viernes, 30 de enero de 2015

SERIE NEGRA: JULIA. EL OJO DEL SOL de BERARDI, MANTERO, ENIO, PICONI

Aleta, 2014
128 páginas, 13,95 euros

Pasito a pasito Giancarlo Berardi permite que su serie Julia vaya creciendo y desplegando su magia ante nosotros. Lo que comenzó como una correcta serie negra ha acabado convirtiéndose en algo mucho más interesante.


Berardi tiene en sí mismo a su principal competidor. Tras su “divorcio” con el prodigioso dibujante Ivo Milazzo se tomó unos años sabáticos para estudiar la carrera de criminología. Así adquirió los conocimientos necesarios para dotar de credibilidad su siguiente creación. El problema es que muchos todavía recordamos su saga anterior como una de las más grandes en la historia del comic europeo y mundial. Ken Parker, sobre todo cuando Milazzo se hacía cargo del dibujo, voló muy alto y nos dejó episodios inolvidables. Por cierto, ahora que abundan las recuperaciones y los Integrales, ya tarda una colección en condiciones de Parker, que aquí conocemos sólo fragmentariamente.

En fin, que Berardi tenía un listón muy alto que superar. Además, aunque asociamos Ken Parker con la pareja Berardi-Milazzo, lo cierto es que fueron varios los dibujantes que ilustraron los guiones, un sistema que se repite en Julia, de una manera aún más industrial. Y es que los italianos coinciden con Japón en su preferencia por el blanco y negro y las historias interminables. Así que es casi imposible que un único dibujante se haga cargo de la abultada cantidad de páginas que se producen cada mes.

Berardi se ha rodeado de un sólido conjunto de dibujantes realistas que pueden despachar con profesionalidad sus exigentes tramas. Los escenarios y las actuaciones de los personajes han de ajustarse con corrección a lo que indican los textos y, aunque los acabados puedan resultar casi vulgares y haya quien se sienta tentado a calificarlo de “trabajo artesanal”, yo aconsejo que no se cometa tal error. Ninguno de los actuales colaboradores de Berardi tiene la personalidad de Milazzo, eso es innegable. Pero son todos cuidadosos profesionales que realizan una labor más que respetable, sobre todo por su invisibilidad, su capacidad para ilustrar el guion, sin distracciones.

En cuanto a la inevitable comparación entre Julia y Ken Parker, la psicóloga-detective con cara de Audrey Hepburn resulta algo más fría que el vaquero amable con cara de Robert Redford. La emoción, que dominaba en Parker, aquí se ve sustituida por la precisión y la racionalización necesarias en todo trabajo de investigación. Pero cabe añadir que el autor ha ido rebajando esa distancia de un episodio al siguiente. A estas alturas, ya ha tenido tiempo de presentar un sólido conjunto de secundarios y de fortalecer sus personalidades. Como ocurría en Tintín, el reparto llega a ser más rico que el protagonista, hasta casi ocupar su lugar en la atención del lector. En Julia sobre todo nos interesa el inspector, cuya atracción por la psicóloga se hace progresivamente evidente pero que mantiene con ella una divertida y constante guerra de sexos. También resulta entrañable su ayudante, más que la criada y confidente de Julia, ese personaje construido a la manera de Whoopi Goldberg y que ha heredado de ella todos los manierismos y pocas de sus virtudes. Hay más personajes y cada vez se les concede un mayor espacio, lo cual es de agradecer.

En la última entrega (hasta el momento) se nos cuenta la historia de una secta, un conjunto de chiflados adoradores del sol y dedicados a suicidarse estrambóticamente. Berardi se toma su tiempo para construir un líder tan contradictorio como lleno de matices. El desarrollo de los hechos, que llevan a los detectives de un lugar a otro en su intento por detener una previsible masacre, está contado con un tempo perfecto, todo resulta interesante y creíble. Es un trabajo sólido y que desborda con mucho la banalidad periodística de los sucesos narrados. Conocemos miles de historias sobre el control mental y la manipulación que ejercen sobre sus acólitos sectas similares a ésta y sin embargo Berardi consigue que todo resulte novedoso y atractivo. Diría que principalmente por una razón: su dominio de las caracterizaciones, su profundo conocimiento de las pasiones humanas y su capacidad para transmitírnoslas de forma convincente. No se lo pierdan.