las visiones de Masereel y el magnetismo de la obra en conjunto. Conocía algunas de sus viñetas sueltas, pero la sensación que provoca la revisión total de La Ciudad es muy diferente. Sus contrastes de blanco y negro son brutales y algunas de sus imágenes inolvidables. Se nos habla de desigualdad y dramas personales y colectivos, es un gran fresco sobre la modernidad, con sus bares, fábricas, lupanares y chabolas, un trabajo vibrante y conmovedor que permanecerá.