viernes, 25 de marzo de 2016

MOSES, EL CONSTRUCTOR de CHRISTIN y BALEZ

Robert Moses, Maestro olvidado de Nueva York, de Christin y Balez, edita Norma Editorial
Robert Moses, el maestro olvidado de Nueva York
Norma Editorial, 2016.
60 páginas, 20 euros

El veterano guionista Pierre Christin se une al emergente y talentoso Olivier Balez para contar la historia de una de las figuras clave en la construcción de la Nueva York actual.


Robert Moses es un personaje tan importante como discreto. En las guías de Nueva York se suele citar a los alcaldes o los arquitectos pero es raro que se mencione a los promotores. Sin embargo basta con comparar su trabajo con el de los productores de cine para entender que sin una fuerza motriz que aporte la voluntad, señale la dirección y consiga la pasta, determinados proyectos nunca habrían visto la luz. Y eso vale tanto para películas como para túneles, puentes, edificios o autopistas.

Tal y como lo describe Christin, Moses es una figura singular. Rico heredero judío, su ambición en la vida no fue buscar nuevos negocios con los que engordar la fortuna familiar sino llevar a término enormes procesos de reforma que suponía mejorarían la vida de sus conciudadanos.

Robert Moses, Maestro olvidado de Nueva York, de Christin y Balez, edita Norma EditorialComo todos los grandes utopistas, en más de un caso sin tener en cuenta cómo las obras que ponía en marcha afectaban a esas familias a las que pretendía ayudar. Hasta alcanzar sus objetivos, apartaba todo obstáculo que se interpusiera en sus designios, por vías políticas o económicas. En un determinado momento llega a tener a todo un ejército de arquitectos, ingenieros y trabajadores a sus órdenes, empleados en los incontables proyectos que puso en marcha. Se enfrentó a alcaldes, gobernadores y presidentes y levantó piscinas, puentes, teatros, autopistas, parques y jardines. En 1964, junto con Walt Disney, diseñó la Feria internacional de Nueva York, cuya icónica esfera aparecía en el film “Hombres de Negro”. Una buena parte de la fisonomía actual de la ciudad es el fruto de sus desvelos.

Pero Christin también describe el lado menos atractivo del personaje. En un determinado momento quiso construir una autopista elevada para atravesar Manhattan y de paso suprimir de un plumazo algunas de las zonas más insalubres de la ciudad. Una activista de barrio, Jane Jacobs, se opuso a él, consiguiendo que el proyecto se paralizara. El volumen concluye con una reflexión sobre el papel de los ciudadanos en las grandes urbes, la cuestión de la escala humana y una comparación entre el modelo de barrio habitable que finalmente predomina en Nueva York, frente al dominio del automóvil que impera en Los Ángeles. Quien haya estado en ambos lugares ya sabe a qué me refiero. En la primera apetece vivir, de la segunda dan ganas de salir corriendo.

Con todo, el guionista reconoce los méritos de Moses, que no son pocos. Impresiona el mapa que se incluye en las guardas traseras, con un resumen de las obras que apadrinó. Muchas se van citando a lo largo de la historia, conectadas a diversos pasajes vitales del protagonista. En el terreno gráfico el álbum se disfruta sin reparos. El estilo vintage de Balez resulta absolutamente adecuado a lo que se nos cuenta y su gama de color es perfecta y muy atmosférica. Otra cosa es el guión de Christin, uno de los grandes en el viejo continente. Siempre recordaremos su “Partida de Caza” con Bilal o sus argumentos para la serie “Valerian” con Mezieres. Aquí acierta en cuanto al tema, que es muy interesante. Pero no en cuanto a su desarrollo. Constantemente se tiene la sensación de que con semejante material el relato debería de ser más emocionante, más brutal. En realidad, tan sólo describe algunas breves anécdotas entre constantes enumeraciones de proyectos, pero sin conseguir implicar al lector en lo narrado. Bonito, pero sin fuerza.