Barcelona, 2010.
250 páginas, 30 euros.
EL PLACER DEL MIEDO
El terror nunca ha tenido buena prensa. Recientemente una secuela de una conocida saga de películas padecía en nuestro país una clasificación considerada por muchos como una forma de censura. Los educadores parecen muy preocupados cuando productos que pueden tener a niños o adolescentes como público potencial, contienen una violencia excesiva o imágenes demasiado gráficas.
La violencia, eso que procuramos alejar de nuestras civilizadas vidas, acaba adquiriendo un atractivo similar al sexo. Pero ambos elementos parecen alejarse de manera proporcionalmente inversa en nuestras escalas de permisividad social. Casi nada en lo sexual se oculta, casi todo en lo violento se reprime. Son estos temas complejos, en los que resulta sencillo meter la pata, así que me permitirán que sólo lo apunte, como introducción al verdadero asunto de este artículo.
Estamos a mediados del siglo XX y William Gaines acaba de heredar el negocio de su padre, Educational Comics. Como las ventas no son demasiado excitantes, el joven Billy decide cambiar de rumbo y de nombre. Ahora la nueva Enterteining Comics se dedicará a darle al público lo que desea: crimen y terror. Las cifras alcanzadas por los tebeos de crímenes en los primeros años de la década de los 50 son inimaginables. La gente necesitaba emociones fuertes, cuando la televisión estaba casi en pañales. Y Gaines se las dio. Sus tebeos de horror fueron mucho más allá que los de sus competidores y el éxito fue inmediato.
Con el tiempo sus ambiciones creativas crecieron y con ellas su arco de productos. Publicó los justamente célebres tebeos de guerra editados por Kurtzman y nuevas series de ciencia-ficción. Todo ello sin evitar jamás abordar los temas que interesaban a sus jóvenes lectores, el sexo y la violencia, como siempre. El resto es historia. La EC publicó un conjunto de tebeos excelentes, en un momento tan intenso como breve. Llegaron los educadores, psicólogos y pedagogos y decidieron que todo aquello era muy peligroso para los niños. Así nació el Comics Code, un sello que aseguraba contenidos “seguros”. No se podía pasar de él, ya que los quiosqueros se negaban a colocar los tebeos que no lucían el emblema en sus portadas.
Así que Gaines se tuvo que rendir y fue poco a poco cerrando sus publicaciones. El género criminal prácticamente desapareció, lo mismo los comics de horror. Esa fue la situación hasta mediados de los sesenta. Entonces llegó Jim Warren, cuyo padre vendía artículos de broma en las páginas de las revistas de comics. Era un gran aficionado al terror y se preguntaba porqué las maravillosas revistas que había leído en su infancia habían desaparecido. Se olvidó del Comics Code y editó tebeos en blanco y negro para adultos, pagando muy buenos precios. Las condiciones fueron lo suficientemente buenas como para atraer a muchos de los artistas de la EC: Williamson, Frazetta, Torres, Severin, Crandall, Wood, Orlando... Además de algunos jóvenes talentos como Morrow, Adams o Corben, entre otros. También tuvo ocasión de contratar a nuevos guionistas, muchos de ellos excelentes.
En fin, los resultados fueron memorables y los nuevos títulos se sucedieron: Creepy, Eerie, Vampirella, Blazing Combat... En España no conocimos los tebeos de la EC hasta hace relativamente poco. Pero sí que pudimos disfrutar de los talentos de Warren prácticamente desde el momento mismo de su creación. Aquí aparecieron en revistas como Vampus, Dossier Negro, Rufus o Vampirella, entre otras. Ahora ese material se reedita en excelentes condiciones. Y es tan bueno como recordábamos. Corra a comprárselo.
Estamos a mediados del siglo XX y William Gaines acaba de heredar el negocio de su padre, Educational Comics. Como las ventas no son demasiado excitantes, el joven Billy decide cambiar de rumbo y de nombre. Ahora la nueva Enterteining Comics se dedicará a darle al público lo que desea: crimen y terror. Las cifras alcanzadas por los tebeos de crímenes en los primeros años de la década de los 50 son inimaginables. La gente necesitaba emociones fuertes, cuando la televisión estaba casi en pañales. Y Gaines se las dio. Sus tebeos de horror fueron mucho más allá que los de sus competidores y el éxito fue inmediato.
Con el tiempo sus ambiciones creativas crecieron y con ellas su arco de productos. Publicó los justamente célebres tebeos de guerra editados por Kurtzman y nuevas series de ciencia-ficción. Todo ello sin evitar jamás abordar los temas que interesaban a sus jóvenes lectores, el sexo y la violencia, como siempre. El resto es historia. La EC publicó un conjunto de tebeos excelentes, en un momento tan intenso como breve. Llegaron los educadores, psicólogos y pedagogos y decidieron que todo aquello era muy peligroso para los niños. Así nació el Comics Code, un sello que aseguraba contenidos “seguros”. No se podía pasar de él, ya que los quiosqueros se negaban a colocar los tebeos que no lucían el emblema en sus portadas.
Así que Gaines se tuvo que rendir y fue poco a poco cerrando sus publicaciones. El género criminal prácticamente desapareció, lo mismo los comics de horror. Esa fue la situación hasta mediados de los sesenta. Entonces llegó Jim Warren, cuyo padre vendía artículos de broma en las páginas de las revistas de comics. Era un gran aficionado al terror y se preguntaba porqué las maravillosas revistas que había leído en su infancia habían desaparecido. Se olvidó del Comics Code y editó tebeos en blanco y negro para adultos, pagando muy buenos precios. Las condiciones fueron lo suficientemente buenas como para atraer a muchos de los artistas de la EC: Williamson, Frazetta, Torres, Severin, Crandall, Wood, Orlando... Además de algunos jóvenes talentos como Morrow, Adams o Corben, entre otros. También tuvo ocasión de contratar a nuevos guionistas, muchos de ellos excelentes.
En fin, los resultados fueron memorables y los nuevos títulos se sucedieron: Creepy, Eerie, Vampirella, Blazing Combat... En España no conocimos los tebeos de la EC hasta hace relativamente poco. Pero sí que pudimos disfrutar de los talentos de Warren prácticamente desde el momento mismo de su creación. Aquí aparecieron en revistas como Vampus, Dossier Negro, Rufus o Vampirella, entre otras. Ahora ese material se reedita en excelentes condiciones. Y es tan bueno como recordábamos. Corra a comprárselo.