244 páginas, 30 euros.
MILES DE CUERPOS FLOTANTES
Rosalie Blum, el anterior trabajo de la autora francesa Camille Jourdy, fue adaptada al cine en 2015. Ahora nos llega su nueva obra, Juliette.
Aunque la depresiva y lánguida protagonista da título a esta novela gráfica, no se dejen engañar, la narración no se centra en un único personaje sino que salta con alegría de uno a otro, acumulando un nutrido elenco de secundarios. No sólo la hermana y los padres de Juliette, también su aspirante a novio y todo su entorno, ese microuniverso focalizado en un cutre bar de pueblo, con todas las miserias y alegrías habituales en tales antros. Juliette es una obra coral y también anticlimática.
Los héroes no tienen eso que las guías llaman “trayectoria”, tan solo deambulan por el relato intentando meter la pata lo menos posible. Más que de aprendizaje se trata de memoria, de recordar cosas sabidas y olvidadas. Se completan unos recorridos y al final del trayecto se vuelve (o se intenta volver) al punto de partida. En ese sentido el trabajo de Jourdy está lleno de agridulces contradicciones. Necesitamos a alguien pero decidimos pasar de él. Queremos una vida y la contraria. Los padres se odian pero al mismo tiempo se aman. La hermana débil resulta fuerte y decidida y la fuerte está llena de debilidades, o algo así.
El mundo descrito por la autora es el hogar al que se vuelve para intentar encontrar un sentido a la propia vida. Pero cuando los secretos se desvelan lo que queda es el afecto y un autoconocimiento que lleva a la aceptación. La parisina vuelve a París y los pueblerinos se quedan en el pueblo y todo es como debería.
Jourdy no sólo escribe con cariño sobre las acciones de sus personajes, también los dibuja con ternura. Su grafismo es contenido y acogedor, con una aproximación casi naif que delata el amor que siente por esos desgraciados. Sus vidas, supuestamente provincianas y desprovistas de interés, se muestran llenas de color y pasión. Las ilustraciones sin línea que salpican el álbum intentan completar ese mural de sensaciones que va levantando la historia, aportan matices y detalles, redondeando nuestra visión del conjunto.
Y todo ello teñido con un humor y una socarronería que engrasan a la perfección la lectura de una narración muy bien desarrollada. El amante que se disfraza para complacer a su querida, la madre artista, el borracho poeta y romántico, todo el repertorio de personajes es peculiar y diferenciado, pero no excéntrico, no se trata de acumular chiflados y brindarnos un circo donde nadie puede reconocerse. Al contrario, sus creaciones son reales, nos sentimos próximos a sus muy cotidianas tragedias: los divorcios, la inminencia del Alzheimer, el olvido y la muerte, el fin del amor, el sinsentido de la vida. Jourdy aborda temas muy profundos. Pero lo hace con sus pequeños dibujos y con un tono ligero y casi casual que nos transporta a un mundo que, sin ser perfecto ni mucho menos, resulta acogedor y familiar. Y nos gustaría quedarnos en él. Puede ser triste y zafio, pero también tierno y tremendamente humano.
Entrevista a Camille Jourdy from videos laletra on Vimeo.