SD distribuciones 2014.
248 páginas. 28,50 euros.
CONEJOS Y ELEFANTES
En la producción balear de tebeos tienden a confluir la iniciativa pública y privada, lo que ayuda a entender que se publiquen muchas historietas con un sentido eminentemente educativo y divulgativo.
La reducción en los últimos años de las ayudas institucionales debido a los ajustes, explica también algunas ausencias. La más sonada, la de la revista Esquitx, donde tantos autores dieron sus primeros pasos. También parece haberse esfumado el segundo Premio Ciudad de Palma de Comic. Y no me refiero al que este año ganó Tatúm (a quien felicito desde aquí), sino al del año anterior, Navarro y Del Rincón. ¿No debía haberse editado su novela gráfica? Parece que los pagos que tendrían que haber garantizado esa producción no se ajustaron a los plazos. Empezamos a acostumbrarnos a los retrasos. En diciembre se publicaba el catálogo dedicado a Russ Heath, preparado un año antes para venderse mientras la exposición Flesh & Steel permanecía abierta en el Solleric. Finalmente se edita en una tirada limitada que al menos adelanta por poco a su versión americana, a cargo de IDW. Mientras, la muestra dedicada a Seguí no acaba de llegar.
La ralentización de las actividades relacionadas con el cómic del Ayuntamiento de Palma otorga un mayor protagonismo a otras instituciones. Destaca el Institut de Estudis Balearics. Pagó la exposición Herois, que se pudo ver en el pasado Salón de Barcelona y que todavía pasea por las islas, acompañada de un vistoso catálogo. Llevan tiempo colaborando con Dolmen, la editorial de comic más activa de las islas. Más allá de sus productos zombis, están detrás de prácticamente cualquier publicación comiquera, en muchos casos acompañando a uno o varios organismos públicos. Como en Rosselló-Porcel, les ales trencades, un bonito libro dedicado al poeta, escrito por A. M. Planas y dibujado por Vaquer y PepMi Garau. Textos breves acompañados de ilustraciones en bitono, aunque Rafa no se resiste a introducir bocadillos y algunas viñetas que aligeran la lectura. Mezcla sus humorísticos personajes perfilados a lápiz con nostálgicas aguadas jugando con una estética de fotografía antigua muy eficaz.
En una línea muy diferente la serie Balears, abans i ara alcanza el cuarto volumen, dedicado a la dominación romana. Quim Bou se esfuerza por reconstruir el vestuario, la arquitectura y hasta el olor de la época. En ambos casos hablamos de productos donde la divulgación de los hechos históricos pesa más que el drama. Historietas pensadas como herramientas educativas, para favorecer el acercamiento a diversos aspectos de la cultura local. En ese sentido son impecables, aunque es posible que para un lector habitual de comics resulten un tanto planas, con mucha gimnasia y poca magnesia.
Según leemos en prensa, el IEB mantiene su compromiso con el medio y algunos de sus técnicos viajarán a festivales como Anguleme o San Diego. Espero que pronto podamos leer los informes con los contactos o las ventas de proyectos mallorquines conseguidas en esas convenciones. También pagan la adaptación de la novela de Cristóbal Serra, Viaje a Cotiledonia, que ya ha empezado a dibujar Pere Joan.
EL LARGO VIAJE DE TEUDÁN
El servicio de publicaciones de la UIB avala la obra más interesante editada en las islas. El primer volumen de La Crónica de Leodegundo se convertía el año pasado en un insospechado éxito en la Feria del Libro de Madrid, en el terreno de las publicaciones universitarias, donde sólo era superado por un libro dedicado al Bosón de Higgs. Ahora aparece el segundo volumen, con una calidad aún superior a la de la primera entrega. Si en el último capítulo de Balears, abans i ara la captura de un conejo sirve como excusa para un largo paseo por la villa de Pollentia, el héroe de Meana abandona su Asturias natal y se dirige hasta Bagdad donde espera encontrar un mítico animal, una bestia a la que llaman elefante. Esta metafórica diferencia de dimensiones define bien la distancia que separa La Crónica de otros tebeos históricos locales, incluso de aquellos realizados con tanta dignidad como la citada obra de Quim Bou.
Meana se preocupa por el detalle de sus reconstrucciones como el que más y basta leer los apéndices del segundo tomo para comprobarlo. Pero eso no anula lo que realmente le preocupa: la peripecia vital de sus personajes, la elaboración de historias que instauran una nueva realidad. Su visión es totalizadora y envolvente, arrastrándonos al interior de los hechos históricos. La Crónica no se lee, se habita.
El arranque del segundo volumen exige no pocos esfuerzos por parte del lector para no perderse en la maraña de personajes y las complejas intrigas, pactos y traiciones que los entrelazan. En compensación, el dibujo mejora mucho y las caracterizaciones son rotundas, ayudando a diferenciar a los protagonistas. La visualización de las batallas es antológica. Además, algunos de los enfrentamientos más épicos coinciden con el ascenso al poder de Alfonso II, momento en que el argumento se simplifica y resulta más fácil seguir la acción. Como siempre, Meana mezcla lo divino y lo humano y las matanzas en el suelo son tuteladas por una auténtica aviación de bestias semi-divinas que nos sobrecogen realzando el drama.
Este segundo tomo agrupa la mitad de los álbumes dedicados a Teudán, cuyas aventuras se completarán en el siguiente. Es uno de los nietos de Liuva, un joven deseoso de recorrer el mundo para tener vivencias tan intensas como las de su abuelo. El destino se burla de él cuando es destinado como embajador a la corte de Carlomagno. Allí su relación con una de las hijas del monarca le obliga a salir corriendo hacia oriente. Meana aprovecha una increíble parada en Pérgamo para demostrarnos lo mucho y bien que dibuja. Como colofón tenemos un descenso aéreo sobre Bagdad absolutamente estremecedor. La habilidad del autor con las viñetas panorámicas queda demostrada en una larga secuencia al final, una visita a Bagdad que constituye una de las mejores representaciones visuales del poder que recuerdo. Y Peter Ustinov aparece como secundario de lujo.
En fin, en anteriores ocasiones he criticado la rigidez de las figuras de Meana, o la complejidad de sus argumentos, que exigen una atención extrema por parte del lector. Pero cada vez que leo y releo su trabajo la importancia de esos asuntos disminuye. Porque descubro nuevos detalles, matices que enriquecen una obra de una ambición y elegancia sin parangón en la historia de la historieta española. No sólo por sus evidentes virtudes históricas, por su labor documental y de investigación, que son innegables y de un nivel muy superior a la media. Sobre todo por algo que he mencionado de pasada: La Crónica es un universo perfecto en sí mismo, una visión de nosotros mismos, de lo que como humanos somos capaces de hacer, un discurso sobre la ambición, la nostalgia, el amor y también el odio. Una obra total y de cuya edición la Universitat de les Illes Baleares puede sentirse extremadamente orgullosa. Corran la voz.