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EL FIN DE UNA ERA
El tercer volumen de la monumental obra de Gaspar Meana llega puntual por Navidad. Cuatro nuevos álbumes agrupados en un único libro que nos cuenta el final de Teudán.
Conocimos al personaje en el tomo anterior y aquí finaliza su historia. Los horteras dirán que he hecho un spoiler pero no arruino ninguna sorpresa si comento que la muerte en la cruz del héroe no supone el final de su camino. Como ha explicado Gaspar en diversas ocasiones su idea de la religión es amplia, él considera que aquello en lo que creemos forma parte de nuestra realidad. Así que su visión de la Historia no desdeña esos otros espacios mitológicos donde todo es posible y los muertos cuidan de los vivos como ocurre en el último álbum de este volumen, “El lugar de la paz”. Título irónico donde los haya ya que se nos narra el asedio y destrucción de Bagdad en el año 812, un relato épico y poderoso donde se presta especial atención a los tejemanejes de los poderosos pero el protagonismo recae en la chusma, en los olvidados que pelean por techo y comida.
Es el segundo gran drama que encontramos en este libro ya que el álbum anterior, “Carmen de Luna”, también narra la caída de otra ciudad, por procedimientos bien distintos. Me refiero a Toledo, donde Teudán es traicionado. Al contrario de Bagdad, urbe cuyos ocupantes se alzan en armas valientemente contra sus invasores, en la decadente villa hispánica el proceso es muy diferente. Ansiosos por mantener un difícil equilibrio con el invasor musulmán, aceptan pactos y componendas cada vez más humillantes. Hasta que, cuando quieren reaccionar, es demasiado tarde. El álbum es una obra maestra de la estrategia, la villanía, la cobardía y la política, suponiendo que todos esos términos no sean sinónimos. Meana explica de forma natural y casi inevitable cómo la soga se va cerrando en torno al cuello de los toledanos, sin que aparentemente puedan hacer nada por evitarlo.
Los dos primeros relatos del volumen son casi de preparación para lo que vendrá después. Teudán sigue donde lo habíamos dejado en la primera parte, bien instalado en Bagdad. Pero su naturaleza atormentada le hace abandonar la aparente seguridad de su casa oriental y regresar al agreste norte de España, donde su rey ha sido detenido, tonsurado y encarcelado. “Jacob en Betel”, el segundo álbum, narra la historia de la liberación de Alfonso II y su identificación con la figura bíblica de Jacob.
Este tomo contiene una jugosa y amplia entrevista con Meana, donde podemos descubrir algunas de las claves de su obra. La más compleja, sin duda, es el asunto de la legitimidad. Los textos históricos siempre nos llegan distorsionados y esas desviaciones tienen que ver con la política, con la voluntad de fundar o restablecer la legitimidad de los actuales gobernantes. El argumento es aplicable en la actualidad y más en los tiempos de Leodegundo. Meana explica la traición de la casa real goda y su pérdida de derechos tras pactar con los invasores del sur. Y cómo esa traición ha sido desdibujada por las crónicas posteriores hasta hacerla casi desaparecer. En su interpretación, al ser tonsurado el rey perdería la posibilidad de gobernar, de acuerdo a las leyes godas. Pero Alfonso II adopta una nueva legitimidad, inspirada en las costumbres ancestrales de las tribus astures y también en su identificación con la figura de Jacob. De nuevo lo real y lo soñado, las acciones y las creencias, se entrelazan modificándose mutuamente.
Sumen a todo esto el rigor histórico habitual en la saga, complementado con anexos que nos permiten situarnos en todo momento en la complejidad de los hechos narrados. Y el dibujo preciso y cinematográfico de Meana, amante de las viñetas panorámicas y las transiciones suaves pero eficaces. Creo que se ha comentado poco su espléndida narrativa. Abrumados por el prolijo conjunto de elementos que despliega ante nuestros asombrados ojos, perdemos de vista la aparente sencillez y extremada destreza de su puesta en escena. No hablo sólo de sus increíbles arquitecturas o de sus épicas escenas de batalla, también de sus zooms, de sus animadas conversaciones y constantes diálogos. Ya lo dije cuando se publicaron los dos primeros tomos y lo repito en éste. Se trata de una obra mayor, una de las mejores muestras del comic español en toda su historia y no deberían de perdérsela.