CONTRACORRIENTE
El 29 de septiembre de 2016 a las 20:00 h. se abrio en el Casal Solleric de Palma la muestra dedicada a Steve Ditko, un autor inclasificable e indómito, figura legendaria del comic americano, todavía en activo y al borde de los noventa años.
Steve Ditko nació el 2 de noviembre de 1927 en Pensilvania. Pasó por la Escuela de Artes Visuales de Nueva York, donde tuvo como profesor a Jerry Robinson, creador del Joker. Pronto fue contratado por diversas editoriales, entre las que destacan Charlton y Marvel. En la exposición pueden verse dos de sus portadas para Charlton y dos historias cortas completas para Marvel-Atlas, que permiten apreciar la calidad de sus tintas desde el inicio de su prolongada carrera.
A finales de 1961 Marvel lanzó Amazing Adult Fantasy, una revista en la que todas las historietas fueron dibujadas por Ditko y escritas por Stan Lee y que recientemente se ha publicado en español, en un bonito tomo.
En 1962 se transformó en Amazing Fantasy, con un personaje que al año siguiente obtuvo su propia cabecera: Amazing Spider-Man. Para la muestra del Solleric se han reproducido los originales de la primera historia del superhéroe adolescente, en poder de la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos.
En 1963 creó a Dr. Strange, cuya adaptación cinematográfica se estrenará en noviembre de 2016, con el muy peculiar Benedict Cumberbach en el rol protagonista. Veremos, de entrada han transformado al Anciano en una señora calva.
En la exposición pueden verse varias páginas de Dr. Strange y Spider-Man, incluyendo la famosa escena del alzamiento, una de las más populares de la historia del comic, aparecida en Amazing Spider-Man nº 33. Está unánimemente considerada como una cumbre de la narrativa visual, un ejemplo perfecto de cómo graduar una tensión siempre en aumento y de cómo estirar con precisión una escena dramática. En esa etapa Lee sólo se hacía cargo de los diálogos. A pesar del creciente éxito de sus héroes, Ditko abandonó Marvel en 1966.
Para Charlton creó otros héroes como Captain Atom o Question y renovó a Blue Beetle. También ayudó a su amigo Wood con los T.H.U.N.D.E.R. Agents. Para DC creó a Creeper y dibujó Hawk & Dove, una de cuyas portadas forma parte de la exposición. Para la editorial Warren facturó inolvidables historias con guiones del gran Archie Goodwin. Se incluye una abultada muestra de este material realizado con aguadas, además de una historieta completa: “The Spirit of the Thing!”.
A finales de los sesenta colaboró con innumerables publicaciones independientes donde presentaba sus historietas más radicales, entre las que destacaban las protagonizadas por su héroe Mr. A. El autor conserva todo ese material pero no desea mostrarlo en público.
La exposición sí que permite disfrutar con algunas de las innumerables planchas de terror que dibujó para Charlton en los setenta, incluyendo portadas. En los ochenta comenzó su itinerancia por las editoriales emergentes, como New Media, First o Pacific, para quienes creó al surrealista Missing Man. Esa década fue la de su vuelta a Marvel, entonces sólo como dibujante a lápiz. Pueden verse algunas de sus páginas para Drácula, Iron Man o Chuck Norris, pero sobre todo destacan las de ROM, algunas entintadas por Craig Russell o John Byrne. Es un personaje al que no se ha prestado la debida atención. Los guiones eran de Bill Mantlo y Ditko se incorporó en el nº 59 (1984). Aunque sólo se encargó de los lápices, hizo un trabajo excelente que bien merece una revisión. A ver si alguien se anima a reeditarlo.
Con motivo de esta muestra la editorial IDW ha publicado el libro Ditko Unleashed, un volumen de cuatrocientas páginas donde se incluyen cuidadas reproducciones de todas las piezas. La exposición se complementa con reproducciones de su trabajo más personal e independiente, con personajes como Mr. A., Static o The Mocker, publicaciones originales, un documental que repasa algunos de sus rasgos más característicos y otras sorpresas.
LA FAMA CUESTA
Muchos de los héroes de Ditko son periodistas. Peter Parker trabajaba como reportero en un periódico. También Mr. A., Question o Creeper. El trabajo periodístico permitía que sus protagonistas estuvieran próximos a la acción de una manera natural. Siempre se debaten ante el gran dilema moral: contar los hechos tal y como los han descubierto, o ceder a intereses, chanchullos, presiones constantes.
Es habitual que sus héroes afronten las amenazas de directivos y patrocinadores. También que sean los dueños de las compañías quienes den la cara por los infortunados reporteros y les permitan hacer su trabajo. Por eso no son nunca figuras populares. Al revés, la turba los aguarda a la entrada de los estudios para difamarlos ¡por contar la verdad!
La televisión, las redes y los nuevos media han convertido la transparencia en el valor supremo. Sospechamos de quien no se muestra “tal cual es”. ¡Algo tendrá que ocultar! Ditko en cambio elige la opacidad, el silencio incómodo. En los años sesenta los aficionados comenzaron a agruparse en torno a los primeros fanzines y convenciones.
El autor concedió numerosas entrevistas y hasta asistió al primer Salón de Nueva York, el único profesional que se acercó por allí. Y luego el silencio, ni declaraciones ni fotos. No ha vuelto a hablar de su vida privada y cuando fueron a indagar a su pueblo, preguntando por él a familiares y amigos, no le gustó. Pero nunca ha renunciado a hablar de su arte y su visión del mundo. Es posiblemente el autor de comic con una obra literaria más extensa. Ditko escribe sobre su trabajo en Marvel, sobre los fans, sobre el acto de crear y el 11-S, sobre lo que se les ocurra. Con claridad y sin misterios.
Respeta el trabajo, propio y ajeno. Y desprecia a quienes buscan su minuto de gloria sin tener nada que mostrar. ¿Quién eres, qué haces? Para él son preguntas equivalentes. Desde que abandonó Marvel en los sesenta Ditko ha seguido creando, sin descanso. Todavía hoy, octogenario, publica varios comics originales al año. Pero cada vez menos aficionados se acuerdan de él o saben de su existencia. Mientras, Stan Lee, el co-creador de Spider-Man, aparece repetidamente en series como Big Bang Theory y en todas las películas con superhéroes de Marvel. Es mundialmente conocido pero ¿por qué? ¿Cual ha sido su obra en los últimos cincuenta años?
EL BIEN O EL MAL
Lo anterior, por supuesto, guarda relación con su filosofía vital. Todo está en su obra. Bien a través de personajes que transmiten sus ideas, como Mr. A, Question o Static, o con ensayos escritos o visuales en los que expone su punto de vista. Algunos, por cierto, tremendamente originales por la manera en que articula textos e imágenes.
La raíz de su pensamiento es aristotélica y se basa en una simple afirmación: la realidad es objetiva. A es A. A partir de ahí se aplica el principio de no contradicción. A no puede ser no A. Lo cual, cuando descendemos a un terreno tan popular como el de los superhéroes, quiere decir que si alguien es bueno no puede ser al mismo tiempo malo. En muchos relatos de Mr. A. aparece el neutralista, un personaje despreciable que supone que puede caminar por el gris sin mancharse. “Si nadie me ve, si nadie lo sabe, por una vez, no hay que ser extremista, no está tan mal…”. Ditko repasa obsesivamente la retahíla del autoengaño para llegar siempre a la misma conclusión. Ninguna persona está “un poquitín embarazada”. Por eso desprecia y así lo ha expresado en numerosos artículos, el concepto de antihéroe. Gran parte de los creadores que le siguieron han convertido a los personajes originales en la negación de lo que significaban. Como demuestra el siguiente ejemplo.
Cuando la compañía Charlton cerró, DC compró las licencias para publicar sus personajes. Ditko había creado o trabajado con algunos de ellos: Question, Captain Atom y Blue Beetle. Se los ofrecieron a una estrella emergente, Alan Moore, el iconoclasta guionista británico. A partir de ellos creó Watchmen (1986). Aplicando abundantes dosis de cinismo y crítica, el inglés contó al mundo lo que pensaba de las ideas de Ditko, practicando una inversión de todos sus valores.
Question, convertido en Roschach, era un psicópata asesino con traumas infantiles a quien le gustaba matar para aliviar sus frustraciones. Blue Beetle se convertía en el anodino Buho, que necesitaba ponerse su traje para mitigar su impotencia; en una curiosa pirueta lógica, disfrazarse era lo que le permitía quedarse en pelotas. El monstruoso Doctor Manhattan, un científico al servicio del gobierno que perdía progresivamente su humanidad, se derivaba de Captain Atom. Ozymandias, el hombre más listo del mundo, estaba dispuesto a liquidar a una buena parte de la población para salvar al resto. En fin, los héroes eran presentados como enfermos, sociópatas con problemas afectivos, vigilantes en quienes no se podía confiar, tipos raros que necesitaban vestirse con capas para sentirse superiores a los comunes mortales.
DITKO UNLEASHED - Timelapse working on the exhibition Casal Solleric from Casal Solleric on Vimeo.
La cosmovisión de Moore era abrumadoramente negativa. Miller ya había ofrecido aquel mismo año 1986 su versión más dura de Batman en The Dark Knight Returns. En 1989 Tim Truman presentaría Hawkworld, otra aproximación oscura a la figura del superhéroe. Pero en ambos casos las reacciones extremas de los protagonistas se presentaban casi como lógicas al enfrentarlos a villanos brutales y sociedades rematadamente corruptas.En Watchmen la propia idea del bien había sido extirpada. Aun más, el mal no existía. ¿Contra quién luchaban aquellos tarados con máscaras? Contra sí mismos. No extraña que los lectores se entusiasmaran con el personaje de Roschach, el único que aún mantenía en su ADN parte de los genes implantados por Ditko, el único que no se rendía al final, dispuesto a enfrentarse al mal aun a costa de su vida. Él era el loco y Moore lo liquidaba. Los demás callaban y seguían con sus vidas en una apología del crimen colectivo, del chivo expiatorio como elemento conciliador. Nada podía ser más opuesto al pensamiento de Ditko.
DITKO, ETC
Ditko nunca quiso ser un ilustrador, sino un dibujante de comics. En sus inicios demostró que podía ser tan bueno como cualquiera, pero con el paso de los años se hizo evidente que priorizaba el relato antes que las formas, siempre al servicio de la historia. Paradójicamente es un autor muy interesante en su vertiente gráfica. Nadie ha permanecido tanto tiempo como él investigando nuevos grafismos, en gran medida gracias a su voluntad de ajustarlos a lo narrado, de darles una importancia relativa en el balance final. Nunca se esforzó por parecer bonito, pero Ditko siempre fue Ditko.
Su originalidad le llevó a mejorar relatos ajenos, apropiándoselos, y a crear comics que abordaron una constelación de temas y preocupaciones poco convencionales. En Ditko es imposible separar la narración de las ideas. Sus argumentos son vehículos frenéticamente dirigidos por sus conceptos. A pesar de que se le asocia con los superhéroes, ha sido muy crítico con aquellos creadores que han renunciado a hablar de la realidad. Se ha situado en el centro de una antigua controversia: ¿debe el arte transmitir ideas, reflejar algún tipo de verdad? ¿O sólo entretener, distraernos de una realidad angustiosa? Quiso trascender el puro divertimento, convencido de que toda obra expresa una visión del mundo. La imagen del hombre que aparecía en sus viñetas fue siempre positiva, ensalzando su grandeza y señalando las miserias como errores que podían y debían evitarse. La figura del héroe surgía casi como una necesidad, precisamos referentes que nos inspiren, de ahí su desprecio por los anti-héroes.
Nunca ha sido un aburrido predicador impartiendo doctrinas deprimentes. Al contrario ¿qué puede haber más imaginativo y estrafalario que los universos de los Doctores Strange o Graves, el vestuario de Creeper, Shade o Madman, el humor de Killjoy o Missing Man y tantas y tantas otras muestras de su genio gráfico y literario? Entre sus planes no se contaba dar la paliza a los lectores. Quien lea sus obras encontrará constantes desafíos gráficos y conceptuales.
Ditko ha encarnado un ideal, una forma de entender la realidad, con el individuo como motivo central. Muchos de sus colegas expresan una sentida admiración hacia su trabajo y un profundo respeto por su carrera. No faltan quienes le han atacado por motivos que sólo puedo calificar de ideológicos. Él se ha enfrentado a la multitud, sin temor a ser señalado como diferente. A su feroz defensa de la libertad individual se opone la unanimidad de la plaza pública y de lo políticamente correcto.