V.V.A.A.
Diabolo. Madrid, 2021.
216 páginas, 34,95 euros.
TERROR EN COLOR
La editorial Diábolo se ha decidido a publicar en condiciones algunos de los cómics más aclamados por público y crítica, las series de la mítica editorial E.C. Existía un intento anterior, de hace dos décadas, en B/N y en un formato muy reducido.
También en la revista “Ilustración y Comix Internacional” aparecieron algunas historias sueltas. Pero nunca con el mimo de la actual propuesta: tapa dura, buen tamaño y colores ajustados. Todos los detalles se han cuidado para que disfrutemos de aquellos tebeos tal y como fueron concebidos. Lo primero que conviene recordar es que estamos hablando de unos cómics de los años cincuenta. Su editor, Bill Gaines, tenía la firme voluntad de mejorar el legado del anterior director, a la sazón su padre Max Gaines. Al final lo consiguió y los cómics de la E.C permanecen como un estándar de calidad gráfica y compromiso con temas relevantes.
Pero no en todos los aspectos han envejecido igual de bien. Su estructura narrativa tendía a ser muy conservadora, con páginas previamente rotuladas, con las viñetas y los bocadillos ya dispuestos, lo que dejaba poco margen para la creatividad de los dibujantes. Para algunos aquellas planchas donde solo quedaba por hacer el dibujo eran una bendición, que los liberaba del peso de otras decisiones compositivas y narrativas. Pero conllevaba necesariamente una estética contenida y unas páginas con pocas sorpresas en cuanto a diseño general. Por otro lado, los textos tendían a ser excesivos, casi todas las viñetas cargaban con cartuchos donde se narraba lo que en ocasiones ya mostraban las viñetas. Por último, el nivel de todos los dibujantes no era el mismo. Como puede apreciarse ya en este primer volumen, había verdaderos genios como Johnny Craig o Harvey Kurtzman, al lado de creadores más convencionales como Kamen o de difícil clasificación como Feldstein o Ingels. Y con esto no pongo en duda la calidad de estos dos autores, pero sí sugiero que sus virtudes no resultan tan evidentes para el ojo poco acostumbrado, como las de Williamson o Severin, por citar a otros populares artistas de la E.C.
En fin, que lo que este primer tomo contiene son historias breves de terror directamente extraídas de las pesadillas de los cincuenta y que algunas se han conservado mejor que otras. Todas comparten una virtud: son breves. Algunas nos gustaría que tuvieran más desarrollo y otras quizás se estiran en exceso. Pero todas se leen bien y la mayoría son perfectamente disfrutables. Aunque hay algún zombi, vampiros y hombres lobos, muchas trabajan con horrores más cercanos. El marido que mata al amante de su esposa, el tipo celoso que envidia la suerte de su amigo del alma, etc. Los guiones son entretenidos y con garra y, como se nos recuerda en la introducción, duraron poco. Es sabido que la popularidad de estas historias provocó una reacción adversa que culminó con la creación del Comics Code, un sello que propició el cierre de muchas publicaciones. Así que ahora se nos permite asistir a aquel pequeño momento de gloria popular, justo antes del apocalipsis y el fin. Disfruten con el trabajo del vanguardista Harvey Kurtzman y del muy refinado Johnny Craig, uno de los mejores dibujantes de toda la historia del cómic. Y además hay varias muestras del primer Wood, todavía con una marcada influencia de Eisner. Y mucho más.
Esta sí que es una compra imprescindible.