PALMA, AÑO I
Diez historias
Gabi Beltrán y Bartolomé Seguí
Coincidiendo con las fiestas de San Sebastián, se otorgaba por primera vez el Premio Ciudad de Palma de Cómic. Los galardonados fueron dos conocidos autores locales.
Atrás quedaban largos meses en los que se discutió el enfoque que debía darse al Premio. Consultados los autores y editores locales, se elaboró un primer borrador que se sometió al escrutinio de un comité presidido por la actual concejala de cultura en el Ayuntamiento, Nanda Ramón, que tuvo la voluntad política y la capacidad de llevar a buen término esta iniciativa. Los proyectos galardonados debían concretarse en un álbum o novela gráfica. Se fijó un mínimo de páginas acabadas a presentar, que ayudaría a separar a los muchachos de los hombres, además de una sinopsis del argumento global de la obra. En Asturias, donde contaban con un premio similar, habían cometido el error de pedir trabajos acabados. ¿Resultado? Dos participantes en una primera convocatoria, mientras que en Palma se ha pasado de los doscientos, una cifra realmente impresionante.
Tras una primera edición en catalán, a cargo del Ayuntamiento, los derechos vuelven al autor que puede así negociar la venta de su trabajo en otros idiomas. Así que el premio es casi una suculenta propina para una obra que puede financiarse además por otras vías. Respecto a la cuantía económica y su comparación con otros medios, me parece una discusión baldía. Hasta hace bien poco hablar de premios dedicados al comic en el ámbito de la cultura en general (no en los ghettos que son los Salones) era casi asunto de ciencia-ficción. Bienvenida sea toda normalización
Llegamos así a la segunda parte del asunto, la respuesta de los autores y su selección. Este año el jurado fue de auténtico lujo, con creadores tan conocidos como Purita Campos, Max o Gallardo. Como ya sabrán Tomeu Seguí y Gabi Beltrán se hicieron con el premio. El primero empieza a convertirse en un habitual de los galardones, ya que recientemente se hacía con el Nacional por Las Serpientes Ciegas. En esa obra era él el que se salía, levantando un guión lleno de trampas y con algunos errores imperdonables. Lleva ya tiempo concluyendo dos nuevos álbumes con el mismo guionista.
Ahora ha formado una extraña pareja en este proyecto inesperado. Pienso en qué le une a Beltrán y se me ocurre que ambos se cuentan entre los dibujantes mallorquines más atractivos. Tomeu con su serenidad a lo Jesucristo Superstar y Gabi con un aire más canalla pero no menos seductor. Seguí transmite tranquilidad y el rigor que se consigue con los años y la práctica constante del dibujo. Su acertada fusión de manualidad y técnicas digitales sin duda le llevará a buen puerto en esta nueva aventura. Está en un punto álgido de su carrera y cada uno de sus trabajos mejora al anterior.
Conocía la intensidad y el frío rigor del grafismo de Beltrán, pero hasta ahora no se había prodigado mucho como guionista. Coincidió con Seguí en un proyecto que puede explicar esta extraña alianza. Me refiero al álbum editado con motivo de la participación de Baleares en el Salón del Comic de Barcelona. Allí firmaron unas breves pero intensas historietas autobiográficas. Seguí volvía a sus orígenes, al costumbrismo que practicó para El Víbora. Beltrán nos contaba fragmentos de su niñez con una ironía que no suavizaba la dureza del relato.
Ahora parece que, como las folclóricas, se ha decidido a sacar “to lo que lleva dentro” y contarnos su cruda infancia en un barrio de Palma. Agárrense los machos. Seguro que Tomeu aporta la humanidad y la dulzura necesarias para convertir esos recuerdos en un tebeo extraordinario. Los Premios Ciudad de Palma de comic no podían tener un mejor comienzo. Suerte y que podamos leer pronto esa singular historia.