Dos versiones clásicas de Tarzán han coincidido en las librerías. Por un lado el portugués Manuel Caldas (Portugal, 2014, 80 páginas 18.50 €) presenta una nueva edición de las tiras de prensa de Manning y por el otro Yermo Ediciones (2014, 200 páginas 26€)nos permite asomarnos casi por vez primera al mítico Tarzán de Kubert.
De la obra de Manning contábamos con buenas aproximaciones anteriores, cuadernillos que reproducían con dignidad el soberbio trabajo del dibujante americano. En cambio del Tarzán que Kubert facturó para la editorial DC y que se cuenta entre los comics más interesantes de los setenta, apenas conocíamos la edición de Novaro, fragmentaria y de difícil acceso. Así que su publicación completa y en condiciones era casi una exigencia. Por eso la decepción ha sido aún mayor. Hubiera tolerado el papel inadecuado y los colores chirriantes pero el formato es inadmisible. Mucho hay que odiar los tebeos para editar esta obra en este tamaño ridículo. Las planchas de Kubert son puro espectáculo, sus viñetas son amplias y su visión aérea y ligera, nos desplazamos con agilidad de rama en rama acompañando a su fibroso y salvaje Tarzán. Pero para participar de las sensaciones que proponía el maestro se necesita cierta amplitud, que aquí se nos niega. Resultado: después de ojearlo he preferido dejarlo en la estantería de la librería y repasar mis viejos comics de Novaro. Allí al menos se ven las cosas. Otra vez será.
En cuanto a la entrega de Caldas, de nuevo hay que agradecerle su labor de recuperación de clásicos de los que nadie parece acordarse. Aplaudimos su Lance y sus acercamientos al Príncipe Valiente. No comparto el entusiasmo por todos los personajes que ha reeditado pero su labor es meritoria y desde aquí se la agradezco sinceramente.
Ahora nos trae algo que como he dicho ya conocíamos aunque si los aficionados más jóvenes todavía no lo han leído deberían de abalanzarse sobre él. Yo me lo sé casi de memoria y sin embargo no he podido evitar la tentación de volver a pillarlo. Y Caldas anuncia los dominicales en color, un material que si no me equivoco nunca se publicó en español. Así que confío en que las ventas de este primer volumen afiancen su proyecto. Lo cierto es que Manning se mantiene perfectamente fresco.
Ya he comentado en otras ocasiones la suerte de este personaje, que ha pasado por las manos de los mejores dibujantes de la historia del comic: Foster, Hogarth, Manning, Marsh, Kubert, Buscema, Kordey, Morrow, Celardo, Rubimoor… la lista es interminable. Casi todos estos autores facturaron aventuras interesantes y reflexionaron sobre el papel del héroe y el conflicto del hombre con su naturaleza animal.
Tarzán es una de las grandes metáforas populares de la cultura del siglo XX y cada versión nos explica esa relación que mantenemos con el entorno en unas claves que van cambiando junto con nuestras ideas al respecto. Al principio es una expresión de dominio, es el hombre por encima de las bestias, la civilización dispuesta a poner orden en el caos de la naturaleza. Según termina el siglo la posición es casi opuesta: debemos aprender de los animales, asumir su inocencia y pureza primigenias.
La versión de Manning se sitúa a mitad de camino. Reconoce cómo la civilización intenta sofocar nuestros instintos, pero todavía no tiene una visión idealizada de un entorno que en muchos casos es simplemente brutal. Filosofías aparte su versión es maravillosamente aventurera, saca mucho partido a los variados mundos imaginados por Burroughs y nos pasea sin descanso de uno a otro, en un desfile interminable de hombres primitivos, hombres hormiga, mujeres bellísimas y bestias prehistóricas y actuales. Todo servido con un blanco y negro extremadamente elegante al que como mucho podría echársele en cara cierta rigidez o frialdad. Pero en cuanto empezamos a leer todo defecto se olvida y nos sumergimos en el frenesí de una aventura clásica, un mundo perfecto al que desearán volver y no abandonar nunca.