viernes, 9 de marzo de 2018

COMIC FEMENINO 8 MARZO ¡JO TÍA!

Aunque a veces se da por supuesto que solo los chicos leen tebeos, lo cierto es que existe un público femenino que hasta ahora sobre todo consumía manga y que empieza a sustituir la furia oriental por pasiones más cercanas. 


Ya he comentado con anterioridad el florecimiento del fenómeno “blog”, la aparición de un conjunto de autoras que a base de humor y guiños generacionales se las apañan para saltar de los universos digitales a los de papel.

Aunque algunos youtubers de éxito parecen ser capaces de sobrevivir a base de anuncios en la nube, las nuevas ilustradoras intentan alcanzar los formatos impresos tradicionales. De una forma u otra se está produciendo un recambio, entran en escena nuevas creadoras con, se supone, nuevos mensajes.

olivia y el sexo comic de Idoia Iribertegui y Alicia Gallotti grijalbo
OLIVIA Y EL SEXO
Idoia Iribertegui y Alicia Gallotti

Grijalbo, 2018.
126 páginas, 16,90 euros.

Alicia Gallotti, guionista de Olivia y el sexo, se presenta como “escritora especializada en libros de orientación sexual”. Un primer vistazo a su obra, ilustrada por Idoia Iribertegui, nos remite al Fresa y chocolate de Aurélia Aurita (2006). En aquella novela gráfica la autora explicaba con pocos pelos y muchas señales su vida íntima con su novio en Japón. Los explícitos contenidos venían servidos por un dibujo casi infantil y la mezcla era realmente explosiva, muy turbadora.

Más recientemente hemos tenido otras muestras de porno escrito o dibujado por señoras, como las Historias inconfesables (2013), con guión de Ovidie y en ese caso con elegantes dibujos del señor D’Aviau. Pero Olivia y el sexo es otra cosa, algo más que una acumulación de escenas picantes. El arranque puede ser engañoso. Dibujo naif, “femenino” en el sentido más convencional de la expresión… Pero en la página 25 la prota disfruta del sexo anal en una primera cita. Así que como lector supongo que los tiros irán por ahí. A la heroína la ha dejado el imbécil de su novio y su venganza consistirá en una acumulación de polvos a cual más sicalíptico. Resulta que no.

olivia y el sexo comic de Idoia Iribertegui y Alicia Gallotti grijalbo
El primer síntoma de que estamos en territorio “moderno” es el uso del móvil. Muchos autores parecen haberse puesto de acuerdo para llenar sus páginas de mensajes de texto. Entiendo que es un signo de los tiempos y que una buena parte de la comunicación se establece a través de las redes. Pero visual y narrativamente es bastante pesado, venga wasaps y miraditas a la pantalla.

El dibujo, aunque blandito, no molesta, nos ayuda a entrar en la historia. Y lo que se cuenta no se detiene en las hazañas amatorias de la protagonista y sus amigas sino que se interesa más por los vaivenes de toda relación amorosa. Los me-quiere-no-me-quiere que ahora se traducen en no-contesta-a-mis-mensajes.

El guión hace bueno el clásico chiste de porqué las chicas se quedan hasta el final de las pelis porno, para saber si hay boda o no. Es como leer un tebeo de la Esther de Purita Campos, con sexo por en medio, pero el resto no es muy diferente. Llama la atención lo cerrado de este universo. Los chicos son poco más que estorbos, tipos que a veces lo hacen bien y otras no pero en los que de ninguna manera se puede confiar. Olivia salta de una relación desastrosa a otra y al final tiene “un encuentro agradable” y su conclusión es que “si no nos vemos más no pasa nada”. Pues eso.


Vamos nena que te comen la merienda de marta masana y So Blode edita Planeta
VAMOS, NENA, QUE TE COMEN LA MERIENDA

Marta Masana y So Blonde
Planeta, 2018.
112 páginas, 17,95 euros.

Creo que Vamos, nena, que te comen la merienda es más interesante. Esta propuesta de Marta Masana con So Blonde al guión, emplea un tono menos serio, evitando la gravedad sentimental y hasta pedagógica de Olivia y el sexo


Para empezar, aplaudo el chiste de la guionista en la presentación. El del madroño. Para seguir, es inteligente poner en escena a tres generaciones, cada una con su punto de vista particular, la madre, la abuela y la nieta. Lo hemos visto antes, dentro de una reivindicación de la femineidad universal y hasta cósmica. Pero aquí básicamente sirve para generar gags tan diversos como afortunados. Aunque la abuela es un personaje fascinante y tiene una gran broma (la de “alégrame el día”), creo que es la más pasada de rosca. Madre e hija son más naturales, dentro de la exageración que caracteriza a toda buena farsa como esta. Pero considero que algo más de contención volvería a la yaya más creíble. Una cosa es que sea dura y resabiada y otra que parezca un Rambo con faja.

El dibujo y la narrativa son irregulares. Hay un cierto abuso de las viñetas grandes, en muchos casos innecesarias, como hinchadas. Cuando las páginas se vuelven más densas, mejoran. Es un trabajo fresco y que en general acierta en las expresiones y actuaciones de los personajes. Esa misma frescura e inmediatez que constituyen las mejores bazas de Massana, son también las que más a menudo la traicionan. Hay momentos en que los gestos y los fondos podían haberse cuidado más. Ocurre lo mismo con la escritura, al lado de gags muy conseguidos aparecen escenas estiradas o no muy divertidas.

Vamos nena que te comen la merienda de marta masana y So Blode edita Planeta
Como en Olivia y el sexo, los varones son representados como unos negados. El universo de Vamos, nena, es casi exclusivamente femenino.

Si entra en escena algún tipo es para burlarse de él o presentarlo como un abusador. O es lo bastante blandito como para no parecer peligroso. Estamos entrando en una fase de historietas muy beligerantes con los señores. Algo que me llama la atención cuando llevo media vida escuchando quejas sobre la ausencia de damas en Tintín. Es cierto que en muchos casos la falta de presencia femenina en los tebeos era clamorosa, pero eso no justifica, creo yo, lo contrario. Hagamos tebeos sin salchichas, ha llegado el momento de desaparecer.

Aquí al menos no se cae a menudo en el panfleto. Está el chiste en la clase de historia, donde supongo que reivindican a Margaret Thatcher y a Golda Meir. Pero en general no entran al trapo y la propia Masana ha declarado que prefiere considerar su trabajo más como comedia costumbrista que como feminista. Creo que acierta y que los mejores momentos los consiguen cuando se centran en los personajes, que llegan a ser muy convincentes.

No es sencillo mantener la atención sobre tres protagonistas que actúan en ocasiones por separado y otras todas juntas, además de incluir un montón de secundarios, algunos con tanto peso como la ex-suegra o la amiga operada. Sientan las bases para lo que podría ser una excelente comedia de situación.



 Obviamente los chistes pueden mejorar y el encaje de todas las piezas ajustarse. Pero sentimos que van por el buen camino ante secuencias como la de “Jo, tía”. No solo es descacharrante la primera vez que se lee. Es que luego se emplea como un mecanismo de repetición que aparece en un segundo gag aún mejor que el primero. Denota una preocupación por la obra como unidad donde todo tiene un sentido al final. Y hay más momentos como ese en el relato.

Pienso en la secuencia entre la operada y la abuela, escrita con mucha delicadeza y que supone un adecuado contrapunto sentimental. O en el personaje del encargado del centro de día, cuyo interés por la madre se va sugiriendo paso a paso. Esas pequeñas pistas nos hablan de una visión de conjunto que esperamos germine en situaciones más divertidas y humanas en futuros volúmenes. Pero el nivel de esta primera entrega ya es muy alto.

No se equivoquen, la comedia es uno de los géneros más difíciles. Y con esto se reirán.