viernes, 6 de mayo de 2011

La Odisea de la Metamorfosis. Starlin

EL FIN DEL PRINCIPIO

La Odisea de la Metamorfosis
Jim Starlin
Planeta DeAgostini.
Barcelona, 2011.

Allá por los ochenta empezó a publicarse esta extraña saga de Jim Starlin, un tipo al que le gusta jugar con la idea del Apocalipsis y el final de toda realidad conocida.

Ya apreciábamos a Starlin tras su paso por El Capitán Marvel, donde había firmado la espectacular saga protagonizada por Thanos y el cubo cósmico, un instrumento que permitía al villano adquirir los poderes de un dios. Esas elucubraciones con lo sagrado y la búsqueda metafísica se acentuaban en Warlock, otro desquiciado encargo, con muchos toques lisérgicos y de trayecto más irregular. Finalmente el autor nos convencía plenamente con la emocional Muerte del Capitán Marvel, una novela gráfica donde dejaba entrever sus sentimientos tras la muerte de su padre y que marcaba su madurez creativa.

A partir de ahí casi todo lo que ha hecho ha tenido interés, aunque él siempre ha sabido mantenerse en el filo que separa el puro entretenimiento comercial de las especulaciones filosóficas más personales e intransferibles. En ocasiones ha brindado su talento como escritor a otros dibujantes y en otras se ha comportado como el creador completo que es. Con este último registro nos ofreció a principios de los ochenta la serie Dreadstar, una arrolladora reflexión sobre la religión y el poder envuelta con los ropajes de una space-opera. Un trabajo intenso y más que recomendable, que también ha sido recientemente reeditado.

Por esa época aparecía la revista Epic, un intento de acercar los niveles de publicación americanos a los estándares europeos, con buen color, acabados pictóricos y temas más adultos. Allí se incluyeron un montón de experimentos curiosos, entre los que se cuenta La Odisea de la Metamorfosis de Starlin. En ella figuraba un tipo que se parecía a Dreadstar, pero cuya articulación con la saga posterior nunca quedo clara, ya que Epic dejó de publicarse en España tras sólo tres números. Así que nos quedamos preguntándonos cual era la relación entre los personajes de una y otra serie.

Ahora nos llegan todas las respuestas. La Odisea se sitúa en un tiempo anterior y sus protagonistas son responsables del fin de su realidad, algo por otro lado habitual en los tebeos de Starlin. Sólo Dreadstar y otro personaje sobreviven y después se van presentando quienes serán los héroes en la saga de Dreadstar: su amigo cabeza de gato, la chica con poderes telepáticos o, sobre todo, el mago guerrero. Aquí encontramos sus orígenes, ya que los editores han unido todos los episodios que componían La Odisea con los relatos sueltos que hacían de bisagra con Dreadstar. También se puede comprobar la influencia de Star Wars, que se había estrenado unos pocos años antes, en escenarios y personajes.

Esta recuperación nos permite volver a disfrutar del Starlin más pictórico ya que en Epic se les invitaba a experimentar con las técnicas, así que toda La Odisea es un despliegue de diferentes modalidades de color, no todas fáciles de reproducir. El autor consigue aportar unidad a pesar de esas peculiares variaciones en el acabado gracias a su reconocida habilidad con los guiones. Da igual de qué esté hablando, siempre resulta interesante y socarrón. Y sabe qué teclas tocar para conmovernos, como ocurre con ese personaje de la monja que apenas tiene diálogos pero al que sin embargo carga de humanidad con muy pocas líneas. Starlin siempre ha sido tan genial como irregular y este tomo nos lo devuelve en uno de sus mejores momentos. No se lo pueden perder.