viernes, 6 de julio de 2018

LA JOVEN FRANCES de HARTLEY LIN

La joven Frances, obra de Hartley Lin - edita Astiberri
Astiberri, 2018.
146 páginas, 18 euros.

ABOGADAS Y ACTRICES
Esta es la historia de dos amigas. Una trabaja en un despacho de abogados y la otra como actriz. Ambas ven cómo sus carreras despegan llevándolas en direcciones diferentes.


Se presenta esta novela gráfica como la primera de su autor, un canadiense de rasgos asiáticos. Hartley Lin tiene un dibujo sintético y con un leve aire vintage, muy agradable y sin duda uno de los puntos fuertes del volumen. Todo es limpio y directo y el aire cartoon aporta una ligereza necesaria en un relato con una elevada densidad textual.

Convendría recordar lo arriesgado que resulta basar una historieta en los textos. Eso, que tiene mucho sentido en una serie televisiva o en un film, es mucho más delicado en un comic. Hay que escribir muy bien para evitar que el lector caiga en la tentación de saltarse los bocadillos y se ponga a seguir la historia a partir de los dibujos. Tiene que realmente merecer la pena leer lo escrito. Ennis habitualmente lo consigue. Lin más o menos.

Primer aviso: esto no es Ally McBeal, la cosa no va de amoríos entre abogados. Tampoco Friends, aunque uno de los polos alrededor del cual gravita la narración es la relación que une a las dos protagonistas, Frances y su amiga la actriz. Ordenada y cabal una, caótica y chispeante la otra. Con falta de confianza una, sobrada de amor propio la otra.

Cuando finalmente Vickie consigue un papel en una serie y se traslada a Los Angeles, ambas empiezan a darse cuenta de cómo se necesitan y se echan en falta. Por el camino aparece un ex de Vickie que lentamente se enreda con Frances. Pero esta parte, siendo importante, no es lo que tiene más interés. El segundo polo se refiere al trabajo. Frances tiene un empleo como ayudante en un bufete. Ni siquiera piensa en estudiar derecho, no se siente mal en su puesto pero todo el mundo le echa en cara su falta de ambición y la animan a participar en los juegos jerárquicos que son constantes en la empresa. Está rodeada por personas frustradas que sienten que han echado su vida a perder en una carrera de ratas que no pueden ganar. Así que ella misma, que padece de insomnio, empieza a plantearse si acierta en sus decisiones vitales. Esta es la parte más jugosa del comic.

La joven Frances, obra de Hartley Lin
Para llegar a ella hay que sortear algunas páginas de jerga, donde se habla de las horas que deben cumplirse y otros aspectos del mundo legal. Todo suena muy auténtico pero no ayuda mucho a que el lector se aclare. Cuando nos sobreponemos a esto y empezamos a situarnos en el complejo organigrama empresarial, descubrimos al peculiar jefe de Frances, al que Lin dibuja como si de La Cosa se tratara, un tipo enorme de costumbres extravagantes y temido por todos sus empleados. No hace falta comentar que los despidos son constantes, paralizando a unos empleados demasiado pendientes de agradar a sus jefes como para pensar por sí mismos.

Finalmente Frances encuentra su camino en toda esa maraña social y laboral pero por el camino se nos da una lección respecto a lo difíciles que son algunas decisiones, más allá del tópico “vida o trabajo”. Yo le agradezco a Hartley Lin que traslade al comic temas tan áridos como éste, construyendo un tebeo muy realista al que quizás se le pueda poner como pega un desarrollo un poco tortuoso. Pero su propuesta es adulta y seria, un trabajo a tener en cuenta. Y las conclusiones también son dignas de mención. Al final, quienes hacen bien su trabajo y no pierden el tiempo con juegos de poder son recompensados. Ya me imagino que esto no ocurrirá en todas las empresas pero es agradable comprobar que algunos directivos realmente saben lo que hacen y que son los empleados más cualificados quienes consiguen ascender, más allá del “banco de favores”.

Yo le daría una oportunidad.