288 páginas, 24 euros.
HOMBRES Y BESTIAS
Cuando se publicó en los ochenta esta serie de Antonio Segura y José Ortiz era una más de las muchas ambientadas en un futuro pos-apocalíptico. Esta reedición nos permite comprobar cómo la ha tratado el paso de los años.
Segura, fallecido recientemente, era un narrador sólido y de raíces clásicas. Y esto es algo que resulta evidente al repasar los episodios que componen este primer volumen de Hombre. En un contexto sobrecargado de historias con supervivientes buscándose la vida entre las ruinas de una civilización decadente, las andanzas de este durísimo personaje no llamaban especialmente la atención. Tampoco el dibujo de Ortiz, que repetía los hallazgos que ya nos había mostrado en sus colaboraciones para Warren. Su arte rápido y oscuro, urgente y expresivo, saturado de pinceladas nerviosas, podía también resultar agobiante y repetitivo. Luego se puso a imitar a Bernet, sin duda por indicación editorial, y todavía me distanció más. Pero su revisión me ha deparado una agradable sorpresa.
Todos los rasgos que le caracterizaban siguen ahí: su suciedad y el aire un poco “impresionista” de los acabados, siempre preocupado más por la energía que por la belleza. Pero es que esa aparente tosquedad le va como anillo al dedo a una serie tan cargada de tipos miserables, pobreza y desechos como esta. Si el tiempo le ha sentado bien al componente gráfico de la saga, otro tanto puede decirse de los argumentos. Cada uno de sus brutales episodios nos demuestra la habilidad de Segura para tejer relatos cuyos componentes más o menos conocemos, pero cuya resolución y combinación siempre nos seducen y sorprenden. Por supuesto que las citas a London, Mad Max, Matheson o Dickens siguen ahí. Todo relato de supervivencia acaba necesariamente convertido en una fábula sobre lo humano y lo animal, sobre los límites de nuestra moralidad y las barreras que sostienen nuestra civilización. Y Segura no duda en alinearse con quienes piensan que esos límites y barreras son más bien endebles, frágiles, prestos a quebrarse en cuanto aparece el hambre y la necesidad.
En fin, Hombre no es una lectura agradable. No puede serlo cuando sus personajes pelean por comida debatiéndose entre ratas, frío y suciedad. Pero a pesar de las duras secuencias que contiene al final queda un resquicio de humanidad en la cínica arrogancia de su protagonista, en su voluntad de sobrevivir y enfrentarse al mundo, en su lucha tenaz contra las circunstancias y la desesperación.
