64 páginas, 20 euros.
UN HOMENAJE FALLIDO
Lucky Luke nos acompaña desde hace ya más de medio siglo. Algunos todavía recordamos aquella versión de La Diligencia que apareció por entregas en las páginas de la revista Strong. Ahora un autor que no es Morris, su creador, nos brinda la que podría ser su última aventura.
Este vaquero solitario nunca fue Asterix, que era más redondo, más barroco, más detallado en el dibujo y cargado con más gags. Pero había algo en el despojado grafismo de Morris que provocaba las simpatías del lector. También ayudaban los constantes guiños a algunos de los mejores westerns, que es tanto como decir las mejores películas de la historia del cine. Luke era seco y parco en palabras y su humor sutil e irónico, no tan directo y popular como el del pequeño galo, pero igualmente efectivo y resultón. No en vano el mismo escritor genial participó en ambas series, el incomparable René Goscinny.
Ahora Matthieu Bonhomme retoma al héroe adoptando un tono más realista. Posiblemente uno de los aspectos más logrados de este álbum sea la lucha de Luke contra el tabaco. O más bien para encontrar tabaco. Como es sabido en los tiempos políticamente incorrectos en que se publicó el original, no llamaba la atención que un personaje que era mayoritariamente leído por niños se paseara siempre con un cigarrillo en la comisura de los labios. En esta revisión el protagonista llega sin tabaco a Froggy Town y se pasa el resto del cómic intentando que alguien le deje o le venda unas briznas del preciado vegetal. Pero hasta los indios se han quedado sin picadura para su pipa de la paz. El síndrome de abstinencia pone de los nervios al héroe, lo que le provoca unos indeseados temblores, justo antes de un duelo.
No se fuerza nunca la nota realista. El dibujo transita un estilo simplificado y limpio, a medio camino entre Morris y Mezieres. Solo cabe echarle en cara un color innecesariamente oscuro, tanto que en ocasiones no permite apreciar bien lo que pasa. Pero la vertiente gráfica es lo mejor de un trabajo donde los problemas se sitúan claramente en el guión. Sin llegar nunca al cachondeo que presidía los clásicos relatos de Morris, aquí se mantiene una aproximación algo más seria, con un argumento no muy dado a las bromas.
La historia acumula algunos tópicos, como todas las aventuras de Luke: el viejo forajido que nos recuerda a Doc Holliday, el asalto a la diligencia, la casi-novia que viene a casarse con otro… Esos lugares comunes podrían haberse articulado en un conjunto coherente y novedoso. Pero no ocurre así.
Luke se pasea entre un montón de personajes, ocurren cosas sin parar y las diferentes tramas se resuelven en un final interminable y muy verboso. Se multiplican las explicaciones de unos y de otros y parece que la secuencia final con el héroe galopando hacia la puesta de sol no llegará nunca, perdida entre interminables bocadillos llenos de texto. Una pena ya que, como digo, el dibujo de Bonhomme es agradable y le habría permitido ofrecer una versión más poética del personaje, según podemos deducir de ciertos paisajes y algunas escenas concretas. Pero la narrativa falla y con ella todo lo demás.